Titanium Heart

CAP. 1. PUNTO DE ENCUENTRO

La incrustación en la cadena que llevaba en el cuello siempre sacaba uno que otro destello y no podía retirarse, como marca permanente de mi familia. Una correa para mí que se encargaba de encerrarme, de recordarme a qué o quienes pertenecía, un maldito recordatorio.

El profundo sueño que constantemente era robado, asaltado por pesadillas crueles y el recuerdo de un mundo entero que quería esconder, matar.

Me había levantado temprano, nuevamente y aunque el sueño parecía hacerse presente con cada paso continúe caminando, no por que quisiera, sino que simplemente era el molde que debía de seguir y el miedo, frio y profundo, del que quería escapar cada vez que dormía.

Las clases transcurrieron como si fuese viento, el tiempo se detenía solo cuando alguien hablaba conmigo “por obligación”, mientras tanto yo prestaba atención a cada cosa en el salón, hasta el más mínimo detalle y lo que más me daba curiosidad como aquellos breves momentos era el chico que se sentaba alado mío, él me observaba mucho, yo estaba a acostumbrada a observar pero ser observada me ponía los pelos de punta y fue un cambio tan repentino que de repente mis ojos al más mínimo descuido, regresaban a aquel chico.

Las cosas lucieron normales después de eso y contemple de manera obligada mis uñas.

La enfermedad estaba llegando. La vida llena de normalidad parecía terminarse y entonces… los problemas verdaderos empezaban.

Mi molde era constituido por cuatro cosas: la mentira de vivir en el mundo normal, la costumbre de dejar las cosas pasar, los deseos que no deseaba afrontar y lo que se esperaba de mí.

Entonces me encontré a mí misma enfrascada de nuevo en aquella clase, lugar al que solo iba para matar el tiempo ya que Ellen había mencionado antes que no tenía por qué obligarme a asistir este año. Eran reglas, había dicho él y eso había hecho que no le respondiera durante los últimos meses.

El frio golpe de la realidad era una travesía que tenía que olvidar por mí misma todos los días, encerrando mis instintos y después empezando de nuevo, como si mi cerebro pudiese borrar alguna otra cosa fácilmente. Me había vuelto realmente buena en eso.

Entonces fue al cuarto día de la primera semana en las que habían regresado a clases cuando otra cosa me arrastro de vuelta al mundo y me había obligado a prestarle atención, a hablar y darme cuenta de mi descuido.

Habían tres chicas al otro extremo del salón vacío que alzaban sus voces esperando ser escuchadas por nadie más que yo, preparando mascaras en sus caras con pintura en los labios y ojos. Ellas hablan de un chico, uno que habían visto en el salón de al lado y tenía como amigo al chico que se sentaba a mi lado.

Antes me había percatado de que ellas habían tratado de sacarle información sobre como era su amigo pero, el chico de lentes se había negado a hablar y lo que me saco de mi caja fue su simple presencia, de vuelta con el chico de lentes.

De quien hablaban era mucho más de lo que habían descrito, para mí fue angustioso.

Aquel muchacho nunca había sido simple pero tampoco era extraño, no para mí.

Él había entrado al salón con su suave olor dulce, un dulce que picaba en el fondo de mi garganta al ser detectada por mi nariz, como la pimienta.

Sus ojos llevaban encima los secretos de la magia, como si eso fuese posible, porque el misterio, la forma en que había sido escondido todo rastro de poder se enredaba con los matices de violetas, morados y luego grises en los iris.

Su piel había sido tan blanca como la del chico que había pasado a ocupar el asiento al lado mío y su rostro era proporcionado, nada fuerte en él. Su cabello negro como las plumas de un cuervo y evidentemente más de metro ochenta

El chico de lentes seguía hablando sobre una cena obligatoria, frunciendo el ceño molesto ante la persistente sonrisa de su amigo pero fue otra cosa la que me molesto aún más que su presencia.

Compañero, había gritado una fría voz en mi cabeza y la había aplacado con cada pisca de poder que tenía.

El recuerdo lloro por florecer y aun así, después de todo el dolor, el miedo, la impotencia y contundente ira, yo lo pise.

Ignorar se había vuelto una segunda naturaleza. Antes me había parecido imposible escapar de lo que sea que fuese el ser débil  que había en mi pero ahora no, ahora quiza no era tan simple pero era alcanzable, solo necesitaba un poco extra de concentración para lograrlo.

Él había dejado de sonreír un segundo después de que las chicas fueron a hablarle murmurando lo hermoso que era, preguntando si él era modelo, una cosa tan mundana.

Él había dejado de sonreír cuando sus ojos se habían puesto en mí y mi plato de comida en lo cual estaba toda mi atención, desviandose de su camino hacía mi quien gritaba internamente que no se acercara..

—Hola. —me saludo acercándose mucho más a mi mesa.

El escuchar su voz fue como si un rayo rompiese las rocas que rodeaban alrededor del mar, entre su rugir y canto con el cuerpo de agua gigante. Mi cuerpo grito en respuesta.



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En el texto hay: romance aventura, destinos enlazados, magia

Editado: 17.01.2020

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