Ayer, ayer como destello en la noche…
Ayer viniste a mi pecho como lluvia,
como brisa al papel, como sombra tenue,
como flecha clavada en mi alma
y como ráfaga invadiste mi ser, mis pensamientos.
Ahora veo nubes, allá en el horizonte.
Ellas, todas ellas, tienen tu rostro.
Todas tienen tu nombre... Tus labios.
¡Oh! ¿Y, pensarás en mí como larvas de papel?
¿Recordarás mi nombre con la misma brisa de ayer?
¡Eh..., y yo! Aún pienso en ti con más ahínco que ayer
cuando decae la noche.
Cuando la noche se esconde en el silencio.
Y aún hoy, estoy pensando en ti
como raíz que se afinca en la tierra.
Te pienso,
cuando devora la luz el alba en las mañanas.
Te pienso, cuando fenece la tarde
y sucumbe la noche más amarga
y te amo; aunque quiera negarlo.
¡Te amo con triste suspiró!
¿Y ahora, ahora solo pregunto si recordarás mi nombre?
Porque el tuyo florece en mi pecho,
como mancha indeleble, de un vuelo nupcial, de un triste abril.
¿Cómo puedo olvidarte si caemos juntos
y al despertar no estás?
¿Cómo puedo olvidarte? ¿Cómo?
¿Cómo olvidarte? Si el cielo dibuja tu rostro.
Y siento que mis pensamientos abrazan tu alma blanca,
desvestida de la noche.
Y sufro el silencio que dibuja tu ausencia.
Quiero buscarte,
entonces vuelas como cigua palmera
y mis alas jamás me dejan,
nunca me dejaron volar a tu lado
y aun así salto y vuelo, vuelo y caigo.