TodavÍa "Te Odio"

CAPITULO 4 "Bambi"

-Para tarea deben realizar los ejercicios que les enviare al grupo- resume la maestra de matemáticas.

El salón había cambiado, todo lo había hecho, desde la poca iluminación que recuerdo a él gran ventanal que da vista al pasillo, en donde la mayoría de los estudiantes salen apresurados.

-también estaré enviando videos de apoyo, cateto adyacente, hipotenusa, cateto opuesto- habla dirigiéndose a su escritorio, el repiqueo de sus tacones, hace eco junto a los susurros de los compañeros del salón, y justo acabando de hablar, sonó la campana dando por finalizada la clase.

El murmullo de los chicos y chicas se intensifica a medida que salen del salón, como siempre ha sido una costumbre quedé de ultima recogiendo mis materiales, organizándolos correctamente, esto era un ritual que nunca perdí, ni con el paso de los años.

Y Esta vez tenía una razón.

No estaba agregada al grupo de WhatsApp.

Me pare acomodando la falda, colgando mi mochila de un solo hombro, examine mi pupitre por si dejaba algo, no me gustaría tener que volver, sin éxito alguno me dirigí al escritorio de la maestra Liliana.

Al pararme enfrente, giro la cabeza en mi dirección, siendo protagonista de su atención.

- ¿en qué puedo ayudarte, linda? - pregunta, apoyando sus manos en el escritorio.

Alguna vez han escuchado ese refrán que dice “Entre más vieja la pasa, mas buena “, no sonando lésbica, ni mucho menos envidiosa, pero, su cabello castaño es envidiable, y ni que decir de sus rasgos aristocráticos y el iris verde, pensé que el tiempo arreglaría todo como el salón que estoy pisando, me gusta que, a pesar de lucir cansada, porque se nota, siga siendo la maestra más amable de este colegio, sonrió de vuelta observándola fijamente.

-Soy nueva, por lo que no estoy agregada al grupo de WhatsApp- informo.

Sus ojos me observaron de arriba abajo, deteniéndose en mi falda, para luego volver a mirarme a los ojos.

-De acuerdo-  sonrió -Dame tu número de teléfono- suspira, incorporándose a buscar su teléfono.

Mi materia favorita siempre será matemáticas, me encanta que de un punto se forme una línea, que de una línea equivalga un número, de un numero una letra, y de una letra una respuesta, me encanta hallar la solución de lo que se mira imposible.

Miro el reloj de mi muñeca, si no me apresuro seguramente llegare tarde a español, Liliana hurga en su bolso, sin pedir permiso tomo el bolígrafo y escribo mi número de teléfono y nombre en una nota adhesiva.

-Gracias maestra, entonces estaré esperando- digo, antes de marcharme.

-espera tu num…- no termina de decir, cuando cae en cuenta.

Su teléfono estaba encima de las planillas, y ahora resaltaba por la nota pegada en su pantalla.

[…]

La salida estaba abarrotada de estudiantes, unos charlaban, otros reían, no era diferente a mi antiguo colegio, solo que esta vez, me sentí patética.

La mayoría estaban reunidos en grupos, y yo estaba como un hongo.

Sola.

Mi madre no solo me dejo en el único lugar al que nunca desee volver y por si fuera poco mi auto “prometido” se clausuro.

Y como si la sola mención de su nombre, produjese desgracias alguien choco bruscamente mi hombro o mejor dicho golpeo su espalda con mi hombro, apreté los puños dispuesta a encararlo… su risa ¿se estaba burlando de mí?... La valentía se esfumo y por un mínimo momento volví a ser la de antes esa que esta desprotegida sin las chicas, y de solo recordarlo, sin querer mi visión se volvió borrosa.

NO.

No podía llorar aquí.

Sin mi sentimiento en orden, agache mi cabeza con la intención de dirigirme a la salida, siendo interrumpida en el acto, un chico se atravesó en mi camino.

-lo siento, no te vi- se disculpa aquel chico.

Sigo sintiendo los ojos aguados y ese agujero en el estómago, que en lo único que mi mente procesa es “HUIR” y “YA”.

-No hay problema- digo rodeándolo para avanzar, volviendo a ser interrumpida.

Ruedo los ojos, ¿Por qué no puede ser una persona sensata y dejarlo estar?

- ¿eres nueva? – pregunta.

-si-respondo cortante con la intención de que entienda la indirecta.

- ¡oh, por eso no me miras- dijo, como si fuera lo más ingenioso.

Ruedo los ojos por segunda vez, acaso huelo egocentrismo camuflado con amabilidad.

-No, no te miro, porque no me interesa hacerlo- respondo fríamente, lo que menos me interesa en este momento es entablar una conversación con el imbécil.

Sin evitarlo levante la cabeza con la intención de dejarle claro que se metiera su falda amabilidad por donde no entraba la luz del s…

Pero Dios, no sabía si insultarlo por lo anterior o porque mis hormonas se alborotasen de esta manera.

Con semejante hombre.

-Me gusta tu actitud-

-pues a mí me gusta tu boca- digo aun en shock, arrepintiéndome en el acto, sin evitarlo me llevo las manos tapándome la boca.

¡Por la Deblin, acabo de decirlo en voz alta!

Tonta, tonta, valentina.

Y si era precioso, en el momento que presté atención a su risa, me volví loca, bueno, a mis hormonas.

¡Maldito Andrés!

-También me gusta tu honestidad-dice guardando sus manos en los bolsillos, sí que era precioso.

-Pues creo que ahora me gusta tu sonrisa-digo, bajando mis manos, sonriendo.

- ¿Cómo te llamas, chico guapo? - pregunto.

-Matthew jones-

Hasta su nombre es hermoso, hay algún defecto en este chico, por que sin duda me lo llevo.

- y tú eres…- alarga la palabra esperando que respondiese.

Lo que por cierto no dude, estos ángeles no se ven todos los días en mi infierno.

-Valentina Miller- conteste con una sonrisa, de seguro como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

-Pues un placer, no todos los días se ven damas tan hermosas- Aparte de guapo, educado.



#32001 en Novela romántica

En el texto hay: colegios, badboy, badgirl

Editado: 08.05.2022

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