Tormenta

Capítulo 8

Lia

Llegó la hora.

Retrocedo lo suficiente para poder moverme lo necesario, ya que a diferencia de otros, este ritual requiere cierto ritmo y gracia.
Con una mezcla de ballet y gimnasia artística se logra llegar a la danza deseada.

Estoy a veinte pasos de ella, me arrodillo para comenzar.

No necesito aprenderlo de memoria, ya que si lo haces bien, tu propio guía sale.

Comienzo con pararme lentamente, extiendo mis brazos y creo un corazón, saltando rítmicamente me acerco a ella y giro a su alrededor.

Me pierdo en la concentración del ritual, ya no se que hago ni como me muevo, solo lo hago, dejo que el sentimiento me guíe, dejándome libre.

Un lado y al otro, cuando cobro conciencia de lo que pasó, ella cae en un sueño profundo, a partir de ahora en tres horas despertará, con lo que de dará por iniciado el rito.

Me retiro lentamente del lugar, tengo algo importante que hacer antes de que pasen las horas.

—1...2...— Escucho una voz infantil

—...3...4...— A medida que cuenta se ríen niños— ¿Te atrapo?

—...5...6... Te pillé.

Usa el mismo conteo, mismo tiempo y mismas risas repetitivas.

—...7...8... No hay retorno.

—...9...10... ¡Te atrapé!

A los pocos segundos que dijo eso escuché un grito ensordecedor de una niña pequeña.

Aturdida por el grito, me apresuro en ir a dónde quería, necesito hacer algo, luego averiguo sobre la niña.

Entro de volada en un lugar sagrado, mi esposo no puede entrar, yo tampoco debería, pero yo no soy como él.

En ningún sentido.

Miro la decoración, observo cada detalle.

—Realmente no sé que hago aquí, pero de niña me dijeron que si hablaba aquí, podrías escucharme, vine sola, sé que debería haber traído a alguien más por lo menos, la colectividad hace que lo que pidas se cumpla, dicen—Suspiro y me tomo unos segundos para pensar— Soy Lia, heredera del trono de la tribu que tuve que abandonar, hoy, no vengo por un deseo para mí, vengo a rogar por mi hija, en cuestión de dos horas hará la gran prueba, el ritual inició, necesito, por favor les pido, que la ayuden, sé que no vengo mucho a estos lugares, sé que no soy la creyente ideal, pero necesito que me ayuden, ni siquiera es directamente para mí, es para ella, por favor...— Mi voz termina haciendo eco.

Miro alrededor, es tan diferente a como lo pensé hace años, jamás creí que llegaría este día, tenía esperanza de que faltara alguien para esa prueba y por ese año se suspendiera.

—Miren a quién tenemos aquí—Una voz femenina demasiado sarcástica se acerca.

—¿Nora? ¿Eres tú?— Mi nerviosismo se hace notorio.

—La misma, ¿Me extrañaste?

—No sabes cuanto, mamá.

Nos abrazamos, no pensaba verla aquí, menos este día.

—¿Creíste que me perdería verte hacer el rito? Mi niña tantos años han pasado, tenías quince cuando hiciste la prueba, el año después te fuiste y perdí comunicación contigo, mírate, eres toda una mujer, hermosa, fuerte—Su asombro es totalmente real.

—Yo también te extrañé, jamás creí que no me dejarían salir de nuevo.

—Nadie sabía de esa regla... Por cierto—Me observa detenidamente— ¿Sabes qué si hay una prodigiosa en la prueba?—Sus palabras me hacen temer, son una puntada a mi corazón.

—No, no sabía.

Me muestra una foto de la chica, es una pelirosa bastante joven, no creo que tenga ni siquiera diez años.

Escucho como alguien se acerca a nosotras, guarda la foto y me abraza.

—Nos veremos pronto, mi pequeña niña—Susurra.

Se va corriendo, alguien abre la gran puerta.

—Señorita Lia, no me imaginaba que podría estar aquí— Murdok, uno de los guardias de Dimitruk y un gran farsante—¿Se perdió?— Su mirada expresa una confianza horrible.

—No te incumbe, Murdok.

—¿Sabe? Podría venir conmigo y nada de esto pasó, ya sabe a que me refiero—Se detiene mientras sonríe con malicia— O podría pasar encerrada un tiempo.

—Podrás encerrarme, pero jamás, jamás lograrás callar mis ideales— Expreso con firmeza.

—Si así lo desea...—Se detiene mientras retrocede.

—Si me atacas, te mataré, créeme, pierdes más tú que yo.

Se retira sin quejarse, sabe bien que si me hace algo lo pagará caro, a mí, o a quién sea.

Miro la hora en mi reloj, faltan solo diez minutos para que comience todo oficialmente, cómo pasó el tiempo, parece que recién empezó.




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