-Buenos días- dijo Amalia con una sonrisa que parecía mueca, mientras él la observaba, había algo diferente en ella, esta mañana su presencia era más notable, su ¡aroma! Era diferente a todo lo que había percibido antes, era tan tan tan único, Marco conocía casi todo el reino espiritual y nunca había sentido aquel aroma que lo llamaba, ¿hacia dónde? no lo comprendía. Como pudo salió de sus labios un – Buenos días – muy ronco. Colocó lo que había traído para desayunar indicándole a su compañía que tomara asiento y comiera junto a él.
Durante el desayuno Marco comenzó a explicarle la ruta del día, además de lo que él hacía, obviando la parte de las catacumbas, nunca había sentido pena decirlo, pero ante ella, algo era diferente, quizá porque no quería asustar a la recién llegada a este nuevo plano y deseaba darle una acogida más cálida de lo en realidad se había vuelto este reino.
La curiosidad de Marco iba creciendo por conocer más sobre la joven que según le había contado tenía su misma edad, y al parecer con padres que la querían. Sintió miedo, al solo cruzársele la idea que escogiera irse con loa Eterios y un día tener que enfrentarse a ella, terminado por lastimarla. Mientras Amalia se encontraba en un terrible dilema, ser sincera y arriesgarse a que la despellejaran u ocultarle la parte que la pondría en riesgo, y tener un camino tranquilo hasta la central, donde ella tenía la esperanza de encontrarse con Emma. –¿no crees que lo estas utilizando? – le recriminó es voz que ya la estaba molestando – él ha sido muy amable contigo, deberías al menos ser más sincera con él - dijo antes de guardar silencio.
Amalia agradeció por la comida, entre ambos ordenaron el lugar antes de seguir su camino.
Avanzaban mientras la luz del día caminaba por el cielo volviéndose cada vez más abrazador. En lo que iba del trayecto, que para Amalia se sentía a una eternidad, pasaron muchas cosas, primero Marco la estuvo observando todo el camino, como intentando descifras un enigma, lo que hacía que se preocupara más, por un momento creyó que la habían descubierto.
Entre tanto nerviosismo sus pies se volvieron tan torpes como sus ideas para manejar la situación y termino besando el suelo. Marco solo intento cubrir con sus manos su boca, pero aun así se escuchaba una carcajada fresca sonar en el estrecho espacio que quedaba, que terminó por tranquilizar el cuerpo de Amalia, mientras ella exigía que dejara de burlarse.
Desde ese momento ambos parecían más relajados y Marco comenzó a contarle su historia, desde su llegada al reino, hasta su deseo de venganza. Amalia comenzó a comprender la postura de los Nixeos y realmente creyó que ellos no tenían culpa de los desastres que los de su especia cometían. Por un momento quiso apoyar su causa, - ¿y Emma? – resonó en su cabeza, recordando que su hermana estaba del otro lado de la moneda. Y no quería perderla.
Amalia le contó cómo era la vida en el reino mortal, como vivía ella, y las situaciones que había vivido, desde las divertidas, hasta el trágico momento que perdió a su hermana, a lo que Marco intento consolarla, diciendo que haría lo posible para encontrarla y así ambas podrían vivir juntas con los Nixeos. Amalia sintió remordimiento por ocultarle que ya la había encontrado y quien era. La tristeza la invadió al pensar que quizá nunca podrían volver a estar cerca.
Marco notó la tristeza en sus ojos, ese par de perlas negras que resultaban ser puertas abiertas hacia su interior, pensó que quizá Amalia se sentía sola en un lugar desconocido, he intento animarla. Aunque se sentía torpe en el intento, él no había entrenado para animar a las personas, solo para levantar la moral de los guerreros antes de una batalla, pero como pudo, a su manera militar, le prometió que él estaría a su lado hasta que encontrara un lugar donde se sintiera más tranquila. Amalia solo sonrió ante su forma peculiar de pronunciar tal frase. Pero su corazón dolió, al pensar que posiblemente él se sentiría traicionado si un día se enterara de lo que hasta hoy le ocultaba.
Intentó por todos los medios encontrar una forma de relevarle todo, pero cada vez que lo intentaba el miedo la ahorcaba o la prudencia la asaltaba. Al final llegaron a las entradas de la central sin que ella pudiera decir ni la más mínima palabra sobre la verdad.
Marco la tomó de la mano frente a la puerta, diciendo: – no te vayas a perder, este lugar es muy concurrido, luego de registrarte te ayudaré a encontrar tu hermana – Amalia solo bajó la mirada, algo dentro de ella le decía que todo acabaría después de cruzar la entrada, todo el camino en compañía de Marco lo había disfrutada, pero la realidad la golpeo como insecto en el parabrisas.
Ya la noche comenzaba a bostezar ante su eminente despertar, cuando entraron a la central, Marco le indicó un lugar donde podían comer, pues minutos antes había escuchado un sonido extraño provenir de Amalia, que ella, con mucha pena, le indicó que eso significaba que tenía hambre. Marco solo se rascó la cabeza, al no comprender porque un espíritu haría esos ruidos, pero aun así la guío hasta un tipo local de comida. Donde, según Marco, ahí comían todos los espíritus recién llegados.
Mientras comían, un niño corrió hasta la mesa donde estaban y se acercó a Marco para decirle algo al oído, él se disculpó e indicó que pronto volvería que no se fuera a mover del lugar, que solo iría a resolver un problema.
En la calle se comenzaron a escuchar murmullos, luego carreras, y por ultimo gritos, Amalia sintió como su corazón bombardeaba su cuerpo con deseos de escaparse. Intentó tranquilizarse, pero el recuerdo de aquella batalla vino a su mente, la imagen de su hermana apareció en su cabeza y decidió ir a ver lo que pasaba.
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Editado: 10.10.2020