Titanic

Parte 7

El truco que uso la pareja de estafadores fue que la jovencita espero que uno de los maestros empezará la jugada, con las piezas negras, ella fue a la mesa del otro y uso esa partida con las piezas blancas, así cada movimiento que hacia uno de los jugadores, ella lo replicaba en el otro tablero, esto se alargó por horas, momento en que los dos maestros decidieron rendirse, porque supuestamente no pudieron ganarle a la muchacha.

Ninguno de los expertos en ajedrez pudo darse cuenta de esto, por la petición de poner un biombo para separar las partidas.

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En el bote donde estaba Violet, el bebé sin nombre lloraba por el frío, ella se quitó su chal y lo envolvió, así logro mantenerlo a salvo hasta que unas horas después los rescató el Carpathia. Ya en cubierta la joven estaba sentada, envuelta en una manta con el niño en sus brazos, en eso una mujer se le acercó, sin decirle ni una palabra recogió al niño de sus manos y huyó entre la muchedumbre, la muchacha trato de seguirla para preguntarle quien era, pero en la multitud le fue imposible. Unos meses después la camarera continuó trabajando en barcos de la misma empresa.

En noviembre de 1916, durante la Primera Guerra Mundial, Violet se desempeñó como enfermera de la Cruz Roja en el transatlántico Brittanic, que lamentablemente se topó con una mina marina y se hundió en apenas una hora. La Srta. Joseep estuvo a punto de perder la vida al ser succionada por el mar mientras se hundía el barco, por suerte alguien logró rescatarla tomándola del pelo, se salvó así de un nuevo naufragio.

A los 35 años Violet se casó con John James Lewis, un marino mercante, lamentablemente se divorciaron al año, luego de eso empezó a trabajar para la Red Star Line, desempeñándose de nuevo como camarera y enfermera en cinco cruceros alrededor del mundo. En 1943 escribió sus memorias, publicadas recién en 1997, por decisión de dos de sus sobrinas. Allí cuenta que muchos años después de la tragedia recibió una llamada de alguien que le preguntó si ella había salvado a un bebé cuando ocurrió lo del Titanic, cuando ella dijo que sí, se identificó como el infante, le dio las gracias y colgó.

En 1950 decidió dejar de trabajar en barcos, vendió su casa y se mudó a un pueblo llamado Great Ashfield, en Suffolk, donde trabajó como jardinera, además crio gallinas para vender sus huevos, eso, más una pensión que recibía le permitió vivir con los justo y necesario. En 1971, a los 83 años, murió de un paro cardiaco.

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En otro de los botes salvavidas con sobrevivientes estaba la familia de Quigg Baxter y su enamorada, Mayne, que luego de unas horas fueron rescatadas por un carguero. Inmediatamente empezaron a buscar al joven entre los rescatados, pero eran tantos, y había más de un barco que tenía sobrevivientes. Tuvieron que aguantar los nervios hasta que llegaron a Nueva York, donde siguieron la buscaron por todas partes, pero no lo encontraron. Su enamorada y su familia quedaron devastadas.

— Lo siento señorita — la madre del joven, pasado unos días había vuelto a su actitud arrogante de antes — ya no podrá alojarse más en mi casa.

— La entiendo señora, no sé preocupe, tampoco puedo quedarme más, tengo pasaje para Europa, si sabe algo me podría avisar, por favor.

— Le informaré cualquier novedad.

Mayne llegó a Paris, donde volvió a trabajar en un cabarés, con los años nunca se casó ni tuvo hijos, una vez que se retiró, se mudó a una casa en los suburbios de Bruselas. Cada vez que contaba la historia que vivió en el Titanic, su familia y amigos no le hacía caso, ya que no nadie supo de su viaje.

Llevada por la curiosidad, una vez su hermana revisó la lista de pasajeros, que fue mundialmente conocida, y no la encontró, cuando le pedían pruebas ella decía que si no creían en su palabra, mejor no seguir con el tema. Su historia fue descubierta más de 50 años después, una vez que murió y su sobrino, que había ido a limpiar el hogar de la fallecida, halló una caja en un armario con varios recortes, fotografías y cartas que confirmaban que nunca había mentido.

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Entre los cuerpos que se lograron rescatar estaba el de Isidor Straus, no así el de su esposa, Ida, que nunca fue rescatado. En el Cementerio Woodlawn, en el Bronx, se encuentra un mausoleo en recuerdo de ellos, tiene una inscripción que dice: "Ni todas las aguas pueden aplacar el amor, ni las inundaciones anegarlo".​

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El panadero quedó en el mar helado, estuvo nadando durante dos horas, aunque admitió no haber pasado frío gracias a la gran ingesta de alcohol previa. Al amanecer vio un bote, el cual se había volcado accidentalmente al intentar bajarlo, en el estaban veinticinco hombres de pie, encima. Continuó nadando lentamente hacia allí, pero no había suficiente espacio.

— Esperen, es el Sr. Joughin, el panadero.

— Sr. Maynard, por favor, ayúdeme.

— Por supuesto, hay que subirlo.

— No hay espacio — reclamó agresivo otro de los que estaban en el bote.

— Vi cómo le dio su puesto a una mujer con un niño, solo hay que apretarnos un poco, morirá si no lo subimos.

Al final decidieron ayudarle, y lo pusieron al medio de todos para tratar de darle algo de calor.

Luego fue transferido a otro bote, en el que estuvo hasta que fue rescatado por el Carpathian. Al abordarlo, tenía los pies tan congelados, que tuvo que caminar de rodillas.​

Tras sobrevivir al desastre, regresó a Inglaterra, donde testificó en la investigación junto con otros miembros de la tripulación.​ Su esposa Louise Woodward falleció en 1919, en su tercer parto. En 1920 el hombre empezó a trabajar principalmente en barcos estadounidenses y fijó su residencia definitiva en Paterson, Nueva Jersey. En 1925 se casó con la viuda Annie E. Ripley, quien ya tenía una hija, llamada Rose. En 1930 adquirió la ciudadanía estadounidense, enviudó de nuevo en 1944.



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En el texto hay: esperanza, viaje, muerte

Editado: 02.06.2021

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