Todo oscuro como la noche

3

—Muy buenos días, soy el oficial Jorge Martínez, recibimos una llamada de parte de la señorita Abigail, nos informó que ocurrió un asesinato en esta dirección. —Había una mujer anciana en la puerta, tendría unos 70 años.

—Lo siento, creo que se a confundido de dirección, aquí no ha ocurrido ningún asesinato y no conozco a nadie de nombre Abigail, oficial, ¿me puede decir que dirección le dieron?

—¿Esta es la calle 144 de Greenlake?

—Así es oficial, tal vez se hayan confundido de dirección al llamarlo.

—Mas bien, creo que he sido víctima de una broma.

—Probablemente sea eso oficial

—Bueno, de todos modos, muchas gracias por atenderme señora.

—Gracias a usted oficial, por cuidar de Greenlake.

—¿Qué te dijeron los policías?

—Ya están viniendo David, ya están viniendo. —Abigail soltó esas palabras de una manera tan seca, con una voz muy extraña.

—Pe...pero, ya paso más de media hora desde que los llamaste, ¿les dijiste la dirección exacta?

—No David, no lo hice

—¡¿Que?! ¡¿Por qué?!

—Oh David, el estúpido David.

—Abigail...que sucede contigo.

—Déjame adivinar, tus padres nunca te lo contaron.

—¿Contarme que?

—Que tu padre le fue infiel a tu madre, a los dos meses que naciste.

—¿Que?, ¿de que estas hablando?

—Tu tío te lo quiso contar, él quería lo mejor para ti, y tu mama lo mato.

—Lo mato, ¿solo porque me quiso contarme eso?

—Oh no David, no solo por eso, también porque abuso de mí.

—¡¿Mi padre abuso de ti?!

—Así es David.

***

—¿Mamá?, ya llegué...

—¿Abigail?, soy el papá de David, ven vamos a jugar.

—¿Señor?, que hace aquí, donde está mi mami.

—Tu mami se fue de compras, me dijo que te cuide mientras no estabas.

—¿Puedo ir a jugar con David, señor?

—Ahora no Abigail, David está durmiendo, ven, juega conmigo.

—Esas fueron sus palabras, tenía tan solo 8 años, David, tu padre fue como uno también para mí.

—Lo siento mucho Abigail, nunca supe de esto.

—Ahora lo sabes, tú, y tu maldita familia lo pagaran.

—A...Abigail, lo siento

—No lo sientas, no fue tu culpa, tu padre lo hizo, no tú.

—Entonces, tu...

—¿Si yo lo mate?, si, fui yo.

—Y mi mamá...

—Oh... a ella también.

—Pero... a ella ¿por qué?

—Por amenazar a mi mamá diciéndole que no denuncie a tu padre o me mataría.

—¿Nunca lo denunciaste?

—No, nunca.

—¿Y porque no lo hiciste?

—Porque te quiero David, te quiero mucho, te conozco desde que tengo uso de razón.

—Yo también te quiero mucho, pero... ellos eran mis padres.

—Lo sé, asesine a los que más quieres, llevo planeando todo esto desde hace mucho tiempo, y para que no te sientas mal, también mate a mi mamá.

—¡¿Que hiciste que?!

—Tuve que hacerlo David, se interpuso cuando venía hacia acá en la noche, antes de matar a tu padre.

—Pe...pero, ella era tu madre.

—Si, lo sé.

—¿Acaso no te arrepientes de esto?

—No, para nada, es más, me divierte haberlos asesinado

—Estas enferma.

—Oh, eso ya lo sé David, estoy muy enferma, y ¡adivina que!, también te matare a ti. —Agarro una pistola que tenía guardada en su cintura y me apunta a la cabeza—Ahora dime, como quieres morir, con una bala en la cabeza... ¿o en el corazón?

—¡No lo hagas por favor!, yo también te quiero, te quiero mucho, podemos escaparnos he irnos a otro lugar si quieres.

—Así que también me quieres, entonces ¡que te parece si hago esto!



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En el texto hay: historias cortas, suspense

Editado: 05.06.2018

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