8 años después
Jungkook llegó a casa más tarde de lo habitual. Habían estado preparando unas pruebas que tardarían varias horas en dar algún resultado, por lo que se había ofrecido a quedarse hasta dejarlas terminadas, en vez de permitir que el encargado de realizarlas, su compañero Sam, fuese otra vez al laboratorio aquella noche. Este tenía esposo y dos hijos mientras que a él nadie le esperaba en casa, por lo que pidió algo de comida a una cafetería cercana y la tomó en el despacho adjunto entretanto aguardaba para anotar la evolución de la prueba.
Ya desde el pasillo y mientras abría la puerta escuchó las voces alteradas de sus vecinos. Sacudió la cabeza, pensando en que iba a ser otra noche ruidosa. La pareja discutía con frecuencia, cada vez con más frecuencia; si no recordaba mal era la tercera pelea esa semana.
No los conocía, nunca se había cruzado con ellos, pero se sabía de memoria sus voces, sobre todo de uno, y la evolución de sus desavenencias. Las delgadas paredes del apartamento no permitían ningún tipo de intimidad, todo se escuchaba, todo se sabía.
Por regla general uno empezaba preguntando donde había estado, cosa que el otro nunca respondía. Luego venían reproches por ambas partes, lágrimas, algún que otro grito y a veces acababan haciendo las paces con un polvo. La cama rebotaba con fuerza y la respiración agitada de uno traspasaba la delgada pared. Otras, en cambio, escuchaba el llanto apagado del chico durante un buen rato, hasta que el sueño lo rendía o Jungkook se dormía, también agotado después de una larga jornada de trabajo.
Entró en la ducha intentando evadirse de la discusión, pero solo pudo hacerlo el tiempo que permaneció bajo el agua. Al salir, y sobre todo cuando se tendió en la cama, la pelea estaba en su punto más álgido, y puesto que ambos dormitorios compartían una pared, le fue imposible ignorarla.
«—¿Qué has estado haciendo durante todo el día?» —preguntaba uno con una voz ronca y fuerte.
«—He estado aquí, en casa» —respondió el otro. Por su voz debía ser bastante joven.
«—¿Y por qué todo está sucio?»
«—No está sucio Josh, he limpiado durante toda la mañana.»
«—Deberías haber limpiado también por la tarde» —dijo con ánimo de buscar pelea.
«—¿Y tú que has hecho durante todo el día?» —preguntó el chico alzando la voz en tono desafiante.
«—Eso no es asunto tuyo.»
«—Claro que lo es… soy tu novio. Y me paso todo el día aquí solo.»
«—Yo trabajo.»
«—Pero no todo el día… a veces vienes temprano.»
«—Pues hoy no… y no se hable más del asunto. Ya sabes cómo son las cosas…».
«—No, Josh, no lo sé.»
«—Claro que lo sabes. Yo hago lo que me viene en gana, y tú no preguntas ni cuestionas. ¿Queda claro?».
Llegado a este punto, el chico rompió a llorar. Jungkook se removió inquieto en la cama, y trató de dormir. Al parecer la discusión había terminado, pero el llanto desgarrador de aquel chico le oprimía el alma. En su familia no se trataba así a las personas. Se sintió disgustado con el otro hombre al que no conocía, pero al que estaba empezando a aborrecer.
El chico lloró largo rato ante el silencio de su novio y Jungkook pensó cómo podía alguien ser tan insensible para escuchar llorar a su pareja con tanto sentimiento y no tratar siquiera de consolarlo.
Al fin, el llanto cesó y él pudo conciliar el sueño, pero un sueño inquieto que no le permitió descansar.