Una barbie sin sentimientos.
Había terminado al fin de revisar y corregir el informe que me había mandado mi jefa, quedaban pocas personas ya en la oficina volví a mirar el reloj y me percaté de que estaba siendo tarde, si no me voy ahora a por el autobús de nuevo tendría que pagar bastante por un taxi, aunque pensandolo mejor vale la pena el gasto con tal de no llegar muy tarde a casa y poder hacer la cena y ocuparme de los quehacerse de la casa.
En cuanto puse un pie en la casa sentí de nuevo el vacío en mi interior esa tristeza que me acompaña desde que tengo memoria. Si indago un poco en mis recuerdos puedo escuchar fácilmente los gritos y los llantos de mi madre. Suelo evitar comparar mi padre con Samuel pero no puedo seguir negando que no hay tanta diferencia en verdad, he tardado muchos años pero al fin me atrevo a reconocer que escape de un agresor para terminar con otro similar.
Mi padre era agresivo todos los días parecía sentir algún tipo de odio oculto sobre la vida y las mujeres. En cambio mi madre era buena conmigo pero su perdición para soportar el dolor y el aislamiento total en que mi padre le mantenía. Mis lágrimas bajan por mis mejillas hasta ser atrapados por mi mano, no me gusta recordar aquel tiempo no me gusta compararme con mi madre porque de alguna manera mi vida no es tan negra como la que ella tuvo. Si me pongo a pensar donde acabó ella el terror me vuelve al cuerpo y la angustia me axfisia.
Entré en la habitación para guardar mi chaqueta en el armario cuando veo muchas camisas, calcetines y calzoncillos tirados en la cama, supuse de inmediato que Samuel se quedó dormido y que a raíz de eso ha estado a punto de llegar tarde es su historia de todos los viernes.
Recogí y doblé la ropa lo más rápido posible antes de empezar con la cena para luego poner una lavadora. Trabajo más deprisa con música y de paso evito los pensamientos así que saco el teléfono y dejo sonar a Melendi, canto algunas canciones de los que me sé la letra de memoria adoro mucho cantar en soledad es algo que me calma del estrésque suelo sentir durante todo el día pero sobretodo ayuda a olvidarme de la tristeza por unas horas.
Al finalizar con todo lo que tenia que hacer serví un plato y cené para después sentarme con mi taza de té y seguir leyendo mi libro favorito "Rimas y leyedas" de Gustavo Adolfo Bécquer, no siempre tengo tiempo para leer pues a Samuel no le gusta verme sentada leyendo me ha roto dos libros en una de sus episodios de ira.
Estos son los momentos que pocas veces podías podía disfrutar en mi infancia ni en mi adolescencia ratos de paz, como sea Samuel nunca esta todo el día en la casa en sus días libres apenas se queda a ver el futbol y se va al bar con sus amigos. Aprovecho esos ratos ya que tengo la casa en silencio para trabajar o disfrutar simplemente de la calma aunque con frecuencia interrumpa esos momentos de paz con su mal genio provocado en la calle que tanto aprecia.
Escucho como se abre el cerrojo de la puerta los latidos de mi corazón se aceleran un poco es una costumbre que he ido adoptando a lo largo de los años, cierro el libro dejando puesto la marca página. Entra en la cocina sin casi notar mi presencia por sus gestos y la cara de pocos amigos que trae puedo adivinar que ha tenido algún problema con su jefe o con alguno de sus compañeros.
Le sigo a la cocina solamente para preguntar si va a cenar antes de que empiece a pedirlo a gritos, el desdén que tiene hacia a mi altera con prudencia mi cuerpo que se mantiene rígida esperando una reacción.
No responde a mi pregunta, esta de espaldas a mi tomando un vaso de agua rezo por dentro que no se ponga agresivo. Continuaba esperando una respuesta mientras dudaba si debía repetir la pregunta o no, pensando que quizás mi voz a estado demasiado débil como para que me haya escuchado.
