Lo raro de tu amor melómano
es tu difusa entrega;
eres invierno anabático,
brisa del valle de sol en calma.
Eres viento catabático, viento de otoño,
viento bora, que voraz sopla;
viento del norte olvidado,
viento que deja en saudade,
al viento que sale de mis pulmones.
Lo raro de tu amor
es verte tan confundida;
marea de pleamar que sube y baja
entre cúmulos de nubes.
Lo raro de tu amor
son tus nubes despejadas,
nubarrones grises
y sol ausente; boyante páramo sin dehesa
que la lluvia reclama.
Lo raro de tu amor,
amor mío, amorío mío...
es que tú en realidad no me quieres;
pero egoísta eres y no me dejas.
Amor mío, ¿qué vos quieres?
¡Atisbar las deshojadas hojas quieres!
Tú en mi produce borrasca
soy triste hojarasca:
hoja podrida que el viento lleva
y se deshace en las arenas.
Tú vive dándome el mecato,
tus besos insípidos y perfumados
con mezquindad, amargura, lima y hiel;
me deshoja y me tala;
me prende y hace carbón.
Y yo, alelado y chalado e iluso
lo recibo como miel,
que después me quita de los labios
con mirada cruel,
la piel me ara y me sana
eres una víbora infiel.
Lo raro de tu amor
ciclamor del risco
es tratarme como helminto
en tus hojas digestivas.
Tus lágrimas de suripanta que ríe y ríe
aflige a este tu amor atípico.
Para quererte
tengo hasta que pedirte permiso
marcho de tu cercanía
y me atrapas con tus lianas.
¡Maldita egoísta!
Tú no me quieres
no come ni dejas comer
y con la flor de un beso
hoy me atrapa
y con una bofetada después me humilla.
Ese maldito vaivén que tienes,
cada día me ametrallas:
¡despierta! ¡decide!
sin que pulule el tiempo
y se me acaben las horas
y las ganas.
Ya no quiero más demora
ni llorar en deshora,
decídete ahora
porque estas horas contigo
son ya mis últimas horas.