Amber
—Amber despierta, vas a llegar tarde a la media maratón —grita mi madre a los cuatro vientos para que me entere yo y seguramente alguien que pase por la calle.
Abro los ojos como puedo, los tengo pegados. No tengo ganas de levantarme aun, anoche me quede hablando hasta que Hector se fue a dormir, y aunque no fue muy tarde me faltan horas de sueño.
Desayuno, me meto en el cuerpo una tostada y una taza de café y me dispongo a vestirme para ir a la carrera, estoy algo nerviosa. Tendría que haberle dicho a Hector que viniera a verme pero si viene seguro que me pongo más nerviosa y entonces no me va a salir bien.
Decido no evadir mis pensamientos en eso y cambio completamente a otra cosa, me centro únicamente en la media maratón, por suerte no tengo que ir muy mejor y mi padre me puede llevar. El hace años hacía maratones como el que se va a dar un paseo, llegaba siempre de los primeros, era el mejor. Pero desde hace años una fatídica lesión en la rodilla se lo impide. Está empezando ahora a correr de nuevo pero no está ni para hacerse una de cinco kilómetros y eso es algo que le frustra bastante. Y por alguna razón todos esos esfuerzos los está dedicando a mi.
Llegamos al pueblo de al lado, “Fargo”, una ciudad que limita entre Dakota del norte y Minnesota.
Es una ciudad perfecta para correr.
Me bajo, los nervios y el frío entran directamente a mi cuerpo en partes iguales. Soplo para soltarlo todo y comienzo mi rutinas de todas las maratones, empieza a estirar y luego carreras largas, poco a poco, no me gusta agotarme antes de empezar.
—“Todos los integrantes de la media maratón por favor que acudan a la línea de salida” —dice la voz en los altavoces.
—Bueno, yo me voy a poner en una buena posición para verte —dice mi padre mientras me da un toque en el hombro.
—Vale le respondo enmarcando una sonrisa.
Me dispongo a caminar rápidamente a recoger el dorsal, no me gusta que se me pegue el tiempo.
—¿Perdona para ver la media maratón y observar como va mi chica? —la voz de Hector proviene de la parte de atrás, me doy la vuelta y lo veo, está con una sonrisa de oreja a oreja, su pelo rubio arreglado que tanto me gusta y lleva una cazadora de cuero, también sujeta un casco de moto algo que desconocía completamente de él.
—¿Pero que haces tú aquí? —le pregunto sorprendida mientras me tiro a su cuello.
—Bueno, podrías darme un beso al menos —me responde con una sonrisa seductora.
—¿Pero cómo has venido?
Me ha pillado tanto de improvisto que ni he llegado a ver como lo ha hecho.
—Bueno, no hay límites para quien tiene una moto, lo difícil ha sido encontrar donde corrías este fin de semana, porque al ver que en tu instagram cada semana subes una foto tan solo tuve que buscar la siguiente carrera y donde se celebraba.
—Estás loco —le reconozco porque arriesgarse a hacerse casi cien kilómetros sin llegar a saber si iba a estar es un poco locura.
—No lo es tanto si al final recibo el premio de estar aquí contigo —me confirma mientras me coge la barbilla para darme un beso.
En ese momento de soledad me doy cuenta de que mi padre está cerca y que podría vernos en cualquier momento y era algo que tampoco quería arriesgarnos.
—Bueno, me tengo que ir a correr, luego nos vemos ¿vale?
—Está bien, ¡suerte! —dice mientras me guiña el ojo algo que hace que me quedé mirándole mientras ando hacia el otro el lado y darme directamente con una señal de stop.
—Ahi, mierda —digo tocándome la cabeza del mismo dolor.
—¿Estás bien? —me pregunta mientras me ayuda a levantarme.
—Si si —le respondo un poco mareada.
—Bueno, animo lo vas hacer genial —pone los dos pulgares para arriba y de nuevo pone una sonrisa picarona. Me responde mientras es él el que se va para encontrar sitio. Está lleno de gente, cada vez viene más y más gente por minuto.
Cogo aire por la nariz y lo tiro por la boca, trato de no ponerme nerviosa.
Me voy a la línea de salida. Ya hay varias personas sobre ella, van dando saltos y juntando más y más cerca entre ellos. Esto es lo que peor llevo porque se junta demasiada testosterona junta.
La carrera se realiza como yo tenía calculado, incluso mejorando el tiempo que hice hace un par de días. Aprovecho cuando paso por el lado de Hector para quitar mi cara de fatiga y cansancio para poner rostro de superioridad. Con la gracia de no mirar hacia delante casi me como una farola que hay en medio de la carrera. Hector comienza a reírse, seguro que va a estar riendose de mí lo que queda de día.
Termino la carrera y lo primero que hago es ir a por algo de alimento y bebida para reponer fuerzas. Acto seguido aprovecho para buscar a mi padre o Hector, espero que no se encuentren.
Llega mi padre moviendo la cabeza, parece un pollo sin cabeza. Enseguida me localiza y viene rápidamente hacia mi.
—Ya he visto que has terminado sexta en tu categoría. Enhorabuena —dice poniéndome la mano sobre mi hombro.
—Gracias, he rebajado el tiempo dos minutos —no se si eso ha sido gracias a lo que he entrenado estas últimas semanas que para mi parecer podría haber sido más o ha sido motivada por Hector y su forma de mirarme mientras corría.