—Ah no, culpa tuya por no decirle, jajaj
—Como sea, me alegra mucho, felicidades por los dos.
—Lo mismo digo, su matrimonio será el comienzo de la nueva generación de la familia, o mejor dicho la futura.
—Bien, un brindis por eso. —En serio me gusta brindar, quizás es por el simple hecho de que casi nadie choca las copas conmigo. Pensaba que era casualidad aunque se vuelve incómodo. Los rostros de todos están radiantes; se deben de sentir muy bien por la unión de dos familias prestigiosas. La famila de Bianca también era pudiente, pese a que recién alían de una mala racha. Supongo que el nombre de su familia se seguiría haciendo de fama. Su padre es empresario de Norteamérica, accionista en alguna compañía de allá, no recuerdo el nombre. Su apellido se caracterizaba por dar espléndidas fiestas, en una de ellas se conocieron ella y mi hermano. Supieron de inmediato que eran el uno para el otro solo que no precisamente por razones amorosas.
—Por los novios. —Y la frase se repite como es costumbre.
—Bueno, ahora sí me tengo que marchar, adiós y que pasen un buen día.
—Adios hijo.
—¡Que no te maten! —Ja ja ja, muy gracioso.
Ya se acabó el desayuno, que bien largo que se me hizo
—Ve con Dios hijo.
—Hasta luego. —Menos mal que la puerta principal está cerca del comedor, no soporto caminar tanto en una misma casa. A veces es un tanto difícil convivir en esta sociedad, todo está regido por estrictas reglas las cuales debes cumplir, de no hacerlo pasarás como un marginado por debajo del hombre de todos. Londres es una ciudad movida, bulliciosa y con un cielo casi siempre de aspecto nublado con un frío color gris. En ese sentido es algo parecida a New York, en la medida de lo posible.
Ya llegué a la casa, parece grande, lo suficiente como para recibir a ciento y algo invitados cómodamente. Un estilo clasista de arquitectura similar a las resistencias que la rodean.
—Buenos días señor Milo, mi nombre es Bianca, soy la agente que atiende los inmuebles para su renta. Si no es molestia acompáñeme con gusto le enseño la casa. —¿Bianca?
—Un placer conocerla señorita, esta casa la pienso rentar para la boda de mi hermano, su prometida también se llama Bianca, se parece mucho a ella.
—Ahh... Eh bueno coincidencias, será un un gusto ayudar en lo que pueda.
—Ya lo estás haciendo, tu presencia es reconfortante. —La chica se me quedó tiesa, deberá tener unos veinticinco años más o menos. Bueno al menos conservo mi encanto. —De cualquier forma, adelante siento curiosidad por el inmueble.
—Si... —Se sonrojó aún más. Si soy sincero hace rato que no tengo una relación seria. Recuerdo mis amoríos del colegio, nada malos a decir verdad.
—Dime, Bianca, los amigos con los que acordé la cita ya están dentro?
—Así es, no están hace mucho, les ofrecí algo de beber. Bianca abrió la puerta y allí estaban esos dos perezosos, adictos al whisky desde pequeños y pudientes clientes de clubs nocturnos.
—Hola Steve, Sthan, como están? Veo que no han muerto por ninguna borrachera.
—Jajaj que dices, son solo un par de fiestas al mes.
—Si es que al parecer Martha lo está educando bien jajajaj.
—Si jajaj muy gracioso todo, bien a lo que íbamos, Bianca serías tan amable de mostrarnos la casa.
—S... Si enseguida por favor por acá. —Se le ve nerviosa.
—Pss... —Steve me susurra muy bajo para que la sexi mujer no nos oiga. —¿Que le hiciste? Parece que te vió en alguna revista comprometedora jajaj.
—Jjj... Ya es suficiente... —Demonios hizo que se derramara un poco del Gic Tonic que estoy bebiendo, me encanta el Gic Tonic. Estamos siguiendo a Bianca mientras ella se expresa de una forma peculiar, nos muestra la casa con intenciones de llevarse a casa un millonario, como dije, más vale dinero que amor pasajero. Sus nalgas se mueven de una forma angustiante, y sus pechos, no puedo evitar mirarlos. Parece que mi época de soltero empedernido aún sigue intacta. Aunque ya debería ir pensando es otros horizontes.
—Y este es el patio lateral, muy amplio y el salón por el que acabamos de pasar tiene una muy buena vista a este.
—Sin duda es una casa envidiable. —Añadió Sthan, no se le a oído mucho, también está atrapado en el regozijo de ciertas partes del cuerpo de Bianca.
—Bueno creo que no hay más nada que ver, la casa es maravillosa, mi hermano me pidió que buscara el lugar para su boda y lo encontré; si no le gusta pues el problema se forma después. Bianca te agradecemos mucho, la rentaré.
—Muchas gracias señor Milo, estos son los papeles que debe firmar, luego de eso tiene poseción de la casa hasta dentro de una semana.
—Bien, ok listo. Me disculparán pero debo irme.
—Ya debes irte, ahora resulta que aprendiste a trabajar con tu padre?
—Nada de eso. Estoy algo cansado, anoche no dormí muy bien.
—Lo acompaño hasta la puerta Milo.
—Gracias Bianca. Ya en la puerta, me despido de ella con un sutil pero significativo beso en la mejilla. Se sonrojó casi el doble de lo que lo había hecho.
—A... Adiós. —Y cerró rápido la puerta, supongo que los nervios le jugaron una mala racha. Quizás hubiese conseguido una noche conmigo y algo más. Me resultó agradable. Estoy en mi coche conduciendo a rumbo a mi casa. —Y eso...—Disculpe señor, me podría dar un periódico. —Detuve el coche bruscamente, el humilde hombre que los vendía, casi hasta se asustó. Vestía de una forma común, no era un vagabundo pero tampoco creo que llegase a ser de clase media ni nada por el estilo.
—Claro señor, aquí tiene.—Gracias que tenga un buen día. No pasó mucho tiempo hasta que detuve el coche nuevamente y le heché un ojo al periódico que compré. Me sacudió la curiosidad una noticia que se veía desde lejos:
"El Trasatlántico Titanic está casi listo para su viaje inaugural rumbo a Norteamérica, se dice que es el más veloz del mundo"
—Continué conduciendo sin pensar que sería una gran idea para unas vacaciones.