Con la felicidad a tope me monté en mi coche y me encamine al orfanato, coloque los papeles y todo el dinero que junte en este tiempo sobre mís piernas mientras cantaba las canciones que sonaban en la radio.
Unos minutos después llegué al orfanato, con una sonrisa baje con el sobre en mano, mi sonrisa se fue cuando levante la vista, mi respiración se detuvo y me quedé congelada por largos minutos.
Los niños del orfanato la gran mayoría se encontraba tendidos sin vida, el viejo orfanato le daba un aire más escalofriante a la atroz escena delante de mi.
Comencé negar mientras obligue a mis piernas a moverse, corrí empujando a todo aquel que se me atravesaba, los oficiales intentaron detenerme pero no lo lograron.
Señor, porfavor, si en verdad existe, se lo suplico, que a mi niño no le haya pasado nada, se lo ruego.
Continue rogando a quien sea mientras ingrese al lugar, corrí sin detenerme y busqué en la que recordaba que era su habitación, mi corazón comenzó a latir más lento al ver a los pequeños que compartían habitación con el bañados en charcos de sangre.
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, mientras avanzaba cada paso.
— No...— Caí de rodillas junto al pequeño cuerpo tendido en el suelo— ¡NO!¡PORFAVOR!¡NO!— Lo acuné en mi pecho, sintiéndo la frialdad de su piel— ¡AHHHHHH!¡NO!, Mi niño, abre los ojos, amor, porfavor— supliqué tocándo su rostro, besé su frente una y otra vez— Perdoname, perdoname...— repetí muchas veces con mi frente apoyada en la suya mientras mecia mi cuerpo con él entre mis brazos — ¡AHHHHHH!¡MALDITA SEA!— la opresión en mi pecho me esta matando, cerré los ojos con fuerza aferrándome a la idea de que solo sea una maldita pesadilla.
— Verónica, abre los ojos— escuché en la lejanía—¡Verónica!...
Abrí los ojos sobresaltada, mi corazón latía frenético amenazando con salirse de mi pecho.
Onur se encontraba sentado a mi lado con sus manos en mi rostro y su rostro serca del mío. Sin pensarlo levante mi cuerpo y me aferre a su torso desnudo, tardó un poco pero al final envolvió mi cuerpo con sus brazos, lloré como niña pequeña mientras el me susurraba que todo estaba bien, que solo fue un mal sueño.
Que más quisiera yo que solo sea un mal sueño, más bien es un recuerdo, recuerdo que cada que cierro los ojos me puñala en la misma herida que ni siquiera a cicatrizado del todo.
— Todo fue culpa mía— balbucee, sintiendo mis ojos pesados gracias a las caricias que hace en mi cabello.
— No lo fue, Vero— dijo apoyando su barbilla sobre mi cabeza.
Iba a decir algo pero el sueño me atacó nuevamente, y me dejé llevar por la oscuridad.
Onur Steins
Deje a Verónica para que se instale y me fui a encerrar en mi despacho, comencé a ponerme al día de todo lo que sucedió en mi ausencia.
Onur Steins debía ser un gran empresario, un hombre que comenzó a expandir sus empresas en todo Estados Unidos, a pesar de no estar ahí, debía manejar todo desde aquí, las empresas que tengo aquí están subiéndo rápido, las ventas incrementan de sobremanera y no puedo estar más satisfecho con mi trabajo.
Las horas pasan y la rubia no deja de rondar mi cabeza en lo que pasa el tiempo, no e sacado el tema de la pelea en la que la vi, no e visto moretones ni nada en su rostro, supongo que en las semanas que no la vi estas desaparecieron.
Fui a mi habitación a darme una ducha y cambiarme antes de bajar a cenar, iba a salir cuando mi móvil sonó anunciando un mensaje, me acerqué a la cama y tomé mi teléfono.
Mamá: Mañana estaré ahí, quiero conocer a la muchacha.
Tú: ¿Cómo sabes que estoy aquí?
Mamá: Yo lo se todo, hijo.
Deje el teléfono nuevamente en la cama, y salí de la habitación, bajé las escaleras y me encontré con Verónica ya en la mesa, llevaba puesto una blusa de tirantes color blanco, y por lo que alcanzó a ver un short que le llega por arriba de los muslos, tragué en seco y aparte la mirada.
Comenzamos a cenar luego de avisarle que mi madre iba a venir mañana, la cena transcurrió tranquila y luego cada uno se fue a su habitación.
Me quité la remera y me dejé caer en mi cama, las horas pasan y solo e dado vueltas sin lograr consiliar el sueño.
