Siempre pensé que la entrega de un Óscar me pillaría con traje y corbata. Quizá pajarita. No porque fuese demasiado colocado. Me refiero más bien al atuendo masculino.
Por eso cuando se me entregó desde los fuegos del destino a mi buen amigo Óscar, el verme enfundado en un pijama invernal me cogió del todo desprevenido.
De lo primero que propuse en esa relación fue una pequeña ráfaga de lo que considero mi discutible sello de identidad: un fino humor.
Os pondré un ejemplo.
Mana del cigarrillo que estoy fumando. Impregna toda la estancia en la que me encuentro.
Se trata de un fino humó, sin duda.
Retomando a mi amigo, puedo contaros muchas anécdotas, pero qué mejor que perdernos en algunas de nuestras conversaciones.
Tanto de demonios como de curas, de política y música, de literatura o deportes, tenemos temas para rato.
¡Demonios, el covid! Dijo la cura.
Así es.
Nos reímos y nos reiremos de muchas cosas.
Porque ya bastante oscuridad peina el futuro inmediato.
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humor amistad complicidad, colaboraciones literarias, comedia desternillante
Editado: 16.04.2021