Las noches seguían siendo un tiempo de reflexión profunda para Bonnie. Las palabras de Dante resonaban en su mente mientras intentaba encontrar claridad en medio de su incertidumbre. Una mañana, al despertar con el primer rayo de sol que entraba por la ventana, tomó una decisión. Quería hablar con Dante y darle una respuesta a su oferta.
Después de un desayuno tranquilo, Bonnie se dirigió a la oficina de Dante. Tocó la puerta suavemente y esperó hasta escuchar su voz invitándola a pasar.
—Buenos días Bonnie. —la saludó Dante con una sonrisa cálida al verla entrar—. ¿En qué puedo ayudarte?
Ella se sentó en una silla frente a su escritorio, respirando hondo antes de comenzar.
—Buenos días, Dante. He estado pensando mucho en tu oferta. Quiero agradecerte por tu paciencia y por darme el tiempo necesario para considerarla. —comenzó, sintiéndose un poco nerviosa pero decidida.
Dante asintió, su expresión seria pero acogedora.
—Por supuesto. ¿Has llegado a una decisión? —preguntó, su tono lleno de genuina curiosidad.
Bonnie asintió lentamente.
—Sí, lo he hecho. Me gustaría aceptar tu oferta de trabajar aquí en la mansión. Quiero encontrar una manera de contribuir y sentir que tengo un propósito mientras estoy aquí. —dijo, su voz llena de determinación.
Dante sonrió, visiblemente complacido por su decisión.
—Me alegra escuchar eso Bonnie. Estoy seguro de que encontrarás una forma significativa de contribuir y que esto te ayudará a sentirte más en casa. —respondió él con entusiasmo.
—¿Qué tipo de trabajo tenías en mente para mí? —preguntó ella, curiosa por los detalles.
Dante se inclinó hacia adelante, su mirada intensa pero amable.
—Tengo varias opciones en mente, pero quiero encontrar algo que realmente te apasione. Podemos empezar con pequeñas tareas administrativas o ayudar en la biblioteca de la mansión. También hay proyectos comunitarios en los que podrías involucrarte. ¿Hay algo específico que te interese? —sugirió él, dejando claro que valoraba su opinión.
Bonnie pensó por un momento, considerando sus habilidades e intereses.
—Me encantaría ayudar en la biblioteca. Siempre he amado los libros y la idea de organizar y gestionar la colección de la mansión suena fascinante. —respondió ella, sintiéndose emocionada por la posibilidad.
Dante sonrió ampliamente.
—Perfecto. La biblioteca ha estado necesitando una mano para poner todo en orden. Estoy seguro de que harás un excelente trabajo. —dijo él con confianza.
Bonnie sintió una ola de alivio y entusiasmo al escuchar sus palabras.
—Gracias, Dante. Haré mi mejor esfuerzo. —dijo ella sinceramente.
Pasaron los días mientras Bonnie se sumergía en su nuevo rol en la biblioteca. Encontró consuelo y satisfacción en el trabajo, descubriendo joyas literarias ocultas y organizando los estantes con dedicación. Poco a poco, se sintió más en control de su vida y más conectada con el entorno de la mansión.
Una tarde, mientras estaba ocupada catalogando una colección de libros antiguos, encontró un diario encuadernado en cuero que parecía fuera de lugar. La curiosidad la llevó a abrirlo y descubrir que era un diario personal. Las entradas hablaban de la vida en la mansión, de secretos y eventos pasados. Bonnie se dio cuenta de que este diario podría contener respuestas a muchas de sus preguntas sobre Dante y su familia.
Decidió llevar el diario consigo y leerlo más tarde en la privacidad de su habitación. Sabía que debía ser cautelosa, pero la posibilidad de descubrir más sobre el enigmático hombre que la había traído a su mundo era demasiado tentadora para ignorarla.
Esa noche Bonnie se sumergió en las páginas del diario, encontrando relatos fascinantes y revelaciones inesperadas. Poco a poco, comenzó a entender más sobre la historia de la mansión y las personas que habían vivido allí. Y mientras leía, se dio cuenta de que su propia historia estaba cada vez más entrelazada con la de Dante.
El diario pertenecía a la madre de Dante, Elena Moretti. Describía su juventud en la mansión, sus aspiraciones y sueños, y los desafíos que enfrentó siendo la esposa de un hombre poderoso. Había páginas llenas de anécdotas sobre Dante cuando era niño, mostrando una faceta más humana y vulnerable de él. Bonnie se encontró riendo ante las travesuras infantiles de Dante y sintiendo una conexión creciente con la mujer que había escrito esas palabras.
Una entrada en particular captó su atención. Elena hablaba sobre un antiguo acuerdo familiar que había causado mucho dolor y conflicto. Las palabras eran vagas, pero mencionaban una deuda de honor que debía ser pagada. Bonnie se dio cuenta de que este podría ser el mismo acuerdo que había llevado a su padre a entregarla a Dante.
Las revelaciones del diario no solo le dieron a Bonnie una visión más profunda de la familia Moretti, sino que también la ayudaron a entender mejor las circunstancias que la habían llevado a la mansión. Sentía una mezcla de compasión y tristeza por la madre de Dante y por el joven que había sido obligado a crecer demasiado rápido debido a las expectativas familiares.
Con el diario en sus manos Bonnie decidió que necesitaba hablar con Dante sobre lo que había descubierto. Sabía que esto podría ser un paso delicado, pero también sentía que era crucial para su comprensión mutua y para su futuro en la mansión.