Tormenta [almas perdidas]

Capítulo 12

El monstruo que tú creaste

Darleen

En cuanto Alex me recibo sentí algo dentro de ella que no la dejaba en paz, algo que quisiera decirme, pero en realidad no debería de decírmelo. Esta típica información que a algunas personas se les restringe como a mi en cierto punto.

—Dime lo que te está alterando tanto —musité.

Alex me contemplo con la mirada casi en blanco.

—Hubo un ataque en la provincia de junto, Dimitri y Shadow ya se han ido a encargar, pero el joven Shadow me pidió estrictamente que su usted regresaba no le dijera nada él se quería encargar del asunto por si solo —por fin su alma descansa en paz después de habérmelo informado.

En hora buena ese bueno para nada se debía de preocupar por lo que puedo provocar.

—Alex pide mi caballo —ordene. Qué ese, doble cara conocerá realmente con quien esta jugando a ser el héroe.

Alexia solo asintió con la cabeza antes de desaparecer de mi vista, como pude me deshice de toda la tela que cubría mi cuerpo. Desde siempre me he acostumbrado de traer una muda de ropa ágil y cómoda para cualquier ocasión. El sonido de la tela desgarrándola se escuchará perpetrando el silencio de todo el pasillo los trozos caen al suelo hasta que siento que todas mis costillas regresan a su forma normal.

Mi querida noble no tardo mucho en regresar con mi corcel y mi espada enfundada en esa tela aterciopelada de color negro. Me las tendió y yo la tome sin muchos alardeos. Me detuvo al caballo de las riendas mientras me montaba en él. Una vez que me acomode sobre la silla de montar me cruce por mi cabeza la espada para dejarla reposar sobre mi espalda, ahí ira más segura que si la llevo en la mano. En cuanto Alex noto que ya estaba lista me paso las riendas para poder tener el control total para poderlo majear a la perfección.

—Darleen —me llamo bajando la mirada.

Odio que haga eso.

—Alexia, estaré bien —le aseguro.

—Lo sé solo es que…

—No importa lo que haya pasado o lo que él te haya dicho importa que debe ser parte del pasado y todo se debe mantener en secreto sea lo que ellos tengan es su problema no el nuestro, ¿de acuerdo?

Asintió con una media sonrisa en sus labios.

Después de eso hice que las piernas del caballo comenzaran a correr a toda velocidad.

Siempre tuve la sensación de que algunas cosas nunca resultan como deberían de resultar, pero en cambio ahora que me han abierto los ojos de una manera nada bonita, pero en sinceramente me mostraron la cruda verdad del porque las personas suelen ser traicionadas cuando no reciben la atención que merecen o buscar algo más en donde no existe querer. Abigail y Shadow, son la prueba de que cuando quieren algo no se cansaran hasta llamar la atención de su objetivo.

No tiene caso seguir fingiendo ser alguien que no sientes que eres realmente.

Yo jamás podría ocupar el puesto de reina sintiéndome herida o obligada a tomar un puesto que no es para mí; mil veces prefiero ensuciarme las manos escalando los puestos desde el más bajo hasta el más alto con tal de que mi reconocimiento me lo gane por mi mano y no por el poder que carga mi apellido.

Antes de llegar a la entrada del pueblo cercano en donde se propicio el ataque tome del mano mi espada de plana, el mago tiene tallado una cabeza de un lobo, un cuervo y una serpiente con oro puro, pero nadie es tan capaz de manejarla como yo sin salir lastimados por su gran poder. Comencé a disminuir la velocidad del caballo pasando por varios cuerpos que yacen en el suelo cubiertos de sangre, tierra y sin partes de sus extremidades. Los lycans suelen ser perros falderos que solo siguen a una persona, mientras que los licántropos puros son apegados a las leyes y reglas del alfa. Ya he asesinado a dos de sus alfas de los lycans no me molestaría asesinar a uno más para así dejarles claro quien mande en ese reino.

Seguí el camino de cuerpos. Cada vez el olor a muerto era más fuerte y desagradable me podría llegar a sentir mal por el caballo, pero jamás por los muertos. Unos pocos metros más adelante me encontré con el caballo de Shadow mientras él lucha contra uno de esos perros rabiosos que tanto detesto. Seguí caso en silencio hasta encontrarme a Dimitri quien lucha en el suelo contra dos de ellos, entonces ahí sí me apresure y empuñe mi espada con mi mano derecha pase el filo por su cuello de una de las dos bestias antes de saltar del caballo y de un ligero pero preciso movimiento se la clave por su lomo hasta la cabeza partiéndolo por la mitad, salpicándome todo el rostro de su sangre cálida y olorosa.

Dimitri me regalo una pequeña sonrisa antes de que ambos nos pusiéramos en guardia.

—Escuche que Shadow les dio la orden de no informarte —dijo entre jadeos.

—Sí, bueno él no tiene poder sobre mi reino —respondí con irritación.

—Escuche el percance con Abigail, ¿todo bien, preciosa?

—Toda ira muy bien —gire un poco mi cabeza para observarlo y devolverle la misma sonrisa. Somos mejores amigos, y aquella razón nada entre nosotros es un secreto, no me gusta tener que ocultarle nada; siempre somos francos y directos sin rodeos tal vez esa es una de las razones más grandes por la cual nuestra amistad a precedido tantos años.

Mientras degollamos y golpeamos a algunos lycans que siguen llegando algo a lo lejos llamo mi atención lejos de donde estábamos luchando, mi caballo busco al de Dimitri antes de que yo lo llamara, mientras dejo a mi mejor amigo atrás quemando los cuerpos junto a los demás soldados, me introduzco en la penumbra de la oscuridad, los árboles grandes y frondosos acortan mucho los rayos de la luna que entran ligeramente por las ramas que estás un poco más abierta de lo normal. Camine casi queriendo levitar para no llamar la atención lo que mis ojos están presenciando, es como tener que observa a una abominación, pero al mismo tiempo sentir curiosidad por saber que clase de monstruo estoy por descubrir ahora.



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En el texto hay: vampiros lobos, brujas y demonios

Editado: 23.01.2022

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