Todo lo que él nunca sabrá

Veintinueve

Era un día tres de marzo.

Era el primer día de clases.

Era un día normal.

Todo era normal...

Hasta que te vi.

Te vi desde el segundo piso.

Te vi caminando con una de tus compañeras.

Te vi y no sabía que debía hacer.

¿Bajar a saludarte?

¿Esperar a que tú subieras?

Solo se que en el momento en que te vi quede paralizada.

Recuerdo que entre a mi sala y me puse a grita como loca hasta que una compañera me paro.

Estaba tan nerviosa.

Pasaban y pasaban los minutos y yo seguía sin saber que debía hacer.

Hasta que...

Hasta que te vi subir.

Hasta que te vi con nuestro otro mejor amigo caminando hacía mi.

¡Dios! No reaccionaba.

Cuando llegaste a mi lado me quedaste mirando.

Cuando llegaste a mi lado te quede mirando.

Me saludaste con un beso en la mejilla.

Te salude con un beso en la mejilla.

No podía mirarte a los ojos.

Esa sería mi perdición.

Mirarte a los ojos.

Pero tome el riesgo...

Y te mire a los ojos.

Grave error.



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En el texto hay: historiacorta, mejoresamigos, historia real

Editado: 11.06.2018

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