Todas mis razones para quererte[completa]

Capítulo 33

Son

“Hola Amber. Quería pedirte perdón por haberte hecho eso. Me siento un miserable y se que llevas toda la razón para enfadarse. Entiendo que no quieras hablar conmigo. Se que estas enfadada y seguramente no quieras ni ver los mensajes pero esto me esta costando bastante. Lo que siento por ti no lo he sentido por nadie…”

El mensaje continúa hasta dónde llega su belleza. Sería capaz de escribirla un libro y después yo mismo cogerlo para dedicárselo.

Lo escribo con el corazón en un puño mientras me limpio inexplicablemente algunas lágrimas que me caen directamente a la pantalla. Esto nunca me había sucedido con nadie. Ni tan siquiera con Sophia. Cuando me enteré de la realidad lo que sentía era dolor y frustración pero no era lo que siento ahora mismo. Sinceramente no creo ser capaz de explicar este sentimiento. Es como tener un nudo en el estómago. Llevo varias semanas que no puedo comer y me está matando por dentro.

Pasan las horas y no recibo ningún mensaje como respuesta. Decido aunque me cueste mi salud meterme cada cinco minutos para ver si al menos de esta manera lo ha leído. Pero en las dos horas que lleva el mensaje enviado no lo ha llegado a leer. Tal vez sea lo mejor. Quizás tengo que dejarlo estar.

Necesito salir de aquí o si no me voy a volver loco.

Pongo rumbo al segundo lugar que mejor me entienden. El primero es mi consola con mis amigos gamers. Pero el segundo es la cafetería del instituto. Allí es donde trabaja Tatiana. Ella es una de las personas importantes para mi. Aunque no sea ningún familiar mío pero siempre está para todo el mundo y cualquiera que va con un problema ella siempre está para ayudar. Y aunque ya le hayan echado la bronca porque ella solo tiene que hacer su trabajo y no estar metiéndose en medio de los adolescentes ella no hace caso a eso y siempre está dispuesto para ayudar a cualquiera. Llego por los pelos porque está terminando de limpiar la cafetería.

Está apunto de cerrar.

—Hombre Son. ¿Que te cuentas? —me pregunta alegremente. Ella siempre lo hace.

—Bueno, he tenido días mejores —le contesto forzando un poco la respuesta para que se de cuenta de que algo me pasa e inicie la conversación.

—¿Que te ocurre hijo? —Tatiana siempre nos llama así. Es bastante con todo el mundo.

—La vida es más dura de lo que yo pensaba —le reconozco.

—¿Pero por qué dices eso?

Me mira con compasión. Parece realmente entenderme. Realmente no sé nada de la vida de Tatiana. No se si tiene marido ni si ha tenido mal de amores en algún momento de su vida aunque viendo la edad que tiene me apuesto lo que sea a que sí y por eso me comprende.

—¿Conoces a Amber Taylor?

Le pregunto aunque supongo que no la conocerá porque con todos los alumnos que hay en el instituto seguro que no sabe quién es. Tampoco la he visto mucho por aquí.

—La verdad es que no me suena ese nombre.

Decido sacar el teléfono y enseñarle la única foto que tengo de Amber que es la foto que ella tiene en su perfil de whatsapp.

—Si, me suena de verla de vista. Una chica bastante tranquila y estudiosa y si tengo que añadir algo es muy guapa —añade Tatiana mientras comenta esto último a la vez que guiña el ojo.

Yo me pongo bastante rojo. Aunque se que lleva razón en todo. Amber Taylor es muy guapa y aunque me dan ganas de decirlo y de gritarlo a los cuatro vientos.

“Estoy enamorado de Amber y es guapisima”

Me digo a mi mismo mientras veo que Tatiana me mira.

—¿Que te ha ocurrido con ella?

Supongo que por la cara que he traído al principio sabe que algo me ha pasado con ella.

—Se ha enfadado conmigo con razón porque le he pintado su libro.

—¿Te puedo dar un consejo?

—Claro como no —añado.

—No la agobies. Dejala su espacio. Ya verás como al final te perdona. Es una tontería pero tienes que dejar que se le pase.

—Muchas gracias Tatiana. Eso voy hacer —le reconozco.

—Voy a irme a dar una vuelta. ¡Gracias por la ayuda! —le digo cambiando completamente el estado de ánimo de hace unos minutos.

Dos horas más tarde.

—Venga Marcos. Que hoy eres tú el que está jugando fatal.

—Me tengo que marchar.

—Luego hablamos.

Me tiro sobre la cama. Está siendo un día muy largo y todavía no es ni de noche.

De repente la pantalla del móvil se enciende. Me lanzo sobre él como una gacela a su presa.

Es Amber. En el mensaje pone que al fin y al cabo le ha hecho gracia el dibujo y me pide perdón por haberse enfadado conmigo y haberme hablado como me ha hablado en medio de todo el mundo y termina preguntándome si he podido estudiar para el examen.

“Mierda el examen. Con todo el lío se me ha olvidado por completo estudiar”

Son: He estudiado un poco pero necesito el libro para fijarme en un par de definiciones.

Amber enseguida empieza a mandarme fotos del libro.

Veo las fotos una a una y de repente me doy cuenta de que una de ellas en la que está mi dibujo al lado está otro rostro también dibujado y con una flecha señalando diciendo:




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