Cuando desperté ya era de noche, mi brazo aún rodeaba la cadera desnuda de la hermosa pelirroja a mi lado, observé en silencio su rostro, admirando cada detalle de su pecoso rostro.
Sus labios entrecerrados, sus largas pestañas y sus mejillas con un leve sonrojo. Sonrió al pensar en como fue mi secretaria durante tres años y no sabía nada acerca de ella.
Beso su frente para levantarme y colocarme un pantalón a cuadros de pijama, camino hacia la terraza y observo el cielo estrellado que comienza a tapizarse por grises y espesas nubes que alertan una lluvia.
Me pierdo en mis pensamientos cuando siento unas pequeñas manos rodear mi cintura, pongo mis manos por ensima de las suyas y les doy un leve apretón. Sus labios se posan en mi cuello y deja un casto beso, me doy la vuelta y la tomo por los hombros para abrazarla.
—Como estás?— pregunto en un susurró
—Estoy perfecta— sonríe y me besa.
La miro en completo silencio y sonrió al ver su pecoso rostro sonrojado y con la sonrisa más hermosa. Frotó sus brazos para darle un poco de calor y entramos de nuevo a la habitación.
En silencio, pero no uno incómodo, bajamos hacia la cocina y miro como su pequeño cuerpo se pierde en la amplia cocina, camino directo a la sala y enciendo la TV, no hay mucho.
Sigo mirando canales al azar cuando Kat entra casi corriendo a la sala y solo dice.
—Tienes que tomar un vuelo a Corea...