— ¿Ya te han pagado tu sueldo de este mes? —Suelta de repente antes de darse la vuelta y mirarme a la cara, su pregunta me extraña bastante hacía mucho que no me lo preguntaba porque la mayor parte de los gastos de la casa estaba a mi cargo pues, él decía que si yo trabajo entonces no debía pedirle dinero para nada solo me daba cuando le diese la gana participar con el pago de los gastos.
Respondí con un sí dudosa por que no estoy segura de si es lo correcto, que lo sepa. Aún desconocía el motivo de esa pregunta, su mirada era inescrutable no me permitió predecir nada sobre sus intenciones y eso me asusta mucho no saber por donde me puede salir me pone muy nerviosa.
— Necesito que me des tu tarjeta y anotes en un papel el clave- Lo miré incrédula y bastante preocupada no puedo dejarle mi tarjeta yo tengo gastos y obligaciones, pero eso no parece importarle en lo mínimo.
— ¿Para qué, no has cobrado el tuyo? —Me mira fastidiado y todos mis instintos se ponen en alerta como si de un festival se tratase.
— Por preguntas como esas a veces tenemos problemas cariño, de todos modos en este mes me han sugido gastos imprevistos y tú como mi mujer me vas a hacer el favor de darme el dinero. ¿De acuerdo?
— ¿Cuanto vas a coger? Hay muchas cosas que pagar de la casa. — Se acerca a mi con una actitud menos agresiva y me abraza acto seguido deja un suave beso en mi mejilla acaricia mi cabello con una de sus manos, alinea nuestros ojos. Inmediatamente comienzo a temblar esto me hace recordar cuando me encontraba con mi padre en la puerta de casa después de llegar una hora tarde de la hora permitida.
--- Lo estoy pidiendo por las buenas pero también puedo pedirlo a mi manera. ---Dice apretando mi mentón con fuerza, asentí con la cabeza en modo de aprobación cogí mi bolso y saque un pos-ti y anoté los cuatro dígitos del clave de la tarjeta saque de la cartera la tarjeta y lo deje sobre la mesa. Me sentí cobarde e indefensa tras haber cedido a sus chantajes
Me miró sonriendo satisfecho antes de acercarse a mi y comenzar a besarme el cuello con deseo. Posé mi mirada sobre el suelo y me sentí un objeto como una Barbie sin sentimientos en manos de una niña caprichosa, los ojos se me comenzaron a llenar de lágrimas intenté limpiármelos rápido aunque por dentro había una voz muda en mi interior gritando de rabia pero a todo esto el miedo me paraliza, ni siquiera me atrevo a negarme a que me toque.
Tira de mi mano mientras sonríe y me lleva a la habitación donde comienza a desvestirme entre besos mi mente esta en cualquier lado menos en esto, acuesta mi cuerpo sobre la cama mientras me toca y recorre mi cuerpo desnudo. No puedo dejar de pensar en lo poca cosa que me hace sentir en estos momentos, simplemente cierro los ojos y dejo que haga conmigo lo que le da la gana como hace siempre y es que las veces que me he negado a obedecer sus peticiones a sabido obligarme trato todo lo posible de retener mis lágrimas sin resultado, algunas se me escapan y solo busco oportunidad para limpiarlas antes de que las vea y se enfade conmigo.
Cuando termina me abraza fuerte y se duerme así después de repetirme muchas veces sobre el oído que yo era suya, lleva años repitiéndome lo mismo casi diariamente incluso he llegado a creérmelo. Soy de su propiedad no porque se lo haya ganado con amor sino por que me ha comprado con golpes, intimidaciones, muchas lágrimas de arrepentimientos y mil promesas de cambiar.
Una de las cosas que nunca pude perdonarle a mi madre fue precisamente eso, que siempre se haya mantenido en silencio hoy me doy cuenta de que yo tampoco soy capaz de hablar me gustaría hacer mis maletas y irme pero, siento pavor de imaginar todo lo que me puede hacer si me atrevo por un segundo a decirle que le quiero dejar.