Titanes-La destrucción de un Imperio.

Capítulo 37- Eureka

La tercera posta apareció entre dos dunas aún más extraña que la última, el palo estaba amarrado a un extremo con una pequeña daga de plata.

-¿Eso también es tuyo?-Le preguntó con gracia.

-¿Qué puedo decir? Soy un hombre práctico, no te quejes. 

-Claro que no, pero llevatela ya no será necesario que permanezca escondida.

-En eso tienes toda la razón niña. Él la colocó dentro de su Cinturón viéndola con una mezcla de entusiasmo y preocupación.

-Bueno, estamos por entrar a la parte más complicada, si lo logramos será una gran historia para contar.

-Lo será, Zeus ardera de rabia y nada me causara mayor placer.

-Eres una niña terrible, te gusta jugar con fuego es enfermizo. Él se rió causándole gracia.

- No es así, él fue quién empezó yo sólo estoy cumpliendo mi parte respondiendo. Sus ojos verdes se inundaron de esa mezcla sincera pero suspicaz.

-Ni tú misma te lo crees, pero me agradas, Zeus merece ser castigado y si tú serás la verduga resulta muy interesante. Baley avanzó por la marca señalizada mientras la chica lo alcanzaba gustosa.

Atravesaron la parte más dura del desierto un calor sofocante invadía sus cuerpos, mientras que la arena colandose entre sus pies se tornaba cada vez más caliente, el hombre parecía no sentirlo mucho, tal vez por el ánimo que mantenía o las veces que había intentado cruzar por allí, mientras ellas buscaba resistir pensando en cada persona que la esperaba afuera. Recordó la imagen gruñona de Cala no queriendo ser abraza, Liria colgada a su cuello feliz de cada acto noble, la sonrisa inigualable de Noah y el refugió que le daba entre sus brazos a las tres, los ojos castaños de Nehuem encogiendose al reír, ese carácter irreverente el cual se modificaba cada día volviéndose más amigable y ha fin a ellos.

Baley se detuvo en seco haciéndola golpearse contra su espalda.

-¿Qué ocurré?- Alzó la mirada hacia adelanté distinguiendo las grandes Nubes negras cubrir el cielo, haciendo caer a la tierra poderosos rayos capaces de cortar a una persona a la mitad, mientras en el centro podía distinguirse una tromba de arena y viento enredandose entre el cielo.

-Es la salida, llegamos Baley. Ella saltó entre las dunas sintiendo una nueva energía recorrerle el cuerpo, volteó a verlo viéndolo más atrás, se había detenido frente al suceso, obligándola a retroceder.

-¿Qué sucede? Ya estamos cerca ¿Por qué te detienes ahora? 

-Ya intenté pasar muchas veces por ahi, fue todo inútil, siempre salía mal.

-Eso era antes, ahora estoy yo aquí, no te dejaré y sino me crees piensa en las personas que deseas ver ¿Acaso vas a dejarlas sólo por esto? Sobreviviste tanto tiempo aquí, debes tener un motivó fuerte, aferrate a ello e inténtalo ¡Por favor! Quiero ir a casa con mis hermanos Baley, ven conmigo. Sus ojos castaños volvieron a tomar ese brilló alegre y esperanzador.

- Mi hija, sólo me mantuve vivo por ella, quiero verla. 

-Entonces ¿Qué esperas? ¡Ve con ella!-Horiamy dio la suficiente motivación para llevarlo hacia la salida.

Ambos avanzaron a la par intentando no perder la confianza, mantenerse firmes era lo principal sólo así podrían sobre pasar la barrera de Zeus. Se encontraban a unos pocos pasos sintiendo la fina descarga enérgica que producían los rayos viajando por las arenas.

-Vaya, el destinó es realmente muy curioso, si me hubieran dicho que vería este momento jamás lo hubiera creído. Ambos detuvieron su andar volteando hacia atrás, la gran túnica negra cubierta de los emblemáticos adornos del inframundo, dibujando una sonrisa gustosa en el rostro.

Horiamy mostró su mejor cara de mala, sin dejarse intimidar por el Dios.

-Hades. Él se reverencio ante la muchacha sarcásticamente.

-Buenos tardes querida.

-Sabe tú hija ¿El aliado de que miserable eres?-Sus ojos eran iguales a los de Cala con la única diferencia de tener un vació gigantesco, no había humanidad, cariño o algún destello de bondad, sólo oscuridad tenebrosa clavandose en ella.

-Ya me trajiste suficientes problemas con mi hermosa hija, pero no volverás a hacerlo. Él se rió.

-No deberías juzgar a Zeus al fin de cuentas apesar de tú presencia detestable entre nosotros, ha echo cosas que jamás creyó, castigó al favorito de todos sus hijos y lo más importante. La mirada del altivo se deslizó al hombre juntó a ella, emergiendo una sonrisa satisfactoria.

-Las dos piedras de mi hermano juntas finalmente, míralo bien muchacha, hazlo antes que sea tarde. Horiamy deslizó la atención a Baley sus ojos estaban clavados en el altivo, su boca pronuncia la misma canción casi indetectable bajo lentamente distinguiendo entre sus manos un colgante de plata exactamente igual al que Atenea le había confiado.  

Todo el mundo desaparecía delante de ella como magia, no podía pensar en nada más que el collar enredado entre sus dedos, era incapaz de dar un pasó cualquier movimiento era capaz de destrozarla, las señales, cada palabra salida de su boca lograba cobrar vida atravesandola a la mitad. Hades sonrió con orgullo ante su rostro demacrado.

-Eureka, ahora podemos avanzar. 

Apesar del torbellino que invadía en cada rincón de su cuerpo, Horiamy oyó las palabras del Rey poniéndose en alerta, su mano viajó al cinturón dándole la señal.

-¡Corre!-Estiró la túnica de Baley haciéndolo avanzar tan rápido como daban sus piernas, esquivando los incandescentes rayos.

-¡Crees que no puedo cruzar los rayos de mi hermano!¡No seas tonta Horiamy! ¡Te falta mucho por aprender!

Baley detuvo el pasó viendo los ojos cristalinos de la joven.

- ¡No te detengas! ¡Avanza!- Un escalofrío le recorrió la piel al sentir su mano enredarse a la suya, obligandolo a continuar.

Sin dudarlo saltó al corazón de la tromba sujetando con fuerza a él hombre que tanto la había acompañado sin dejarlo escapar ante la fuerza del viento. 

Una luz brilló en lo alto viendo el cielo claro detrás, aún con dudas Horiamy dejo de luchar contra la fuerza que mecia la tromba dejándose arrastrar por ellas antes que Hades les pusiera una mano encima.




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