— ¡NO!¡PORFAVOR!¡NO!
Me incorporé rápidamente en mi cama al escuchar aquellos gritos desgarradores, corrí a la habitación de Verónica que es de ahí de donde provienen y entre sin llamar si quiera, y la vi removerce en la cama, su rostro empapado en lágrimas, y su respiración muy agitada mientras repetía una y otra vez "Perdoname", me acerqué a ella y me senté a su lado comencé a moverla sin ser brusco para poder despertarla.
— Verónica— la llamé pero seguía llorando y gritando, estaba comenzando a desesperarme— Verónica, abre los ojos— aparté el cabello que se le pegó en la frente por el sudor— ¡Verónica!— eleve la voz al ya perder los estribos, abrió los ojos y se quedó mirando a la nada por un momento hasta que sus ojos chocaron con los mío, mi respiración se cortó cuando me di cuenta que estaba serca de su rostro, no se en que momento quedé en esa posición.
Me incorporé un poco, y me quedé congelado cuando ella se lanzó a mis brazos y se aferró a mi torso para luego romper a llorar como niña pequeña, reaccioné y envolví su cuerpo con mis brazos, comencé a acariciar su cabello mientras le decía que todo estaba bien.
Sigue siendo extraño verla en este estado, cuando todo el tiempo tiene una actitud alegre, sarcástica, altanera, pero en este momento se encuentra, rota, vulnerable, destruida.
— Todo fue culpa mía— la escuche balbucear entre hipeos.
— No lo fue— respondí apoyándo mi barbilla sobre su cabeza, la aferre a mi cuerpo sintiendo una extraña necesidad de protegerla de los monstruos que atormentan sus sueños.
Su respiración se ralentizó al igual que los latidos de su corazón, su agarre en mi cuerpo sedió y entonces la alejé de mí, se a dormido nuevamente, la acomodé en la cama, aparte los cabellos que cayeron por su rostro, y la contemplé por unos minutos.
Es realmente hermosa, su rostro angelical me hechizo de alguna manera, hace unos días recordé todo lo que sucedió entre nosotros aquella noche, estar con ella me hizo olvidar toda la mierda que me rodea, y en las fotos que nos tomamos me veo como hace mucho tiempo no lo hacía, me veía...feliz, y si tenerla a mi lado implica una mentira, entonces seré un perfecto mentiroso para que no descubra jamás la verdad.
Salí de su habitación y me metí de nuevo en la mía.
[.....]
Baje al comedor encontrándome con Verónica y Mónica poniendo la mesa para desayunar.
— Señora porfavor, no es necesario que haga esto.
— Mónica, ya te he dicho que no me llames señora, y además no me cuesta nada— siguió poniendo la mesa.
La observe por un momento, lleva puesto una remera negra y un short vaquero dejando una espectacular vista de sus piernas bronceadas, su rubia melena se encuentra recogido en un moño alto dejando sueltos algunos mechones.
— Buenos días, señor— me saludó Mónica, pasando por mi lado, solo le di un asentimiento.
Verónica solo me sonrío levemente, mientras tomaba asiento para desayunar.
— ¿Cuándo llega tú madre?— preguntó bebiendo un sorbo de su café.
— En la tarde.
— ¿Cómo debería llamarte, Onur, Amor, Cielo, Mi vida, Cuchurrumin...?
— Onur esta bien— la corte, asintió conforme llevándose la taza a sus labios — ¿Cuchu... qué?— pregunte un poco divertido por una de las cosas que dijo.
Comenzó a reír antes de darle otro sorbo al café.
— Nada, olvídalo— dijo divertida.
Terminamos de desayunar y Verónica se encargó de llevar a la cocina lo que utilizamos, no dejo que Mónica lo hiciera y a decir verdad me sorprende su actitud, no se queda quieta y no deja que los demás hagan la cosas por ella.
— Verónica— me observó— Me tengo que ir, vendré antes de que llegue mi madre.
— Esta bien, no te preocupes.
Me monté en mi coche y aceleré a todo lo que daba, a estas horas las calles de Venecia se encuentran un poco desiertas, luego se unos minutos llegué a mi destino.
Baje de mi coche y avance entre las personas que se movían de un lado al otro, llegué a mi oficina e iba entrar cuando escuché que me llamaban.
— Señor, esperan por usted en su oficina— asentí y se retiró.
Ingrese y me quedé parado en el umbral, es la última persona que quisiera ver en mi vida.
— Stefano D' Franco, tiempo sin verte.