Después de la reveladora conversación en el jardín, Bonnie comenzó a ver a Dante bajo una nueva luz. Aunque aún había muchas preguntas sin respuesta y una parte de ella seguía cautelosa, también se sentía intrigada por la posibilidad de entender más sobre él y sobre el mundo en el que ahora se encontraba.
Una mañana, mientras desayunaban en la opulenta sala de la mansión, Dante rompió el silencio que los había envuelto desde la noche anterior.
—Bonnie, tengo algo que me gustaría discutir contigo. —dijo, su tono serio pero amable mientras sus ojos oscuros la miraban con atención.
Bonnie lo miró con curiosidad, preguntándose qué podría estar pasando por su mente.
—Claro, ¿qué es? —respondió ella, manteniendo su expresión neutral pero receptiva.
Dante tomó un sorbo de su café antes de continuar.
—He estado pensando mucho en nuestra situación y en lo que sería mejor para ti. Como te mencioné antes, tienes la opción de irte en cualquier momento. No quiero que te sientas prisionera aquí. —comenzó, sus palabras cuidadosamente escogidas.
Bonnie asintió, recordando su conversación nocturna en el jardín y la promesa de libertad que Dante le había ofrecido.
—Lo sé, y aprecio mucho tu consideración al respecto. —respondió ella sinceramente.
Dante asintió con aprobación antes de continuar.
—Sin embargo, también me gustaría ofrecerte algo más. Algo que podría hacer tu estancia aquí más llevadera y significativa. —dijo, su voz suave pero firme.
Bonnie lo miró intrigada, esperando que explicara más.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó, su curiosidad picada.
Dante se tomó un momento antes de responder, como si estuviera eligiendo sus palabras cuidadosamente.
—He pensado en ofrecerte un trabajo aquí en la mansión. Algo que te permita ocupar tu tiempo de manera productiva y que te dé una sensación de propósito. No quiero que te sientas como una invitada forzada, sino como alguien que puede contribuir de alguna manera. —explicó él, su mirada buscando la reacción de Bonnie.
Bonnie se quedó momentáneamente en silencio, considerando su oferta. Aunque le intrigaba la idea de tener una ocupación significativa y la oportunidad de explorar más sobre la vida en la mansión, también sentía la necesidad de mantener su independencia y no depender completamente de Dante.
—Es una oferta generosa Dante, y realmente aprecio tu consideración. Pero tengo que pensarlo un poco más. —respondió ella finalmente, su tono cuidadosamente neutral.
Dante asintió con comprensión, respetando su necesidad de reflexionar.
—Por supuesto, no hay prisa. Tómate el tiempo que necesites. Solo quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte en lo que decidas. —dijo él sinceramente.
Bonnie asintió, sintiéndose reconfortada por su actitud comprensiva y su disposición a escucharla.
—Gracias, Dante. Significa mucho para mí. —dijo ella sinceramente, encontrando consuelo en su gesto.
Terminaron el desayuno en relativo silencio, ambos sumidos en sus pensamientos y reflexiones. Bonnie se preguntaba qué sería lo mejor para su futuro, sabiendo que cada elección tendría implicaciones que no podía prever completamente.
Después del desayuno, Bonnie decidió dar un paseo por los jardines para aclarar su mente. Mientras caminaba entre los rosales y los setos bien cuidados, se encontró reflexionando sobre la oferta de Dante y sobre las posibilidades que se le presentaban en la mansión. Sabía que tenía mucho que considerar antes de tomar una decisión final, una que podría definir su futuro en este lugar peculiar y junto a este hombre misterioso.