Titulo sueños inalcanzables

Capitulo 1

Paola:

Eran pasada la media noche cuando mi marido cruzaba por la puerta tambaleándose de un lado a otro. 
De nuevo había vuelto a tomar y como ya vengo sospechando desde algunos meses, él anda en asuntos turbios. 
De nuevo volvemos a discutir, los gritos son tan fuertes que hace que mi pequeño hijo se despierte y mi bebé de apenas ocho meses llore.

Trato de calmar al bebé y a mi hijo, el cual se esconde detrás mío.
Ver a mis hijos en esa situación hace que me cuestione de tomar la decisión de divorciarme.
Ya no puedo soportar más está situación le cuento a mi mejor y única amiga Josefa.
Ella me consuela mientras cura mis golpes. Unos golpes que me van doliendo menos en mi piel pero más en mi corazón al ver en la mirada de mi hijo de tres años de edad lo cobarde que soy por no dar el paso.

Decidida a dejar a Cristhian de una vez por todas, me encuentro con una carta del abogado donde puede leer lo que más anhelaba. Christian ha comenzado con los trámites del divorcio. 
Para mí es un golpe fuerte, pues apenas tengo recursos económicos para afrontar algo así. Pero no me importa, tengo dos manos para salir adelante y poder cuidar de mis hijos.
Con la ayuda de Josefa, comienzo a trabajar en un almacén de fruta. 
El trabajo me gusta y me da la opción de poder pagar a una cuidadora mientras yo trabajo.
El trabajo en el almacén es demasiado duro, cargando cajas todo el día, empaquetando y sobre todo tener que soportar al encargado. Un hombre de mediana edad con muy mal genio, pero claro debido a las circunstancias en las cuales estoy, lo único que debo de hacer es guardar silencio siguiendo sus instrucciones.

Cansada, llego a casa cargando en brazos a mi hijos, los cuales se han quedado dormidos. 
Los dejo en su camita y cuando voy a tomar asiento en el sofá para relajarme un poco veo una carta encima de la mesa.
La abro y se trata de una citación en el juzgado para tratar el asunto del divorcio.
Suspiro aliviada, al fin Cristhian me va dar el divorcio y se va marchar lejos según me ha dicho su hermano.
Miro a mi alrededor con detenimiento, la casa tiene humedades, el invierno ya se ha echado encima y solo dispongo de un pequeño brasero para calentarnos.
No puedo más y acabo sollozando repitiendo me a mí misma qué tengo que hacer exactamente si trabajo muchas horas y apenas me alcanza para pagar gastos y darle de comer a mis hijos.
Estoy sola y desesperada.
Hace años que dejé mi país justo cuando conocí a Cristhian y me enamoré de él. Era tan joven y tan ingenua y por querer salir de mi casa por las circunstancias en las cuales me vivía, vi en Cristhian la oportunidad de salir de aquella casa donde no me sentía a gusto.
Y ahora aquí estoy sola, llorando amargamente buscando alguna solución para salir adelante.

Llevo horas trabajando y siento la mirada puesta en mí del encargado. 
Trago saliva varias veces pensando en lo peor. 
Según cuentan mis compañeros han despedido a dos personas y al parecer quieren despedir a más personas.
Mi intuición no me falla y a la hora de comer, el encargado me sube hasta la oficina del director para que hablen conmigo.
Camino nerviosa, temblando del pánico que siento porque exactamente no sé qué es lo que me espera.

En la oficina del director, el encargado me hace de sentarme en una silla comunicándome que debo de abandonar mi puesto de trabajo.
No, no podía ser. Aquel hombre me estaba despidiendo sin motivo alguno.
Aquello me supera de una manera que me levanto de la silla golpeando con la palma de mi mano la mesa fuerte.

— Escúcheme con atención, no le voy a permitir que me trate como una idiota. Yo no he hecho nada malo para que me tenga que despedir de este modo. — Protesto indignada y furiosa al mismo tiempo.

Sin embargo, él sigue quieto sentando en la silla sin decir nada salvo elevar un poco la comisura de su labio mirando al frente. 
Me volteo quedándome fría al ver parado detrás mío al director.
Roja como un tomate intento disculparme, pero el director, un hombre muy serio y recto no perdona esa falta de disciplina de un trabajador hacia su superior.
Por lo que yo misma me había ganado el boleto de mi despido a pesar de intentar convencer al director de mi situación y lo tanto que me hace falta el trabajo.
A pesar de mis súplicas, él no hace caso a mis ruegos y dirigiéndose al encargado le dice que me dé mi sobre porque debo de irme.

Cogí de la mano a mi hijo y en brazos a mi bebé y comencé a caminar hasta mi casa donde al parecer la desgracia seguía persiguiendome.
Nada más llegar a casa la casera estaba preparada para decirme que le pagase el alquiler. 
No, aquello no podía estar sucediendome . Traté de hablar con ella para que me deje un mes más y así poder encontrar trabajo.
Ella, vieja avariciosa cambió la cerradura de la puerta mientras yo estaba buscando trabajo.
Con mis pocas pertenencias y cargando a mi dos hijos me dirijo hacia la casa de Josefa donde ella me acoge encantada.
Pero claro, debía de encontrar casa y trabajo no podía estar sin hacer nada.

Tuvieron que pasar algunas semanas hasta que por fin encontré trabajo limpiando oficinas y casas.
Con la ayuda de una compañera de trabajo pude alquilar un pequeño apartamento y así poder mudarme con mis hijos.
Después de tanto sufrimiento, al fin había encontrado la estabilidad y todo me iba bien hasta que un día cuando salgo de mi trabajo me encuentro con el hermano de mi ex marido.
Directamente le pregunto que quiere de mí y lo único que me dice es que Cristhian estaba de nuevo de regreso y se había llevado a los niños.
Alarmada y preocupada le pedí que me llevaste a donde estaba mi ex marido con los niños.

Al llegar al parque donde se encontraba Cristhian jugando con los niños me bajo del auto corriendo para ir a proteger a mis hijos.

— ¿Qué haces cerca de mis hijos? — Grité poniéndome delante de mis hijos.



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Editado: 13.01.2021

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