Todos sabemos que dos es la mitad de cuatro.

Capitulo I

Katerina.

El sudor corria por mi frente en gruesas gotas, mientras mis piernas temblaban por la falta de energia. Un dolor punzante martillaba mi cabeza, recordandome que me habia saltado el desayuno esta mañana. Mis nudillos ardian con un intenso color rojo, manchados de la sangre que brotaba del corte de mi labio. 

Cada choque de las varas de metal contra mis brazos me hacian gemir de dolor al bloquear sus golpes. El carcaj que sostenia las flechas de mi arco golpeaba inclemente mi espalda con cada movimiento brusco. Y la esquina del arco rozaba mi piel en la parte baja de mi espalda, provocando una molestia creciente. 

Los tres individuos se abalanzaban hacia mi con una velocidad intimidante, dejandome sin espacio para maniobrar. Decidi impulsarme con mis piernas y rodar por la plataforma, escapando del circulo en el que intentaban cerrarme. 

Deslice silenciosamente mi arco desde la seguridad de mi espalda, y tome tres flechas, dos de las cuales estaban sujetas en una abertura del cinturon atado a mi cadera. Con la poca fuerza que me quedaba en mis brazos, tense la flecha apuntando hacia la pierna de uno de ellos, quien se encontraba de espaldas a mi, recuperandose de sus bruscos movimientos de ataque. El disparo fue certero, desestabiñizandolo y aprovechando asi el factor sorpresa para los otros dos. 

Uno de ellos termino con la nariz rota, mientras que su compañero opto por rendirse, levantando una bandera blanca y bajando rapidamente de la tarima. 

Limpie el sudor que amenazaba con entrar en mis ojos y descendi de la tarima, sintiendo el dolor persistente en mis piernas por el combate en desventaja. 

Observe como las miradas desafiantes de los demas agentes me estructuraban, consciente del veneno de la envidia que facilmente pueden infiltrarse en la mente humana. Este sentimiento desvia a la gente de sus propias metas mientras se sumergen en la observacion de como los delas las alcanzan. 

Nunca llegarian ni siquiera a lamerme los zapatos. No tenian ninguna posibilidad de compararse conmigo; en ningun aspecto posible podrian ganarme. Sim embargo, eso ellos ya lo sabian, no necesitaban que la envidia les abriera los ojos.  

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La puerta de los vestuarios femeninos resono con un fuerte golpe cuando la deje cerrarse por si sola tras adentrarme en ellos. Mi cabello largo, recogido en una coleta en lo alto de mi cabeza, se pegaba en los espacios de piel que dejaba mi top deportivo en la espalda. A menudo consideraba cortarmelo, pero luego recordaba los años que tardo en crecer y la idea se disipaba de mi mente. 

Me deshice de mi ropa interior y tomé el neceser con mis productos antes de entrar en la ducha. Nunca rechazare una ducha de agua caliente despues de una sesion de entrenamiento; es el mayor placer del dia. 

Tras asearme, saque mi telefono para revisar si habia alguna notificacion importante.  

Mientras me dirigia hacia mi coche, jugaba con el llavero en mi mano libre y llamaba a James, quien parecia tardar en responder. Mientras dejaba mi mochila en el asiento de copiloto, conecte mi movil al manos libres del coche para poder hablar con él sin necesidad de estar pendiente del telefono. 

- No me creo que hayas sido tu quien llamara primero a tu mejor amigo – dijo James al otro lado de la linea. 

A veces, tenia ganas de clavarle una flecha en la frente. Me atiende y esto es lo primero que me dice, como si no hubiesemos hablado en meses. 

- ¿Te llamo y eso es lo primero que me dices? - respondi, exasperada -. Te quejas porque no te llamo, pero cuando lo hagi tambien te quejas. Eres insoportable. 

- Suelta una risa fingida y continua –: Lo sé, es algo que me hace más único. 

- Si tu crees eso, no sere yo quien te arrebate la ilusion – respondi con sarcasmo. Hice una pausa y me centre en el asunto principal -: ¿Pudiste terminar los informes que te pedi? ¿Hay alguna novedad sobre ese degenerado? 

- Las hay, y lamento informarte de que no son buenas – dijo James con tono grave -. Mañana tendremos otro crimen que investigar. Fue encontrado hace un ahora en un parque del centro. El mismo modus operandi, el mismo número de apuñaladas que en los demás casos, y por supuesto, estaba colgado de uno de los árboles. 

- Puedo imaginar que no hay ninguna pista con la que avanzar, ¿Me equivoco? - pregunte con pesar. 

- No, sabes que no cuatro – admitió James con un tono sombrío -, pero no sé si podremos seguir ocultando los crímenes a la prensa. Cada vez son en lugares más visibles, y es difícil evitar que cuando lleguemos, no haya cincuenta canales de televisión hablando de la noticia. 

- Por cierto, Kat - Le interrumpí antes de que pudiese pronunciar ese nombre. 

- James, sabes que no... - Empecé a decir. 

- Perdón, sé que no te gusta. A veces es automático - se disculpó. 

- Continua con lo que ibas a decirme – le indique, interrumpiendo cualquier comentario sobre el nombre que prefería evitar. 

- Bien - Hizo una pausa, suspiro y tras unos segundos retomó la conversación -. ¿Ya sabes que harás con la misión de la que te hablo Joseph? 




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