Todas las estrellas

Capítulo diez

Una semana, o dos. La siguiente debía estar según Luther toda en el hotel porque era mi responsabilidad cumplir con el trato. Lo cierto era que al chico no lo había vuelto a ver y me había dejado pensando incluso si él ya no seguía dentro de los planes. 

Denegué la invitación a una fiesta para celebrar mi termino de semestre en el que en teoría participé solo algunas semanas. No era necesario tanto alboroto, solo significaba un "no iré más a cocinar por allí y que estaré de vacaciones cuando todos hayan estado en sus respectivas escuelas". 

El banco había aprobado un préstamo y yo estaba calculando mis meses de trabajo para pago, en solo tres meses ya habría alcanzado a sobrevivir de forma precaria y pagar la deuda, siempre mantenía en cuenta que no solo implicaba la decoración de la cafetería, era mucho más. 

—Solo falta eso —concluyó Brandon.

—¿Y cuanto es niño? es lo que preguntamos —dijo el abuelo sentado a su lado.

—Algo así como dos mil dólares —respondió el moreno jugando con la punta del lápiz en el cuaderno.  

—¡PEFECTO! —alzó los brazos el abuelo llamando nuestra atención —. Contigo no había que pagar la universidad. 

Ironizó. 

—Brandon —comencé a decir —, ya tenemos el dinero, hay que dividirlo y no mal gastarlo. 

—Idiota —agregó la pelirroja. 

Estaban peleados, no parecía de esas relaciones toxicas en las que estaban todo el día en la misma situación normalizada pero, si se peleaban por lo que fuera no pensaban igual. Eran un poco extraños. A veces unos empalagosos, la mayor parte del tiempo unos hormonales y de vez en cuando enemigos mortales. 

—Lo siento, entonces deberíamos ir a elegir algunas cosas —propuso. 

Y yo, que había estado casi todo mi turno buscando algunos colores de pintura y los insumos que necesitábamos. Estaban todos arriba del auto cuando caí en cuenta. 

Mi mente estuvo en otra cosa durante todo el camino, el día me hacía sobrevivir solo porque ya estábamos muy cerca de comenzar nuevamente aunque fuera desde cero, pero mi mente seguía estancada en Alex. 

Parecía estúpido pero no podía soltar todo lo que había vivido junto a él, todo el tiempo que había dependido de él, ese que no tenía pero también le había entregado. 

Y seguía estando en el momento estancada, en ese que lo vi nuevamente pero con una chica nueva, con su chica. Quizás nunca habría podido entregarle todo lo que él quería pero él tampoco podía darme lo que necesitaba.

Llegamos hasta la tienda y quería todo pero solo nos decidimos por algunas cosas, Sarah regaló algunas aunque tuvimos que soportar al abuelo refunfuñar todo el camino vuelta a casa.

«¿Te parece ir al cine?»

Arrugué mi frente cuando vi el mensaje anónimo. 

«¿Eres...?»

Esperé unos minutos frente a la pantalla y cuando no recibí me di por vencida, quizás alguien había marcado mal el numero y era justificable, a mi me había sucedido. En realidad, siempre me sucedía lo mismo. Quizás era momento de sentirme mal porque todos me daban mal su número telefónico. 

Revisé todo lo que ofrecían las redes sociales para una joven-adulta o adulta-aburrida. Lo cierto de toda la bandeja de entrada eran solo publicaciones que enviaba Sarah sobre Kylie Jenner o esas mierdas que le interesaban sobre el cabello. Insistía en su cambio de look.

Y yo, intentaba evitarla a ella en ese tema especifico. 

«Max. Creí no era buena idea invitarte un trago»

Lo había recordado. Solo con su nombre. Me caía mucho mejor cuando nos conocimos la primera noche, creí que era más agradable cuando no existía la luz del día. 

«Tengo que ocuparme de unas cosas pero si quieres puedes ayudarme... »

Propuse mi idea y pareció gustarle pero después de un tiempo insistiendo accedí a ir al cine junto a él. Mi error fue comentarle a Sarah, quién le dijo a Brandon el bocón, él mismo que le contó al abuelo sobre una supuesta cita "por error". El problema es que fui casi arrastrada de la casa, según el hombre del bastón necesitaba conocer a más personas. 

Aunque mi propuesta, seguía en pie. Si o si. 

 

***

 

Caminé por la acera al rededor de media hora, el viaje se había hecho mucho más largo de lo que había propuesto, lo tenía todo controlado y no alcancé a tomar el bus. Odiaba los planes rotos. 

Cuando estuve cerca creí, verlo desde lejos. Estaba apoyado en la pared supuse hablando con alguien en su celular. Y en ese instante todo se basaba en lo que creía. Podía ser él, o no. 

Me acerqué y entonces despegó el aparato de su oreja para mirarme, se despidió y luego se acercó hasta mí, ya nos conocíamos pero si se notaba incomodo un segundo encuentro, aún no decidía si el primero había sido del todo civilizado. 

Cabello negro que parecía estar mojado, una simple camiseta negra con un dibujo de... ¿Kurt Cobain? por un segundo creí necesitarla en mi ropero. Pantalones oscuros y zapatillas, ¿Converse?.

Mierda, me encantaba el estilo de ese chico. 

Lo peor es que me lo había imaginado con distintos tipos de prendas o a él buscando camisas blancas como la que usaba en el bar, en una tienda de mala muerte consiguiendo maravillosas camisetas de bandas, tal como yo lo hacía. 

—¿Cómo estas? —preguntó después de dejar un beso en mi mejilla. 

Sobreviviendo. 

—Perfectamente —respondí sonriendo. —¿Tú, que tal? —pregunté, siendo cortés. 

—Ahora mucho mejor. Creí que no vendrías —dijo. Sentí una punzada de nostalgia.

Alex me había dejado plantada una vez, y recordé solo como se sintió aquello. 

—Te prometí que llegaría Maxim.

—Y ya estás aquí —sonrió. 

Me contagió el gesto. Minutos después entramos entre risas y leves empujones a la sala, no habían muchas personas y habíamos elegido casi los últimos asientos, teníamos la mejor vista y algo más de privacidad. No tenía ni la mínima idea si aquello había sido intencional. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.