Jaden miró a su abuelo con el ceño fruncido, se veía igual de confundido que yo, pero no habló. Él nunca hablaba para contradecir a su abuelo.
—¿Qué quieren? —repetí tratando que mi voz sonara amenazante. Jhon ignoró mi pregunta y miró detrás de mí, soltó un silbido mientras ladeaba la cabeza.
Sabía que había visto el gran venado que estaba en la mesa.
—¿Tu lo cazaste?— preguntó mientras daba un paso hacia delante—. Es grande —añadió.
Oh, creí que entendía eso... ellos querían lo que había cazado.
Asentí.
—Yo lo asesiné por mis medios —dije haciendo énfasis en el "yo", quería dejar en claro que era mío.
—Eres una buena cazadora —dijo mientras caminada a un lado de mí.
Pensé mejor en el propósito de su visita, descarté la idea que hubiesen ido por el animal, ellos no querían el venado, tenían suficiente dinero para comprar uno o incluso para enviar a alguien para ir a cazarlo.
—Debes ser muy fuerte —añadió mientras observaba el animal—. Y debes tener una puntería impecable —susurró, seguramente había visto la sangre caer de la cabeza del venado.
—No se imagina la buena puntería que tengo...—respondí con la mandíbula apretada—. Y más cuando el animal está tan cerca —dije mientras sonreía sin mostrar los dientes.
Él soltó una risita entendiendo la indirecta.
—Anna, deberías dejar de ser tan rencorosa —dijo mirándome sobre su hombro—. Ya sabes, el pasado pisado.
Entrecerré los ojos mientras trataba de regular mi respiración.
El enojo comenzaba a hacer estragos mi mente, pues diferentes escenarios de mí asesinando a Jhon comenzaron a hacerse presentes: tenía muchísimas ganas de lanzarme sobre él y clavar mi cuchillo directamente a su garganta, directamente a la yugular... sería muy fácil hacerlo, después de todo solo era un anciano con barba y cabello blanco, algo flaco, por lo que no tendría mucha resistencia.
Pero no lo haría, asesinarlo frente a dos testigos jamás sería buena idea, me condenarían a muerte por lo que tendría que dejar solo a Edward y eso no lo haría.
—Sólo lo repetiré una vez —dije acercándome a Jhon—. ¿Qué quieren?
—Ya déjala —dijo el otro hombre, era algo parecido a Jhon, de la misma edad, solo que a diferencia de él, tenía ojos cafés claros—. Necesitamos tu ayuda.
—Anna, algo horrible podría ocurrirle a la aldea. —Habló Jhon suavizando su tono de voz, como si quisiera convencerme de algo.
Ese hombre estaba tramando algo.
—Abuelo... no sabía que habíamos venido a eso —dijo Jaden mientras miraba en su dirección.
—Explíquense —dije, ignorando la advertencia en los ojos de Jaden.
—Hay una horrible bestia merodeando la aldea vecina. Michael —señaló al otro hombre—. Es el jefe de ella.
Asentí con el ceño fruncido.
Siento honesta no me importaba lo que pudiese ocurrirles.
—Creemos que puede ser un brujo o algún hereje, al parecer tiene la capacidad de convertirse en animal y en hombre cuando quiera, ha estado asesinando a algunas personas de las aldeas cercanas, creemos que está por atacarnos y queríamos...
—Es demasiado peligroso para ella —susurró Jaden sin mirarme. No me importaba lo que él creyera, entendía a qué parte se quería dirigir su abuelo.
—No —dije sin dejarlos terminar.
Después de todo lo que había dicho me parecía obvia la razón por la cual habían venido. Ellos querían que arriesgara mi vida por ir en busca de esa bestia, quizás un lobo feroz el cual creían que era un brujo.
Eran idiotas, creían cualquier cosa que les dijeran.
—¿Creen que iría en busca de ese supuesto hereje después de todo lo que me hicieron?... después de todo lo que me arrebataron —dije mientras daba un paso hacia Jhon de manera amenazante—. Mejor váyanse y dejen de pensar estupideces —susurré mientras negaba con la cabeza.
—Anna... — La voz de Jaden me sacó de mis casillas. Había pronunciado mi nombre en un susurro y con dulzura, de forma tan melosa, como si todos estos años ignorándome jamás hubieran pasado.
—No.
—Anna, eres la mejor cazadora de todas la aldeas, tienes demasiadas habilidades...
No puedo decir de qué manera pasó ni en qué rayos estaba pensando, pero mi mano se dirigió a mi bota derecha buscando mi cuchillo y lanzándolo en dirección a Jhon, quería que se callara.
Obviamente no le di en la cabeza, esa no era mi intención. El cuchillo rozó su oreja y se clavó directamente en la pared de madera.