*Capítulo 4*

Aleksandr “Sasha”

-Nadie tiene consideración de esta pobre mujer, nadie… ¡Señor! ¿qué hice para que me dieras hijo tan malagradecidos?- escucho por enésima vez.

-Madre, te he dicho que…-

-No me interrumpas en mi momento de desahogo-

-Es que ya llevas 15 minutos desahogándote y tengo una reunión pendiente la…-

-Y eso a mi me puede importar menos, soy tu madre Sasha, ¡tú madre!- alejo el teléfono colocándolo sobre el escritorio, mientras retorno a leer el contrato de exclusividad de piezas.

José, mi asistente, comienza hacer malabares con sus manos y boca indicándome algo que no estoy entendiendo nada; entrecierro los ojos buscándole sentido a sus maromas.

-¿Qué?- pregunto en un susurro.

-¡Ay Jefecito! Es que necesitamos irnos al hospital, quiero ver a mi exjefecito antes que pasemos a la firma del contrato.

-Si no está la loca de mi hermana iré- José comienza a reír descontroladamente.

Le lanzo una bola que he hecho rápidamente con una hoja y señalo el teléfono, ambos quedamos esperando, pero mi madre todavía se escucha desde el otro lado de la línea, hablando con el alma de mi padre exigiendo una respuesta.

-¡Ay Jefecito!, pero si la Lanita de oveja es tan divertida y vengativa, es que hacerle un perfil de citas posteando su numero personal fue…- lo miro seriamente al escuchar su tono de burla.

-Perdón, perdón, pero es que colocará que buscaba relaciones poliamorosas con género no definido, jajajajaja y que lo llamará una pareja que se definía como caballos buscando un domador fue jajajajajajaa-

-Puedes callarte- mascullo apretando los dientes, debido al escalofríos que me invade, no tanto por la llamada, sino por la cantidad de fotografías que enviaron.

-Pero jefecito, ya la policía envío la orden de alejamiento, tampoco fue para tanto-

-¡¿Para tanto?!... me enviaron una fusta con un traje de domador, A LA CASA, la señora Martha le dijo a Doña Nana que a su vez le dijo a Clarissa y esta me pregunto a qué club iba para ellas poder ir por fines investigativos…-

-Bueno Christian ruso, eso te pasa por bromear con tu hermana, jajajajaja-

Iba a replicar, pero una cuantas maldiciones en mi idioma natal, nos alertan, tomo el teléfono y tarto de calmarlas, pero ahora esta buscando los culpables de que su hijo ni le preste atención cuando habla por teléfono.

-Mamá… mamá, mmm, mamá debo irme-

-NI SE TE OCURRA COLGARME, ESCUCHAME BIEN, ESTOY CANSADA DE VER A MIS AMIGAS ALARDEAR DE SUS NIETOS, DE COMO LOS LLEVAN A PASEAR, COMO SON DE INTELIGENTES Y ¿YO?, YO NI UN GATO TENGO, ASÍ QUE O BUSCAS DARME NIETOS O YO ME ENCARGARE PERSONALMENTE DE HACERLO-

-Por favor madre, no estamos en esa época- siento la vibración de una notificación.

-¿Y? una madre hace por sus hijos lo que sea necesario, y tu necesitas una familia propia, establecerte, tener una mujer que te desafié, te lleve la contraría, que no se deje dominar por ese humor que tienes, una mujer digna de ser la madre de mis nietos-

No sé porque, pero cuando comienza a describir cierta enfermera con problemas de control de irá viene a mi mente, aparto el teléfono, deteniendo mi caminar, para aclarar mi mente y sacar esos pensamientos. Veo que la notificación es de Juan, un viejo amigo invitándome a cenar, para que conozca a su esposa y ponernos al día.

-No puedes seguir así, trabajando y es que acaso piensas darme nietos de diamantes o rubíes, nooooo, es más voy a llamar ahora mismo para…-

-No, ni se te ocurra buscarme esposa con las hijas de tus amigas, además estoy ocupado hasta el día que fallezca-

-¿Cómo que…?- mamá deja de hablar -¿estas saliendo con alguien y no me lo has dicho?-

-No, es…- recuerdo el mensaje de Juan -tengo una cena, sí así es-

Madre se queda en silencio y creo que se desmayó o algo, mientras José hace señas al ingresar al ascensor preguntando qué ocurre y le explico de como mi madre piensa que estamos en la época victoriana y está buscándome una mujer que sea la incubadora de sus nietos, así como la salida de Juan y su esposa me salvan.

-Que fuerte Jefecito y… ¿por qué no aprovecha la aplicación y concreta una cita?-

-Por favor, yo no tengo tiempo para eso- guardo el teléfono al verificar que la llamada terminó.

-Pero yo sí- responde con un tono muy alegre, abriendo la puerta del auto.

-Por supuesto como no lo pensé, pídele a mi hermana los datos de mi perfil falso y listo- le muestro la sonrisa más falsa que tengo.

Llegamos al hospital, Adrián lo darán de alta, por suerte mi hermana no está. Adrián comenta que estarán unos días más en la ciudad y José gimotea rogando que extendamos nuestros días, para poder estar pendiente de su exjefecito, como le dije él, y no sentirse tan mal por haberlo dejado por ser mi asistente.

-Aquí tengo la orden, eres hombre libre- comenta mi querida hermana entrando a la habitación agitando un papel en su mano derecha.

-Lanita de Oveja-

-José, ¿cómo estás?, mmm, déjame adivinar ¿sacando ordenes de restricción o buscando una granja para el domador de caballos?-

-¿Cómo…?, ya ni te pregunto, si fuiste tu la necias que armo todo esto- reclamo volviendo a mi enojo inicial con ella.

-Sigue metiéndote en asuntos que no te conciernen y será peor… te lo aseguro- Lana me desafía con la mira y caminando en mi dirección.

-Buen día- una voz en mi espalda, me causa una sensación extraña.

-Buenos días- responden, mientras me giro mirándola.

-Pero si la gritona, también sabe hablar en tono adecuado- menciono al ver quien acaba de entrar a la habitación.

-Neanderthal al fin, sin educación- susurra, de manera audible, causando risa entre los demás; niego con la cabeza saliendo de la habitación antes de comience a decir más tonterías.

Camino por el pasillo, a la máquina expendedora de café, cuando siento que choco con algo pequeño.

-¿Sabe que el 40 por ciento de los accidentes, son causado por la nomofobia?- bajo la mirada encontrándome con un chico de 12 años más o menos, que me mira como si fuese experimento de laboratorio.