Todo comenzó con un saludo

Todo comenzó con un saludo

Esta historia, quizás no sea de las más lindas que puedas llegar a leer, pero sí, de las que te puede llegar a conmover el corazón o no, o simplemente cuando la leas pienses que pudo haber sido una gran historia de amor y no lo fue. Tal vez, no era el momento adecuado para que sucediera o fueron las decisiones equivocadas, las que los llevó a que tuvieran ese final; inesperado para él.

Solo puedo decir que los protagonistas de esta historia lo vivieron con intensidad y pensaron que iba a ser como en las películas románticas, con un final feliz. Pero como toda historia real que no tiene nada de ficción, tuvo su fin y, al menos, él no lo vio venir, porque tenía grandes planes, de esos que, cuando eres joven crees que no tendrás quiebres, que todo se puede superar, en las que te crees invencible. Entonces la realidad llega y te dice: "Te equivocas, si yo quiero caerás tan bajo que suplicaras redención, pero no la obtendrás a menos que yo lo desees y si no es así, te hundirás mas de lo que ya lo estas".

Bueno, creo que ya les anuncié el desenlace y, tal vez, cometí un grave error o no. Si les interesa saber lo que realmente pasó, seguirán leyendo y si no quieren hacerlo se quedaran con el hecho de que no tuvieron un final feliz. Pero ¿y si les estoy mintiendo y solo les dije algo que quería que creyeran? ¿Cómo saben que  realmente sucedió así? Solo lo sabrán si llegan hasta el último renglón de la historia, si es que estoy diciendo la verdad o todo es una mentira. Quedan en sus manos ver qué decisión toman.

***

Todo comenzó con un simple "hola", sin saber que ese escueto saludo iba a ser el inicio de una historia, que voy a dejarlos a ustedes cómo denominarlo; ya sea final trágico o final feliz, porque todo depende del punto de vista de quién lo lea.

Luego de ese saludo le siguieron las miradas cómplices, en las que ninguno podía disimularlo, pero de las que nadie a su alrededor se percataba. Después llegó la primera cita en la que la expectativa de lo que sucedería, cuando al fin estuvieran solos, colmó sus pensamientos sin poder evitarlo, a su vez que los nervios estuvieron a flor de piel. Pero estos fueron desechados de un modo tal que, uno pensaría observándolos interactuar que no es la primera vez que tienen una cita o que están a solas. Sin embargo, si lo fue, era la primera de muchas en que las sonrisas iban a ser el centro de atención.

Como era un amor escondido a los ojos de los demás, Gabriel la acompañó hasta una cierta distancia de su casa, cuando terminó su día especial. A pesar de que Ámbar no estaba del todo de acuerdo por miedo a que los descubrieran y todo terminara antes de empezar siquiera. Pero él estaba dispuesto a correr el riesgo, porque había esperado con ansias el tan deseado fin de una cita, la despedida.

Ustedes pensarán que eso no es un gran acontecimiento porque ¿a quién le importaría algo que causa que tengan que separarse? Pero para Gabriel sí lo era, debido a que no dejo de pensar todo el tiempo en que duró el encuentro lo que haría en el instante antes de dejarla ir.  Porque él solo quería probar esos labios sonrosados que lo tenían cautivado, sentía que, si no los probaba, aunque sea con un simple roce, el aliento se le escaparía y estaría en vilo hasta que no se concretara ese acto.

Ámbar sabía lo que vendría a continuación, pero no se animaba a dar el paso a pesar de que lo ansiaba tanto o más que Gabriel. Entonces se quedaron en una esquina que vería más de un beso, más de una inocente caricia entre los dos y la que se convertiría en su lugar especial. Y sucedió, cuando menos ella lo esperó, él juntó sus labios en un beso que quedaría grabada en la memoria de ambos como el beso más tierno y más perfecto que pudieron haber tenido jamás. Porque ese simple roce de labios les dio la sensación de llegar hasta el cielo y cuando lo profundizaron y sus lenguas dieron su primer toque, sintieron que flotaban. Nunca algo tan simple había sido tan especial.

Estuvieron en ese lugar por lo que pareció una eternidad y ninguno de los quiso dejar ir al otro, pero era hora de volver a la realidad; como cenicienta que antes de tocar las últimas campanadas que indicaba las doce y acabara la magia, tenía que dejar al príncipe. En este caso no era tanto así, pero sí, cada uno debía volver a su casa. Se dieron un último beso y fueron separándose de a poco; sus manos, fueron soltándose poco a poco porque eran lo único que seguían unidos hasta que ya no les fue posible continuar así. Ámbar fue la primera en irse y Gabriel no se movió de su lugar hasta que ella no desapareció de su campo de visión, solo entonces, se marchó.

Los dos no pudieron borrar la noche tan impresionante que tuvieron, ni borrar las sonrisas bobaliconas que surcaban sus rostros. Ámbar tuvo que disimularlo en el momento en que vio a su mamá, porque esta le preguntaría él porqué de tanta felicidad y no podía contarle nada, al menos no todavía. Y Gabriel ni bien llego le mando un mensaje para saber cuando la volvería a ver, porque tenía unas inmensas ganas de besarla y que estuviera sus brazos de nuevo. Eso lo llevo a que no pudiera esperar un segundo más para acordar el día en que haría lo que más ansiaba.



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Editado: 02.09.2018

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