2. Un día con tres idiotas

Eran aproximadamente las diez de la mañana, y para mí sorpresa sentía la música reggaeton alta, y varios murmullos, risas, y gritos, provenían de la sala.

Me levanté y me di una ducha, me puse un poco de máscara de pestañas, quería lucir pasable, se que Alex está entre esos murmullos y risas.

Bajé, y los amigos de Julián estaban jugando al play, unos vasos de Coca—cola en la mesa a su lado, y un ventilador apuntando hacia ellos, la música se cortó, fue un alivio para mis oídos.

—Hola Amalia— saluda Ethan al notar mí presencia, le regalé una sonrisa y me dirigí a la heladera, mí hermano y Alex no estaban.

—¿Mí hermano?— pregunté, Christopher me miró y rápidamente volvió la vista al juego.

—Fueron al supermercado— contesta Ethan, se levanta y se acerca a mí.

—Ah.

Bebi un trago de agua, Ethan se acercaba a mí, eso me ponía nerviosa, aunque tengo una razón y es que cuando era más pequeña fantaseaba con él, de una manera rara, y muy ridícula.

Preparo las cosas para hacerme un café, y como Ethan estaba cerca de la heladera, debido a que su celular estaba encima del mármol dónde está el lavavajilla.

—¿Quieres un café?— le ofrecí amablemente

—No, muchas gracias Amalia— responde él. Lo miré un poco, llevaba una remera blanca y una bermuda color crema, su cabello rubio estaba bien peinado hacia un costado, lucía brilloso y sedoso, sus ojos celestes se posaron en mí y rápidamente miré la taza que había sacado para hacerme el café.

Esperé a que el agua hirviera, fueron unos minutos. Me lo hice y me senté en la sala a beberlo, Christopher seguía jugando, Ethan se había quedado parado al lado de la heladera, él mandaba mensajes rápidamente.

La puerta se abrió, Alex apareció con unas cervezas en las manos, Julián detrás de él, ambos se reían de algo.

—Llegó la magia— dice Ethan dirigiéndose a ellos, Alex le inclina una cerveza y él la acepta.

—Son las diez de la mañana— les recuerdo, todos me miran, tragué grueso.

Alex sonríe con calidez haciendo que el momento sea menos tenso.

—Vete a tu habitación— ordena Julián, raspé mí garganta y bebí un poco de café.

—Claro que no. También tengo derecho de estar en la sala— repliqué, Alex sonríe y asiente, finalmente se dirige a la heladera para dejar las otras cervezas dentro.

—Cálmate hermano, no nos molesta— dice Ethan, alcé mis cejas.

—Si te molesta tienes la puerta— contesté, él subió sus manos inocentemente.

—Bueno Amalia, cambia tu humor— pide Julián casado, se sienta al lado de Christopher quién tiene una sonrisa en su rostro.

—Tu hermana si que tiene carácter— habla él, Julián me da una mirada asesina y Ethan le inclina la cerveza sentándose en el sofá de al lado.

—Es una atrevida— contesta

—Atrevido eres tú, que me quieres echar de la sala solo porque están tus amigos— bufé, rodeé los ojos y me quejé del dolor, el café se había derramado en mí muñeca y parte de la pierna, no puedo ser tan estúpida.

—Eso te pasa por molestar, jodete— dice Julián, me levanto, dejó la taza a un lado, tragué grueso para no llorar y pegarle.

—Au— me quejé nuevamente, ardía mucho, Alex se acerca a mí frunciendo sus cejas preocupado, agarra mí muñeca suavemente.

—No pasa nada— me calmó, abrió la canilla del agua dejando que está cayera sobre mí piel, fue aliviante.

Sonreí embobada, él se preocupo por mí, y agarra mí muñeca suavemente, agradezco haberme quemado.

—Am, gracias— contesté, miré hacia otro lado, quité mí muñeca de ahí y él me regaló una sonrisa.

—De nada. Ponte una pomada— sugiere—Te hará bien.

—Si, gracias— dije, cerré mis ojos dándome una bofetada mental, por haber agradecido nuevamente, me sentía una estúpida. ¡¿Por qué Dios!?

Alex asintió y se fue a la sala. Di un suspiro y mordí mí labio, eso fue muy lindo. Se preocupó más que mí hermano, literalmente.

Di un salto de alegría y tapé mí boca para no gritar, observé que nadie me estaba mirando y volví a dar un salto. Me dirigí a la sala, ellos hablaban, sin embargo, me quedé silenciosa para escucharlos, porque se que con mí presencia no hablan cosas tan íntimas.

—¿Y cómo estuvo?— le pregunta Julián a Ethan.

—No lo voy a negar, tu prima me sacudió como nunca me habían sacudido— responde él.

Todos soltaron fuertes carcajadas. Tapé mí boca, no lo podía creer, Laila había follado con Ethan, y lo peor ¡No me dijo nada!

—Es de las buenas— menciona Christopher, doy un paso atrás para asegurarme de que no me van a ver y así seguir escuchando tranquilamente.

—Cuando se arrodilló, me la exprimió, es toda una zorrita— comenta Ethan soltando una risita.

Quise ir y darle una bofetada, se supone que no tiene que andar contando esas cosas, son íntimas, y además de la manera en que la cuenta, lo quiero matar, son tres estúpidos, claro, no mí Alex.

—Y ahora se muere por Alex— anuncia Julián.

Alex suelta una risa pero no dice nada.

—¿Te la quieres follar?— le pregunta Ethan a él.

Preparé mí corazón para cualquier tipo de repuesta. Sin embargo, solo escuché risas, Alex apareció frente a mí, frunció su ceño y mí corazón se paralizó, soy la reina en dar vergüenza.

—¿Qué estás haciendo?— pregunta él, tragué saliva y rasqué mí cabeza.

—¿Esta acechando señorita Amalia?— pregunta juguetón, meneo la cabeza, no se porque las palabras no me salen, no puedo hablar. ¿Qué me pasa?

—¿Te comieron la lengua los ratones?— interroga, suelta una risa y da un suspiro, camino rápido hasta a mí habitación, y dejé de respiras hasta que llegué y cerré la puerta.

Llamé rápidamente a Laila, aunque me sentía una chismosa, le tenía que contar todo lo que oí.

Ella demoró unos segundos pero atendió.

—¿Puedes venir?— le pregunté

Unos segundos después responde—Si. ¿Pasa algo?—

—No. Solo ven, te espero— finalicé la llamada.

Me levanté y respiré profundo, voy a volver a la sala, y actuaré normal. Esperaré unos minutos, solo hasta que Laila vuelva. Me quedé un poco contenta por saber que Alex no dijo nada sobre Laila, aunque por dentro moría por saber si si, o si no, espero que sea un gran no, porque mí corazón no lo soportaría.