Busco en uno de mis cajones el expediente de Ethan que Joseph me entregó. Lo abro y me topo con la foto de él. Acerco mi rostro a la fotografía. Ethan y Evan eran extremadamente parecidos y a la vez no. Intento recordar a mi esposo, su aroma, sus movimientos. No, no eran los mismos que los de Evan. Aunque a veces su mirada y su sonrisa… Echo un vistazo a las investigaciones de los detectives que Joseph contrató. Su familia y yo lo hemos leído muchas veces, pero ¿y si pasamos por alto algo?
Paso la tarde leyendo el expediente una y otra vez.
Estoy segura, aunque no tengo pruebas, de que Evan es Ethan. Pero Gianni dice que Evan fue el abogado que la divorció.
Busco en mi teléfono el contacto del detective que se encargó de la investigación de Ethan. Estoy por marcar el número, pero… «¿Y si está comprado?». Niego con la cabeza.
Miro la computadora, entró a Google… Pero… «¿Y si mi computadora está intervenida?». Miro mi móvil que está al lado del teléfono de la oficina. «¿Y si…? ¡Oh, por Dios!».
Me levanto de mi silla, tomo mi teléfono y el expediente de Ethan, después busco un folder de la firma, y lo meto allí como si fuera el expediente de un caso, pues los folders están membretados, lo abrazo con todas mis fuerzas y salgo de la oficina.
—Señora… —dice mi secretaria.
—No estoy para nadie, cancela mis citas. A menos que las llamadas sean de los Donovan no estoy para nadie.
—Sí señora.
Entro al elevador y bajo hasta el cuarto de archivo. Solo personal autorizado puede entrar. En este caso los directivos. Me dirijo al archivero del año en que Ethan desapareció y busco el archivo del último caso en el que trabajó. Sé que en su momento fue investigado por la policía, pero… «¿Y, si…?».
No está. El caso de Jean Carlo, no está. Reviso el cajón completo, pero el caso 1209786 no está.
Salgo de la habitación y regreso a mi oficina por mi bolso. Allí tomo tres expedientes y el de Ethan entre ellos.
—Melissa, no me siento bien, me voy a casa, desde allá trabajaré. Le señalo los folders.
—Sí, señora.
Cuando salgo del edificio la sensación de ahogo y pánico disminuye. No puedo evitar echar un vistazo al retrovisor de vez en cuando. Voy a una plaza, al entrar al estacionamiento verifico que no estoy siendo seguida. Espero dentro del coche un rato. Y luego bajo, todavía llevo el expediente de Ethan en mi bolsa que es lo suficientemente grande para guardarlo. Me dirijo a una tienda de ropa y tomo varias prendas de mi talla. Mientras miró por las ventanas de vidrio. Luego tiro mi celular en un bote de basura no sin antes retirar el chip. El cual destruyo al instante.
Voy a una tienda de equipos celulares y compro uno. Allí estoy entre pasillos del supermercado, robándome la señal de internet. No ocupo la del teléfono para poder borrar los registros de búsqueda. Pero luego me arrepiento.
«¿Y si era mejor hacerlo desde el equipo de otra persona?». Ignoro el pensamiento por el momento.
Busco: Testigo encubierto. Sé que debería saber sobre el tema, pero la verdad era que nunca se ha tenido la necesidad de utilizar el beneficio para un caso en nuestra firma desde que estoy trabajando en ella. A menos que…
Al terminar de leer, me pregunto por qué Ethan se arriesgaría a volver, si fuera él un testigo encubierto…
Unos niños aparecen en el pasillo disparándose con sus pistolas de juguetes…
—¡Alto ahí soy policía! —le dice el más pequeño a su hermano.
—¡Oye, pensé que éramos bandidos!
—Ahora soy policía.
Veo los resultados de búsqueda, testigo encubierto o policía encubierto. Decía uno de los títulos. Le doy clic.
Luego de leer la información tengo náuseas, muchas náuseas.
Hago una nueva búsqueda: detectives en la ciudad de Chicago.
«Ronald Rivers»… marco su número.
—Diga —responde una voz ronca.
—Buenas tardes, hablo con el detective ¿Ronald Rivers?
—Sí, así es.
—Necesito de sus servicios, para investigar el nombre del abogado que llevó el caso de divorcio de Gianni Astromg. ¿Cuánto me cobrará y en cuánto tiempo tiene la información?
—Cuatro mil dólares y…
—Envíeme a este número su cuenta. Le depositaré ahora mismo —lo interrumpo—. ¿Cuándo me tiene la información?
—Posiblemente en tres días, ¿a este número le llamo?
—No. Yo le llamo en una semana.
De pie frente al estante de sopas instantáneas espero el número de cuenta del investigador. Voy a la caja, pago mis compras y luego voy al banco. Retiro y hago el pago a la cuenta del hombre en ventanilla. Evitando dejar un rastro de mi depósito.
Después de avisarle que el pago está hecho, tiro el teléfono y rompo el chip.
Al llegar a casa veo una foto de Gianni y yo en una playa en Italia. Niego con la cabeza y voy a mi habitación. Me siento cansada, muy agotada. Por lo que solo me recuesto en la cama y al instante me quedo dormida.
NOTA DE AUTOR:
Quiero dar una disculpa por el retraso, les pido que se unan a mi grupo en Facebook Historias Rakel Luvre para que estén enteradas de últimos acontecimientos ya que cambiaré de plataforma. La primera parte de Todo por amor la encontrarán en físico en Amazon el 01 de febrero.
Un agradecimiento especial a Janis MarCar que me está apoyando con la edición de estos capítulos.
Gracias un abrazo y un beso. Nos leeremos el domingo con más capítulos.
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Editado: 28.02.2022