Hjalmar abrió los ojos con lentitud. Sentía el cuerpo entumecido y un dolor horrible debajo del cuello. ¿Cómo iba a luchar en esas condiciones contra los sumergidos?
Se incorporó y lo primero que vio fue a su hermana sentada a los pies de su cama leyendo un libro. No estaba en la cueva, sino en una cama menos cómoda que la suya. Aquella no era su habitación. Era mucho más pequeña y en la mesa había un montón de utensilios que él no sabía para qué servían.
—¡Hjalmar! —dijo su hermana—. Qué bien que estés despierto.
—¿Dónde estoy?
—En An skellig. Te atacaron los sumergidos en la cueva y Úrsula te curó. Te trajimos aquí para que estuvieras más cerca de ella.
—¿Y tú qué haces aquí?
—Ella dijo que era posible que te despertarás hoy y que era mejor que vieras una cara conocida. —Cerys lo abrazó por la cintura y con cuidado de no tocar la venda—. Me alegro de que ya estás bien.
—Tú nunca me abrazas. He debido de estar al borde de la muerte.
—Lo cierto es que sí.
Entonces Hjalmar se miró la herida y se dio cuenta de la zona tan comprometida en la que estaba. También la gran cantidad de vendas que Úrsula había necesitado para cubrirlas. ¿Su misión había sido un fracaso?
—¿Y la misión?
—Matasteis a todos los sumergidos y el nido ya no existe. Buen trabajo.
—Al menos no he sido un completo fracaso.
—No lo eres, Hjalmar, y nunca lo has sido. Tengo que volver a Kaer Trolde antes de que anochezca, le diré a Úrsula que ya estás despierto.
Cerys salió de la habitación. Esas muestras de cariño también se le hacían incómodas. A Hjalmar le sorprendió que su hermana le hubiera dicho eso. Sin embargo, el dolor que comenzaba a picarle debajo de la piel le impedía sentir nada más. Todavía seguía demasiado confundido.
Úrsula no tardó en aparecer con un montón de fracos entre las manos. Se la veía cansada. Tenía ojeras bajo los ojos y sus movimientos eran más lentos y torpes de lo habitual. Dejó las cosas en la mesa y le acarició la frente a Hjalmar con delicadeza.
—No tienes fiebre, eso es que no hay infección. Y ya estás despierto. ¿Cómo te sientes?
—Horrible. Me duele todo el cuerpo. He debido de estar realmente al borde de la muerte porque Cerys me ha dicho que no soy un fracaso. —Úrsula rió.
—La misión fue todo un éxito. Y realmente has estado al borde de la muerte. Has tenido suerte de que a tu lado hubiera un brujo y una experta en tratar a no mutantes con pociones de brujo. Con la mierda que tienen esos bichos en la boca se te habría infectado seguro.
—¿Me diste una poción de brujo?
—Más o menos. Usé un hechizo para destilarla y hacerla más débil. Luego eché solo tres gotas en tu herida. Con tan poca cantidad era imposible que murieras. —Úrsula cogió unos cuantos materiales de la mesa. —Ahora te voy a quitar las vendas para curarte la herida ni se te ocurra mirar. —Hjalmar no le hizo caso y empezó a marearse. —Te he dicho que no miraras.
—Me duele demasiado.
—Ahora te daré un calmante.
—Háblame de algo, por favor. Quiero despistarme.
—¿De qué?
—Cuéntame cómo logramos salir de la cueva.
—Lo cierto es que yo también me desmayé. El hechizo que le hice a la poción golondrina me dejó casi sin energía. Por suerte, me desperté poco después.
***
Cuando Eve abrió los ojos no había ni rastro de Lambert. Los mercenarios vigilaban la cueva con las espadas en punta. A su lado había otro cuerpo. ¡Hjalmar! Eve se incorporó para comprobar su estado. Respiraba con normalidad y la hemorragia se había detenido casi por completo. Sobreviviría si conseguían salir de aquí.
—¿Estás bien? —preguntó Knutt. Úrsula asintió. Tan solo se sentía baja de energías.
—¿Dónde está Lambert?
—Destruyendo el nido, matando a los pocos que quedan y buscando una salida —dijo Thormund—. Debí haberme metido a pescador. Aunque así terminará antes esta agonía de vida.
Lambert no tardó en regresar con buenas noticias. La cueva tenía una salida a la superficie no demasiado lejos de allí. El problema era cómo llevar a Hjalmar hasta un lugar seguro. La idea era que Eve y Lambert se quedaran allí. El brujo para proteger y la alquimista por si Hjalmar empeoraba. No costó demasiado que Thormund aceptara pero sí que Knutt lo hiciera. Al final, se convencieron de que era la mejor opción.
A Eve le quedaron bastantes horas por delante de agonía, en compañía de Lambert. El silencio se hacía demasiado incómodo pero ella no iba a dejar de lado su orgullo por romperlo. Lo hizo el brujo.
—Oye, Úrsula. Siento lo que le pasó a tu familia.
—¿Lo sabes? Pensaba que los brujos viviais al margen de la sociedad.
—He estado atento a tu trayectoria por si algún día necesitabas ayuda con algún demonio o algo.
—Lambert, yo no trabajo con fuerzas oscuras. Y me ha ido bastante bien.