La mirada del viejo artista, el que ve las cosas rotas como arte inexplicable, el que no diferencia entre un Van Gogh y un Da Vinci, el Miguel Angel de los ojos enojados, furiosos con la vida, el experto en poesía no escrita, ese poeta fascinado por la tristeza de las odas furiosas, por el trasfondo de la actitud repulsiva.
Si, ese artista, ese que no escribe ni pinta, ese que moldea tu cuerpo y esculpe tu alma a su medida, ese que te mira como si tuvieras potencial pero no fueras todo lo que podes dar, ese para el que sos demasiado pero no lo suficiente.
Adoraba mi tristeza por como expresaban mis ojos la traición, amaba la nostalgia pura de mis facciones y tocaba los pedazos filosos de mi espíritu como si el filo fuera la más oscura representación del amor escondido y asustado, reacomodaba las piezas con anhelo, nunca para verme mas armada, siempre para verme destruida, porque cuantas más piezas pudiera romper menos quedaba de mi.
El problema con los artistas es que pierden interés, se fascinan, aman con fervor, modifican, crean, y… Pasan a una nueva obra, dejando todo lo destruido en un nuevo lugar, piezas que no tienen más forma que la que uno le pueda dar.
Yo lo deje esculpir con mis sentimientos las cosas más duras, le permiti transformar mis ojos en ventanas de lluvia, en resplandor eterno, en transparencia y vacío expuesto, le di mis brazos para volverlos puertas abiertas y los cerró con clavos y cemento, me convirtió en una obra que ya nadie puede comprender, una obra mala que cobra sentido con el tiempo, cuando el tiempo muere y las mentes cambian, me redujo al estilo más abstracto y crudo, ese que da pena mirar por lo destrozado que está.
Me enamore del artista que ama y desgasta, que usa y desbarata.
y ahora ¿Que hago con esta mirada rota que nadie puede sostener? ¿Con estas piezas que no encajan?
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Editado: 15.06.2024