01: No soy tuya
El despertador lleva varios minutos sonando.
Que pereza, no quiero levantarme, tan solo de pensar en todas las cosas que tengo que hacer, me da ganas de ponerme en un búnker y no salir nunca.
Y para colmo tengo soportar al idiota de mi jefe, que tiene un extraño complejo de mujeriego y cree que todas las mujeres estamos a su alcance, pero conmigo se ha equivocado. Yo nunca me voy ha enamorar de mi jefe.
NUNCA DIGAS NUNCA DULZURA —OH, YA TE HABÍA EXTRAÑADO RUPERTA.
Apago la cosa del demonio que tiene por nombre "despertador" y me meto a la ducha, luego hago mis necesidades matutinas y salgo.
Mi vestuario es algo muy común para la oficina: Camisa blanca con escote no tan profundo, falda estilo tuvo color verde y mis tacones con plataforma del mismo color de la falda.
Cuando ya estoy lista, bajo a preparar mi desayuno—. Cerelales con jugo de fresa.
Como aun me sobra un poco de tienpo decido llamar a mi madre. Marco su número y contesta en el tercer tono.
- Hola mamá.
- Valla, hasta que te acuerdas que tienes una madre jovencita—. Mi madre es una exagerada, solo deje de llamarla un día.
- Hay mamá, no empieces con eso, ya te dije que llegue cansada del trabajo, Joshua es un explotador—. Como buena nena que soy le doy las quejas a mi madre.— Pero bueno... ¿Cómo estas mamá?.
- Yo estoy bien hija, aburrida en esta casa desde que te fuiste—. Yo también extrañaba a mi progenitora, pero si le digo eso ella es capaz de obligarme a volver.
- ¿Cómo esta papá?—. No hablaba con ese viejito muy seguido.
- Tú papá se fue temprano porque lo llamaron de la empresa... Tenía que resolver unos asuntos—. La escuche resoplar cansada y eso puso en alerta a todos mis sentidos.
- ¿Pasó algo grave mamá?—.Se queda en silencio varios segundos y hasta parece que ya colgó, pero me tranquilizo cuando escucho un pequeño suspiro de su parte, así que sé que ella no va ha responder, me fijo la hora y veo que ya paso volando.— Bueno, hablaremos cuando llegue del trabajo, prometo llamarte cuando llegue, me voy antes de que llegue tarde sabes cómo es Joshua con la regla de puntualidad. Adiós mami, no te estreses, te amo.
- Adios tesoro, yo también te amo—. Colgó.
Agarro mi chaqueta y bolso, salgo de mi casa y me dirigió hacia mi coche. Lo pongo en marcha y como estoy aburrida pongo la radio, es una emisora muy urbana. Suena una de Prince Royce, un tal Bad Bunny y J Balvin.
Hay baby tu sensualidad, oh oh oh, me tiene al borde de la locura, y esto no es casualidad, oh oh oh, te beso y sube la temperatura (x2).
Baby donde tú quieras yo paso a buscarte, tu espérame a fuera pa' si no llamarte, no traigas paraguas como quieras va' mojarte, la temperatura está pa' calentarse (x2)
Hay muchos tras de ti pero yo siempre gano, la baby está dura y sin el cirujano, vístete que hoy te va' buscar temprano, quiero que todos nos vean agarrado' de mano, el traje que te completa...
Luego de eso me aburrí, la apagué de paso porque ya había llegado a la empresa.
Entre y saludé a Sam, la recepcionista.
Y me encaminé hacia el elevador, justo este se iba a cerrar pero llegué justo a tiempo y entre rápidamente sin fijarme en mis alrededores, marque el piso correspondiente y me acomodé en el piso suspirando frustrada.
- Buenos días señorita Brown—.Dice una voz a mis espaldas, la reconozco al instante y maldigo en silencio.
- Buenos días señor O' Donell—. Me giro para ver su rostro y este me recibe con una sonrisa que hubiera puesto a muchas suspirar, pero yo ya estoy acostumbrada así que le regalo una sonrisa sin mostrar mis dientes y me cómodo de nuevo en mi lugar.
Cuando por fin el ascensor dejo de moverse indicando que habia llegado a mi parada, baje lo más rápido posible y me dirigí a mi escritorio.
Después de unos minutos escuché como se cerraba la puerta de la oficina del jefe. Suspire aliviada y me puse a hacer Los deberes de una secretaria.
El timbre de el teléfono me asusto por eso derramé un poco de mi café sobre mi blusa blanca, irritada conteste el teléfono.
- Buenos días empresa O' Donell, que desea—. Escupí secamente.
- Ya hablaremos luego sobre su forma de hablarle a los colegas—. Mierda, se me corto la respiración cuando escuché la voz de mi jefe.— Por ahora necesito que venga a mi oficina y traiga la lista de las cosas que tengo que hacer hoy.
Luego de eso colgó sin esperar mi respuesta. Con el corazón en la boca fui a su oficina, toque la puerta y no entré hasta que no escuché un "pase".
Entre con la cabeza gacha y no hablé hasta que él lo hiciera.