Cuando era niña mi padre y yo jugábamos al juego de a mentiritas. A veces mi padre era un cazador de niños, otras un príncipe encantado, pero su personaje favorito era el de un ladrón de corazones, que al final del juego terminaba dándole su corazón a una princesa —que era mi madre—, pues había perdido su corazón porque yo, que representaba a una bruja, la había encantado.
Todavía estoy mirando la puerta por donde se ha ido, debo llevar algunos minutos como una estatua. Mi primera reacción coherente ha sido seguirle el juego de manera tan natural que hasta yo me he sorprendido. Leo de nuevo el curriculum en mis manos y sé que no estoy imaginando cosas. Sé que Evan Reader es Ethan Donovan.
Y aunque sus dotes de actor han sido admirables. Mira que apenas y reaccionar con el expediente de Caroline. Y Gianni…
Mi teléfono timbra con el aviso de un mensaje, lo leo. Es Oliver. Tomo mi bolso y salgo de la oficina para ir a la firma.
—Marian, por favor cancela todas mis citas de hoy. Hoy no regresaré.
—Sí, señora.
Subo al elevador y pienso, pienso y pienso que, sea cual sea la razón por la que Ethan ha aparecido de esa manera no es normal, como nunca lo fue su desaparición. Es evidente que las cicatrices en su rostro no han sido a propósito. Es más que evidente que al besar mi mano me ha dicho soy yo, si no, ¿por qué haría un gesto que hizo el último día en que nos vimos si no quisiera que lo reconociera?
Salgo del elevador y me dirijo hasta el estacionamiento. Muerdo mi labio inferior con fuerza y lo suelto hasta que llego al auto y me subo. Suspiro un par de veces antes de encender el coche y dirigirme a la firma.
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Editado: 28.02.2022