Tormenta
La fuerza de la sombra parece aumentar de igual manera que la garra se acerca, retrocedo. Miro detenidamente la garra, un mal golpe y terminaría muerta. Me paro, la garra se mueve hacia mí, se abre, en cualquier momento vendrá a mí, nos separan dos metros. Quedé sola aquí.
—Usa la sombra a tu favor —dice una voz femenina, se me hace conocida pero sé que no puede ser cierto— visualiza lo que quieras hacer y hazlo, demuestra la razón de que los ángeles les tienen miedo, sé lo que eres en realidad.
¿Visualizar? ¿Qué quiso haberme dicho con eso?
Retrocedo unos pasos, quedo contra la pared, miro girar la garra mientras se aleja. Deja de girar y viene hacia mí. Me muevo a la derecha casi sin tiempo para que choque con la pared, así sucede. La sujeto, la doblo contra sí misma, rompiéndola lo más posible.
—Miren a quién tenemos aquí —dice un hombre alto, de cabello oscuro, con dos hombres más a su lado— eres de los pocos que se resisten, ¿sabes qué les sucede a ellos? Así es, nada bueno —sentencia.
La celda se abre, vienen los tres por mí. Me arrincono en una esquina. Visualiza lo que quieras hacer y hazlo, espero tengas razón o del contrario estoy frita. Cierro los ojos, en mi mente visualizo está celda y varias sombras sujetando sus extremidades contra las paredes. Abro los ojos, visualizo realmente a las sombras, de a uno los van sujetando. Cuando el último termina contra la pared aprovecho para escapar, corro por donde creo que aparecieron, la puerta se está cerrando. Cierro los ojos de nuevo, sin dejar de correr, veo una sombra impidiendo que se cierre más. Abro los ojos, muevo mi mano simulando lo que vi. Bloquea la puerta lo suficiente como para que yo pase. La pregunta ahora es, ¿dónde están todos?
Salgo, es un gran pasillo, no sé a dónde ir. Las luces casi no alumbran, escucho a alguien caminar hacia mí, corro en la otra dirección, veo una mesa con un mantel cubriéndola, le llega hasta el suelo. Me escondo ahí.
—Creí haber oído a alguien —dice una voz conocida, demasiado conocida a mi parecer— creo que ya estoy alucinando de tanta locura que hay aquí.
Levanto un poco el mantel y observo al chico de espaldas, es un chico alto y delgado, tiene el cabello tan negro como la oscuridad misma. Gira y me ve a los ojos, los tiene del mismo color que yo. Camina hacia mí, se agacha quedando a centímetros de mí.
—¿Luke? —pregunto mientras lo observo detenidamente, tiene sus mismas facciones de su rostro.
—¿Tormenta? Jamás pensé encontrarte por aquí —dice alegre.
—Lo mismo digo, ¿Tú que haces aquí? —pregunto.
—Cuando trajeron a todos caí yo también, no me viste porque estaba…
—Escondido entre las sombras —interrumpo. Él sonríe.
—Exactamente, no cambiaste nada desde que toda esta locura se desató —comenta.
—Pase lo que pase, en el fondo siempre seguiré siendo yo —digo con una sonrisa.
—Señor, creo que escuché algo por allí —interrumpe una voz.
—Rápido sígueme —susurra.
Me sujeta de la mano y me lleva por el pasillo, parece un laberinto, puertas por todas partes, más pasillos sin final. Nada, no encontramos escondites y escuchamos como nos persiguen detrás. Luke corre más rápido, forzándome a seguirle el paso. No sé si sabe a dónde va o solo está averiguando algo, después de todo él siempre ha sido así. Tiene habilidades para la investigación, las demostró desde pequeño, siempre fuimos muy unidos, pero hace tiempo estamos muy distanciados.
—Encontré a los chicos, bueno, mejor dicho lo hizo Luka —dice mientras estira su otro brazo al frente.
—¿Quién es Luka? —pregunto.
—Cuando tienes cierta edad o necesidad, se te asigna una sombra como compañero, en mi caso es Luka, tiene sus ventajas, se vuelven muy íntimos, es todo un proceso acostumbrarse pero no te arrepientes —dice sonriendo.
¿Será que mi sombra es aquél animalito que parece cruza de gato con ojos grandes y negros y alas? Después de todo parece una sombra pero sólida, la pregunta es ¿dónde está ahora?
—¿Cómo lo encuentras o sabes de él? —pregunto de nuevo.
—Se crea una conexión entre ustedes, puedes ver a través de sus ojos y saber dónde está, pero eso es solo el principio, pero no tendría gracia si te lo dijera todo.
Y hasta aquí queda nuestra conversación, suelta mi mano y abre una puerta. Me hace señales para que lo siga. Está todo a oscuras, intento hablar pero me tapa la boca.
—No hables y mira abajo —susurra, casi no se escucha.
Avanzo unos pasos y veo un barandal, me acerco y veo hacia abajo, están todos los chicos, no faltan según lo que veo. Rayo está corriendo de un lado al otro.
—¿No está? ¿Estás seguro? —pregunta.
Está buscándome por todas partes, se está desesperando. Pienso en bajar pero él me lo impide. “Aún no” me susurra mientras busca algo con la mirada.
Veo como abajo encienden más luces.