Tintes de Otoño

36. Voz desenfrenada

Capítulo dedicado a PaulaMoon4 por ser siempre mi guarida, mi rescate y mi mejor amiga aquí en la Tierra8( te debo mucho más que un simple libro        

Sabía que todo se complicaría. Tenía la ligera sospecha desde que comencé a meterme donde, en realidad, no debía de. Dudando de todo, de forma temerosa y a la defensiva.

Me sentía extraña de esa forma, pero una parte de mí necesitaba de ello.

La mañana del jueves asistí a las clases como un día normal, pero las charlas con tía Diana se clavaron en mi mente y parecían estallar con dudas sobre mí, las situaciones y dos personas que estaban en mi día a día.

Esa misma mañana, dado el primer receso, me acerqué a Clark, quien hablaba animadamente con Jacob sobre una de las bancas del exterior. Me planté delante de ambos con la respiración atorada en mi pecho y las mejillas encendidas como un foco recién colocando.

Ambos chicos me observaron confusos y esperando una respuesta, sus semblantes eran distintos, Jacob lucía aburrido, mientras que Clark sonreía, como casi siempre.

Era el momento de arreglar las cosas y encontrar la primera respuesta de lo que necesitaba: los sentimientos de Clark.

—¿Podemos hablar, Azul?

Jacob ahogó una carcajada, inflando sus mejillas como una ardilla, pero permitió que continuáramos, prefirió mantenerse en silencio. Clark lo observó con fastidio y asintió con la cabeza en respuesta a lo que le había pedido.

Se levantó de la banca y caminamos por las instalaciones, hasta llegar a un extremo relativamente tranquilo, desde ahí podía ver a Caty hablando animadamente con un grupo de chicas, sin pasar por alto una melena pelirroja que observaba en silencio.

—¿Sucede algo? —inquirió Clark sacándome de mis pensamientos.

Divagaba sobre cómo empezar. Qué decir en una situación como ésta era un tanto complicado. Mi respiración se apresuró, sintiendo una presión, tanto del tiempo como en la mirada de Clark que moría por saber lo que sucedía conmigo.

No cabía duda que me sentía al borde de la muerte.

—Yo... yo necesito saber algo —comencé, mientras el calor subía desde mi estómago hasta mis mejillas.

—Ajá... —Clark imploró que continuara cuando me detuve.

Lo observé dudosa. Una parte de mí quería decir que lo olvidara e irme con mis amigas o con Caty. Pero la otra parte quería hacerlo, quería dar cara, quería saber.

—En Londres —continué. Clark pareció entender por dónde iba y se tornó más serio, esperando que soltara la pregunta— tú dijiste algo que nos calló a los dos... eso me ha acorralado desde entonces —murmuré con la voz queda—. Me gustaría saber qué sientes por mí, Clark Lewis.

Clark se paralizó. Me observaba fijamente, como si estuviese fuera de sí. Mi estómago se revolcó con fuerza, esperando ahora la respuesta de él. Temblaba y mis piernas flaqueaban. Sentí que me desmayaría con todo el calor que mi cuerpo me hacía sentir por los nervios.

Clark se vio dudoso, nervioso, ajeno. Parecía no hallar una respuesta.

Mi corazón bombeaba con estridencia, seguro lo podía escuchar.

Aquí habían dos opciones: romperme o salvarme.

Rogué, internamente, para que Clark me salvara y no me dejara caer.

—Emma —murmuró con un semblante serio que jamás había visto en él—, ¿podemos hablarlo en otro momento? —preguntó desviando la vista.

Yo me petrifiqué, hubiese sido un buen momento para huir y escuchar la parte que quería mantenerse en un deseo. Sin embargo, me quedé, dispuesta a escuchar lo que tenía que escuchar.

—No, quiero que lo digas ahora —pedí, escondiendo mis manos detrás de mí.

Clark mordió su labio inferior, observando el entorno que nos rodeaba. Mi corazón se aceleró y temí que saliese de mi pecho porque ya no soportaba la intriga y el dolor que comenzaba a crecer por mi pecho.

Todo fue silencio durante ese trance. Ambos nos observamos dudosos, yo expectante a lo que él podría decir y él razonando, acomodando sus pensamientos.

—No lo sé —respondió.

Después de tanto y nefasto silencio, ésa fue mi respuesta. Abrí mis ojos todavía más, estaba confundida y adolorida. ¿Qué clase de respuesta era ésa?

Tragué en seco, mi garganta y saliva se sentían rasposas. Me mantuve regia, intentando esconder las lágrimas que comenzaban a asomar.

Oh, ¿vas a llorar en serio?

Tomé todo el aire que pude para después expulsarlo.

—¿Cómo que no sabes? —inquirí, cerrando con fuerza mis manos.

Clark me observó, contuvo la respiración e intentó acercarse a mí, pero yo retrocedí.

—Responde —imploré con la voz apagada—, por favor —susurré.

Mis ojos se humedecieron y rogué que no saliesen las lágrimas, no hasta tener una respuesta.

—Es que no lo sé —respondió con la voz quebrada.

El dolor en el pecho se intensificó, muy similar a cuando me quedaba sin aire y necesitaba del diminuto, pero ese aparato no podía salvarme de semejante dolor.

Permanecí en silencio, implorando una respuesta que acompañase aquella contestación. Observé al muchacho frente a mí mientras el fuego de mi interior quemaba mi interior con cada respiración. ¿Por qué hice esto? ¿Por qué no mejor me hundí en la mentira que me agradaba?

Negué con la cabeza y oculté mi rostro, dejando caer mi cabello blanco y lacio para que cubriese perfectamente con una capa. Clark intentó acercarse, pero me escondí con más precisión.

—Emma... —llamó, pero no lo vi ni tampoco respondí— es que me dejas sin...

—Ya basta —espeté, cansada y con el llanto formándose en un nudo situado en mi garganta—, si no eres capaz de descifrar lo que sientes por mí, no puedes decirme nada más.



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En el texto hay: colores, romance, obsesiones

Editado: 07.01.2021

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