Apenas la luz comenzaba a nacer por el este cuando la sacudida de su mano la despertó.
-Vamos Horiamy, el día ya arrancó debemos ir por ella. Ella se refrego la cara mientras se ponía de pié, Nehuem caminaba de un lado a otro cuando se acercó sin medio aviso pegandose casi a su rostro.
-¿Qué haces?- Le preguntó incomprensible a lo que estaba haciendo.
-Tienes que llevarnos a esas montañas con tus poderes, como lo hiciste para bajar de La Gruta.
-Eso es algo que todo Altivo puede hacer, como aún somos muy jóvenes a los demás sólo nuestro poder alcanza para realizarlo dos veces cuando bajamos al mundo mortal.
-¿Cómo que dos veces? No es que podíamos hacer de todo. Horiamy negó con la cabeza.
- Yo no cree las reglas Nehuem, a lo largo de los años Zeus lo decidió así eso impide que los jóvenes ayudemos con nuestro poder a los humanos, ya que si los ayudamos nos quedamos sin la posibilidad de regresar a nuestro hogar.
-¿Entonces tendremos que caminar hasta allí para encontrarla? Y poder regresar a La Gruta después.
-Si yo estuviera en tú posición sí, me quedaría sin la posibilidad de volver, pero recuerdas yo te traje conmigo Nehuem, tú aún no has probado este poder y es por eso que te toca llevarme a mí. Un miedo surgió en su cara dibujandose claramente por cada rincón.
- No creo que pueda hacerlo. Horiamy se encogió de hombros diciéndole:
-Nehuem no es nada complicado de hacer, ya estuviste allí- Ella tomó su mano y la colocó en su hombro.
-Sólo tienes que cerrar los ojos y desear estar allí, inténtalo. Nehuem respiró hondo y cerró los ojos dejando volar en su mente los recuerdos de aquellas cercanías.
La voz serena y tímida de Horiamy se coló en sus oídos como un viento tibio en su mente.
-Nehuem abre los ojos. Notó el claro de la Luz del día sobre su iris tornandolas más claras mientras en sus labios una tímida sonrisa se formó.
-Mira a tu alrededor, lo lograste. Con sorpresa deslizó la vista alrededor del lugar notando su claro semblante árido y a la distancia se dibujaban las cinco montañas. Al verlas tan cercanas comprendía porque eran nombradas como los dedos de Hades, su forma eran similar a una mano extendiéndose al cielo.
-Vaya, no puedo creerlo. Horiamy avanzó delante de él dirigiéndose al lugar señalado.
-Apurate o quieres que te gané Tenacio.
-Claro que no. Él chico avanzó su paso intentando alcanzarla atravesando el camino desértico a pasó firme, notando el suelo ausente de la más mínima yerba, era inhóspito y retirado de cualquier territorio, le era imposible imaginar a un ser humano o animal atravesar ese lugar.
-¿Debemos tomar altura no te parece? Así podremos ver mejor donde podría estar ocultandose. Horiamy volteó hacia él poniendo las manos en su cadera.
-Buena idea, realmente ¿Salió de ti?- Él se golpeó el pecho con orgullo diciéndole:
-Acaso dudabas de mí inteligencia, yo también puedo sorprenderte.
Ambos subieron por la tercera Montaña poco a poco escalando por sus agudos picos, atravesando pequeños pasillos pegados a la pared de piedra hasta lograr alcanzar un punto plano donde una fina yerba en la entrada de una oscura caverna.
-Quédate atrás. Nehuem puso su brazo de escudo y avanzó con lentitud, pero su paso se vio bloqueado con la presencia indeseable de su oponente.
-El mestizo conflictivo...ni siquiera los dioses saben bien de donde saliste y tú ya te atreviste a pedir la mano de una señora del Olimpo. Él marco en su cara un sonrísa burlona.
- Que puedo decir, me encanta ser diferente y estoy seguro que ganaré a Coraly en Matrimonio.
-Eso lo veremos. Tenacio desenvaino su espada retandolo a luchar.
-Apartate Horiamy. La joven se hizo a un lado apartandose rápidamente oyendo tras ella el choque de sus armas, volteó viendo su combate decidido a terminar en muerte.
Nehuem repasó en su mente los movimientos aprendidos con Noah llevando acabo cada uno de ellos, pero al final de todo Tenacio era un oponente dignó conocía muy bien el arte de la espada logrando proteguerse de sus sucesivos ataques, esperó y esperó hasta cansarlo doblando la pelea a su favor, estaba listo para darle un golpe certero el cual lo debilitaria lo suficiente para volverse el almuerzo de Orión cuando Horiamy se interpuso en su estocada colocandole la reluciente espada de plata en la Garganta.
- Escuchame bien porque lo diré una vez, Vete de aquí, AHORA.
-No te metas en esto. Ella apretó la punta de su espada sobre su cuello diciéndole:
-Sí no te vas, probaras el filo de mí espada y te aseguró que es más peligrosa que la tuya. Apretó con intensidad su cuello generandole un fino corte que hizo brotar su sangre Escarlata ardiendo por la Garganta. Tenacio dio un saltó hacia atrás sorprendido del ardor producido en su sangre al contacto de aquella arma.
-¿Qué es eso?- La joven no bajo su mirada repitiendole una vez más el pedido.
-Esto no quedará así Nehuem, la próxima vez que nos veamos, ella no estará para defenderte.
Los pies de Tenacio se alzaron en vuelo alejándose de ellos tan pronto como pudo, mientras el berreo de Nehuem comenzaba a nacer, miró con la cara roja y fruncida hacia Horiamy, alzando los brazos al cielo a la defensiva.
-¡¿POR QUÉ HICISTE ESO?! ¡ERA MI PELEA! AHORA CREERA QUE SOY UN COBARDE QUE NECESITA DEFENDERSE BAJO TUS FALDAS. La joven se acercó a él apenas cambiando el gesto de su cara.
-No tenías oportunidad, Tenacio es un Joven preparado está entrenado en el arte de la espada desde hace años y ni aunque quisieras lo hubieras logrado porque apenas estas entendiendo las técnicas que Noah te enseñó, así que discúlpame por priorizar tu vida. Ella retrocedió unos metros cuando no pudo contener el coraje que corría por sus venas.
-Una cosa más, jamás en tu vida se te ocurra volver a gritarme o no respondo de mis actos. Guardó en su forja la espada y la colgó sobre su hombro, mientras aún oía a sus espaldas la rabia de Nehuem colandose entre dientes.