Los truenos no dejaban de sonar y varios relámpagos cruzaron el cielo, el frio se hacía más latente. Aquella ramada estaba a punto de salir volando. Amalia se sentía tan vulnerable en medio de esa tormenta y solo rogaba para que terminara pronto, en cambio, Marco observaba todo a su alrededor, ese tipo de situaciones no eran normales en ese reino.
Por un momento observó una enorme línea negra partir el espacio, el reino se consume, pensó Marco, muy en sus adentros tubo miedo, no tanto por él sino por todos los que conocían, y ahora por Amalia, ella podría salir lastimada. ¿Amalia? Es una mortal, será que ¿la presencia de ella está desequilibrando todo? Si lo pensaba mejor, era lo más probable.
Amalia abrazaba sus rodias cerca del pecho de Marco, para conservar el calor. En medio de un relámpago vio el ceño fruncido de Marco y la mirada perdida. Algo dentro de ella se alertó y la voz gritó: ¡despierta! Amalia se pellizcó y sintió dolor, y se dijo esto no es un sueño, pero su voz interior volvió a decir: ¡despierta ya! Amalia cerró los ojos y todo estaba oscuro, solo podía sentir el calor y energía que desprendía de su cuerpo, se sentía tan cómoda, se quería quedar ahí, en medio de ese calor que poco a poco comenzó a arder hasta sentir su cuerpo en llamas, pero no le quemaban, se sentía plena y llena de vida. Tomó conciencia de quien era y el porque estaba aquí, se sintió capaz te tocar el infinito, la libertad inundaba su espíritu.
Escuchó como si un eco la llamaba, fue prestando atención y reconoció la voz de Marco. Se estiró un poco y al abrir lentamente los ojos notó que la tormenta había pasado y era hora de continuar su camino. Marco se había preocupado por un momento al no recibir reacción de parte de Amalia a pesar que la llamaba innumerables veces, y nada, hasta que, al abrir los ojos, el notó un bello gris vistiendo la niña de sus ojos. En su interior hubo una voz que le decía: ella volvió todo a su equilibrio.
Marco comprendió que Amalia era mucho más especial que lo que decían los registros sobre ella. Él había descubierto algo que nadie sabía y ahora debía proteger que nadie se enterara, deseaba protegerla. Pero le preocupaba la magnitud de su ser, si podía equilibrar los reinos solo con dormir un poco, ¿de qué otra cosa sería capaz?
La calma gobernada el reino espiritual, debían seguir adelante, ya habían perdido el rastro su de hermana, Marco propuso llamar a los espíritus para que les orientaran. Amalia dijo: - ¿debemos hacer algún tipo de ritual o baile raro para que vengan? – Marco se puso a reír hasta que le dolió el estómago y dijo: - ¿de dónde sacas esas ideas?- Amalia un poco insegura respondió: - de los libros y películas, siempre hacen algo así cuando desean invocar algún espíritu o dios – Marco no comprendía del todo lo que decía, pero intuyó que alguien se lo había dicho o había visto, pero le explicó: - solo se necesita una hoja verde, la doblas así y luego soplas hasta que emita un sonido, como este – Amalia intentó hacer lo mismo pero solo se escuchaba como el aire salía disparado en todas direcciones, o hacia vibrar la hoja entre sus labios provocándole cosquillas.
Marco se dedicó a enseñarle como se hacía, le pedía que lo imitara, pero Amalia fracasaba en los intentos, - presiona un poco más entre tus labios, ¡no! Más suave, delicadamente, muy bien, intenta soplar, mmm hace falta que poses tu lengua casi cubriendo la mitad, intenta ahora. Entre abre un poco más los labrios y posa la lengua en el labio inferior e intenta cubrir una pequeña parte del orificio de la hoja, ahora sopla - Por fin lo había conseguido.
Mientras tantos, los espíritus habían escuchado el primer llamado de Marco y se encontraban ocultos en el bosque observando como ellos jugaban, se deleitaban observando cómo se llevaban bien y se contagiaban con sus risas. Deseaban seguir observándolos, pero ya los habían llamado varias veces, debía ser algo urgente, así que salieron de sus escondites.
Al verlos llegar Amalia se sintió orgullosa de haberlo logrado. Marco le regaló una sonrisa de aprobación. Habían llegado el espíritu del agua, el aire y la sombra, faltaba uno. Marco les contó su plan para acercarse a Emma, Amalia les narró lo que había visto y oído. Planearon todo muy bien.
El espíritu del aire se encargaba de dirigirlos hasta donde se encontraba Emma, mientras vigilaba su retaguardia, el espíritu de la sombra, se hizo responsable e protegerlos durante la noche y hacer imperceptible su presencia y esconderlos si en algún momento se encontraban en apuros, mientras tanto el espíritu del agua se puso en busca del espíritu del fuego, él sabría cómo acercarse a Emma ya que estuvo cuidándola desde antes que llegara a este reino.
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Editado: 10.10.2020