Siempre fuiste el que me daba consejos.
Siempre fuiste el que se reía de mis estupideces.
Siempre fuiste el que me retaba por mis errores.
Siempre fuiste el que me hacía olvidarme de los problemas.
Siempre fuiste el que me sacaba sonrisas cuando nadie más podía.
Siempre fuiste el que me tendió una mano para levantarme.
El problema es que...
Ya no tengo a la única persona que lograba que mi estado de ánimo cambiara de mal a bien con solo un abrazo.
Y la pregunta es...
Ahora que no estas.
¿Qué se supone que debo hacer?