Tortura a los 16

XLV

–¡Hey Gema! –  James se acercaba a paso veloz con un jugo en la mano y una sonrisa tan resplandeciente que realmente quería enterrar mi puño contra cada uno de sus perfectos dientes.

Habíamos aprendido a tolerarnos frente a Gema ya que lo último que quisiéramos es causarle un ataque a nuestra chica.

–Es hora de tu medicina Bunny– Gema frunció el ceño negándose a tomarlas, pero James fue muy persuasivo con ella asi que no le quedo otra opción.

Mientras que ellos estaban en su burbuja yo decidí comenzar a alejarme de aquel lugar, no soportaba más estar aquí donde el sentimiento de culpa me consume segundo a segundo. El pensamiento de ser un asesino es lo que me mantiene despierto.

Por tonto que parezca he intentado de todo para pagar por la muerte de Allison, incluso me entregue a la policía, pero ni siquiera eso funciono. Solo logro que terminara en este lugar ya que creyeron que mi culpa no era justificada y solo se rieron en mi cara cuando conté lo que sucedió.

–Emma, ¿Ha dónde vas? Pensé que irías con nosotros al hospital– Los ojos brillantes de Gema me hicieron salir de mis pensamientos y es que como ignorar a quien ha estado contigo desinteresadamente

–Lo había olvidado, lo siento es que estoy muy cansado y No pude seguir inventando una excusa ya que el imbécil de James me interrumpió.

–Ella te acompaña siempre a tus consultas, si quieres irte a pudrir a tu casa bien vete, pero no esperes que ella te siga esperando ya que no lo voy a permitir.

–Deja de meterte en todo idiota– Exclamé lo mas calmado que pude para que ella no se exaltara.

–No tienes ni una puta idea de lo que dices, estoy cansado. Nadie comprende lo difícil que es vivir para mí, teniendo que estar medicado todo el tiempo, mis padres viven con el miedo en que algún día salte a media carretera y terminé como mi hermano. ¡sabes lo difícil que es vivir habiendo matado a dos personas! –James solo abrió sus ojos de golpe, pero no lo dejé replicar. Tenia demasiadas cosas que decir y no quería callarme más.

–No, no lo sabes tu y tu maldita vida perfecta no te deja ver más allá de tus narices. Te las das de juez sin haber visto todo el panorama y te basas de tu apariencia perfecta para salir bien librado de todo– No me había dado cuenta de que había empezado a arañar mis brazos cada vez mas hasta que las manos de James tomaron las mías y quedé hecho piedra, su tacto se sentía cálido sobre mi piel. Como si de una sensación de paz se tratase, no pude pensar más porque dos enfermeras se acercaron a nosotros y me inyectaron alguna sustancia que desconozco, pero caí dormido al instante, dormido sobre los brazos de James y por alguna razón esa sensación no me molestaba.




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