Mamá: "Se llama Giana, como tu madre. Y ¿sabes? realmente no deseo que la veas, Hank. I/I/MM"
Papá: Como nuestra hija que es, debe ser totalmente preciosa. Una princesa de cuento de hadas. II/I/MM"
Mamá: Lo es. Tiene tus ojos, tu sonrisa, mis pecas y mi cabello. Es mi pequeña zanahoria. III/I/MM"
Papá: ¿Sabes, Mariane? deberíamos irnos, lejos. Solamente nosotros tres. ¿Qué dices? IV/I/MM"
Mamá: No, Hank. Tus hijos te necesitan. Además, aún no perdono tú infidelidad. V/I/MM"
Papá: Se te olvida que ella también es mi hija, ¿verdad? Voy a recuperarlas a como dé lugar. De eso puedes estar segura, mi amor. VI/I/MM"
Después de esa última nota, no hay más. Ni una sola. Al parecer el único infiel, fue papá.
En una noche me he leído todas sus notas. Según la información del notario Sharman, mis padres dejaron estas notas en una cafetería antigua. En ese lugar, a todos los enamorados, les permitían dejar notas para sus respectivas parejas. Por esa razón papá y mamá siguieron "comunicándose" entre sí. Todo esto, fue antes de su divorcio. Es decir, en realidad, cuando papá, mamá y yo vivíamos juntos, fue solamente una garza. Ellos ya estaban divorciados. Se veían infelices, pero, jamás me imaginé que hubiera algo tan grande como una infidelidad. Eso nadie lo menciona ¿verdad?
Gracias a dios, papá no sabe que fuimos con el notario, de lo contrario, es capaz de comernos vivos.
— ¡Giana! ¡El desayuno! — Escucho los gritos de papá en la sala y reacciono de inmediato guardando las notas en la bolsa de mi abrigo. — Buenos días.
— Buenos días, padre. — Respondo mientras bajo la mirada a mis pies.
— Mañana saldré de viaje debido a negocios así que...
— Al llegar del colegio, haré sus maletas. — Lo interrumpo sabiendo que eso es lo que iba a decirme.
Es casi una rutina. A veces, solamente a veces, parece que lo conozco como la palma de mi mano.
— Buenos días, papá. — Tyler entra al comedor muy sonriente. — Buenos días, Giana. ¿Todo bien? — Asiento sin mirarlo y por su risa divertida, sé que me ha comprendido.
— Buenos días, padre. — El siguiente en entrar al comedor es Moisés.
No me sorprende ni un poco que no me salude. Estoy tan acostumbrada a ello.
— Eres un maldito mal educado, Moisés. — Gruñe Stefan entrando también al comedor. — Hola, Giana. Buenos días. — Sonrío suavemente sin mirarlo. — Levanta el rostro, mírame y responde.
— Buen día, Stefan. — Hago lo que me dice no sin regalarle una sonrisa cómplice.
Stefan me guiña un ojo para después tomar su asiento en la mesa. Los escucho acomodarse y comenzar a desayunar hasta que...
— Siéntate a mi lado, Giana. — Ordena Tyler. — Quiero que desayunes conmigo. — Trago duro mientras niego con la cabeza.
Por extraño que parezca, ni papá ni Moisés protestan. Ambos continúan desayunando y leyendo su periódico, muy tranquilamente. Me niego a aceptar su juego y salvo disparada hacia mi habitación. Soy muy desconfiada y eso fue demasiado extraño. ¿Desayunar con él? ¿Que zombie se comió su cerebro? Ellos jamás de hubieran atrevido a decir algo así, salvo que papá no estuviera.
Me encierro bajo pestillo y tomo profundas respiraciones intentando calmar mi tan acelerado corazón. Cuando la impresión ha pasado un poco, guardo las notas de mis padres en su respectivo lugar. Tengo que levantarme de puntillas para tocar la caja. Un mal movimiento hace que el resto de las cajas que guardaba junto, caigan sobre mi cabeza descolocándome por completo. Me tambaleo cayendo en mi cama de un sentón. ¡Maldición! Llevo mi mano a mi cabeza sintiendo algo de humedad. Miro mis dedos ahogando un jadeo al ver signos de sangre. ¿Justo ahora tenía que pasar esto? ¡Que tonta soy! Al intentar levantarme, un mareo llega a mí, haciéndome sentar de nuevo en la cama. ¡Agh!
— ¡Giana! ¡Giana! ¿Estás bien? — Varios golpes en la puerta por parte de Stefan me hacen soltar otra maldición en voz baja. — ¡Giana, responde!
— ¡Estoy bien, Stefan! — Grito poniéndome de pie. — Me caí. Es todo. — Entro al baño para lavar la herida en pocos minutos.
Si llego tarde al colegio, el profesor no creo que me deje entrar a su clase. ¡Ya es el último día de la semana! Sería el colmo que ahora me ponga a llegar tarde a clases o a no entrar. Mamá podría decepcionarse de mí. Pongo algunos vendoletes para así evitar que la herida vuelva a abrirse y salgo de nuevo a mi habitación. Tomo las cajas desordenadas y las coloco en su lugar para luego tomar mi mochila y salir de mi habitación. Bajo las escaleras en un tiempo récord y en la sala encuentro a mis hermanos mirándome con ¿preocupación?