Mi perro falleció un sabado al medio dia, ya lo habia llevado al veterinario el viernes donde le coloraron varias ampollas para apaciguar su dolor.
El viernes en la noche con las lagrimas en los ojos le pedía a Dios que me dejase a mi familia y a Hachiko... que se llevara todo lo demás pero que me lo dejase, que permitiese tenerlo conmigo un poco más... mi coraz´n no estaba listo para dejarlo ir...
Mi oración duró hasta la madrugada cuando escuché a Hachiko aullar de lo que puedo inferir era dolor... yo me encontraba en mi cuarto pero aún así lo escuchaba... despues de oir ese triste aullido mi corazón destrozado pidió una nueva oración:
"Señor, tu sabes cuanto amo a mi perro... Y por el soy capaz de darlo todo y sé que él por mi ha dado mucho tambien... asi que olvida mi petición anterior... Si la unica manera de apaciguar su dolor, es que te lo lleves a tu lado... hazlo. Por que me rompe más el alma escuchar su llanto, y darme cuenta que mi egoismo lo retiene acá sufriendo... Si no puede ser felíz, y estará mejor a tu lado, señor... llevalo a descansar plenamente"
Con cada aullido se quebraba mi corazón y era consiente que esa segunda oración salía directamente de mi corazón, salía de lo más profundo de mi alma como las lagrímas que siguen saliendo de mi rostro mientras escribo esto y recuerdo ese día.
Luego bajé con una almohada y me eche al lado de mi perro, le hice compañia toda la madrugada... En la mañana me di cuenta que el casi no se movía, pero por lo menos lo intentaba, iba de salida al veterinario para que le pusiera las inyecciones del tratamiento que tenía indicado cuando mi hermano mayor llegó de su viaje.
Mi hermano me vió con Hachiko en brazos, lo vio, lo abrazó y se despidió de él diciendo: "En un rato te veo peludo, espero que te mejores rapido" , Hachiko lo miró y levantó levemente la cabeza con dirección a él... luego me subí al taxi, pero en el camino y en mis brazos Hachiko respiró me vio, respiró una ultima vez y luego ya no sentí palpitar más su corazón. Ahora tomo en cuenta que solo quiso despedirse de todos.
El veterinario dijo que falleció tranquilamente, se quedó en la misma posición en la que lo estaba cargando. Regresé a mi casa con su cuerpo entre mis brazos con las lagrimas que no permitian a mi boca pronunciar palabra alguna, teniendo un gran nudo en la garganta y en el corazón. Los mismos nudos que tengo ahora, aún escribiendo esto...
Esa cruel tarde del sabado enterre a mi perro, enterre el cuerpo de Hachiko, pero no enterré los recuerdos que me dejó... porque al final él es y será parte de mi vida