Capítulo 1

Lucía...

Corro por todo el campo de deporte, mi respiración es agitada, el sudor recorre mi frente y mis piernas duelen.

Una de las asignaturas que más odio es el deporte, nunca me ha gustado, soy muy mala en eso.

Empiezo a bajar la velocidad, cuando me voy a detener choco con un cuerpo más grande que yo.

Esa persona me toma de la cintura evitando que caiga al suelo, y entonces, subo mi mirada, unos grandes ojos verdes me miraban con una sonrisa.

—Perdón, no te vi —se disculpa apenado.

—No, perdóname tu a mi. Estaba tan concentrada en el oxígeno que me faltaba que no me fijé en que iba hacia ti.

Suelta una carcajada, contagiandome a mi también.

—Linda manera de conocernos —dice, y siento mis mejillas arder.

—Yo diría, una manera única de conocernos.

—Tal vez, me llamo Matteo.

—Yo me llamo Lucía.

—Un gusto, Lucía.

—Igualmente... Matteo.

Miro sus ojos, viendo un brillo especial en ellos.

—Hey, sigues ahí.

—¿Eh?

—Estabas ida.

—Perdón, amor —lo miro con una sonrisa —estaba recordando el día en que nos conocimos.

—Oh si, recuerdo que nos conocimos de una manera única.

—Si.

Reímos los dos al mismo tiempo.

—¿Recuerdas cuando te pedí que fueras mi novia?

—Como olvidarlo...

—Llegue un poco tarde, perdón.

Hablo, estando a sus espaldas, entonces, él se da la vuelta y me mira a los ojos.

—No te preocupes, no llevo mucho tiempo aquí.

—Ok.

—Hola, linda —deja un beso en mi mejilla y siento como me sonrojo.

Desde que nos conocimos a tenido ese efecto sobre mi. Lo más mínimo que diga o haga, hace que me sonroje.

—Hola —sonrio con vergüenza.

—Me encanta cada vez que te sonrojas, y más si yo soy el causante de ello.

Mis mejillas arden más y siento la necesidad de tapar mi rostro con mis manos, escucho su risa y con sus manos, retira las mías de mi rostro.

—¿Sabes por qué elegí este lugar?

—No, ¿Por qué?

Pregunto, mirando el hermoso lago que hay enfrente de nosotros, el sol alumbrandolo, le daba un toque mágico, los árboles verdosos al fondo y el césped bajo nuestros pies de un color tan verde, que parecía artificial.

—Por que es muy especial para mí. Y... —toma mis manos entre las suyas —Quiero que sea nuestro lugar especial, solo nuestro.

Mis nervios salen a flote, sé el porque me pidió que viniera a este lugar. Estaba lista para escuchar su pregunta, pero más aún, estaba lista para darle mi respuesta.

—Lucía... Desde el primer momento que te vi, sentí algo muy especial, me gustaste desde ese momento que chocaste conmigo y confieso que no fue porque estabas despistada. Yo me fui en tu dirección a propósito, llevaba tiempo observandote de lejos y sentí que era el momento adecuado para conocerte, y si que lo fue. En este tiempo que llevamos de amigos, siento cada vez más la necesidad de estar a tu lado, de cuidarte, amarte, de hacer hasta lo imposible para que no caiga ni una sola lágrima de tus hermosos ojos mieles. Por eso... te pedí que vinieras aquí hoy. Lucía, ¿Quieres ser mi novia?

Una sonrisa se asomó en mis labios, apreté sus manos con fuerza y sin pensarlo dos veces, respondí;

—Si, si quiero ser tu novia.

Sin perder un segundo más, él junta nuestros labios, sintiendo esos suaves labios que estaba acostumbrada a observarlo, pero nunca a sentirlo sobre los míos. En ese instante mi mundo entero se detuvo, todo a mi alrededor desapareció y solo era él y yo.

—Nunca pensé que este lugar se volvería nuestro lugar, dónde nuestra historia comenzó —hablo, después de recordar el día en que comenzamos la relación.

—¿Te puedo pedir algo?

—Lo que quieras, amor.

—Nunca me dejes, prométeme que siempre estaremos juntos.

—Te lo prometo, te prometo que nos casaremos y que formaremos una hermosa familia, que todos nuestros sueños serán uno solo, que siempre seré solo tuya... Daría mi vida por ti.

—Te amo.

—Yo te amo más...