Tengo suerte de que tengo mi carnet de traspasador, cuando tome la decisión de dedicarme a esto, mi jefe me dio un carnet en donde me identifica, solo es para que los militares te maten de forma más fácil, lo más doloroso es el ritual que consiste en que una persona te tatué algo que te identifique puede ser una apodo, un símbolo, un jeroglífico, una palabra escrito en otro idioma o simplemente un dibujo.
Me tatuaron un escorpión en mi espalda, pero no uno cualquiera, tengo todo el torax, cabeza y cola del escorpión en mi espalda, en mis brazos tengo unas patas pero bien definidas. Todo eso me marco de por vida, me volvió más fuerte y más decidido a seguir en este infierno.
Dejo el carro estacionado y me dirijo al centro comercial Naranjo Mall, lo inauguraron un año antes de la llegada del virus, ahora es un mercado negro para delincuentes, podías encontrar de todo: armas, medicamentos baratos, pases para recibir comida, falsificar documentos, venta de piezas usadas, drogas y también prostitución, un lindo lugar para encontrar lo que necesitas pero no vengo a comprar, vengo a buscar a un amigo que puede que nos acompañe en esta aventura, su nombre Henry.
- ¿Qué hacemos aquí? Pregunta Sky-.
- Buscar a un colega que nos puede ayudar, necesitamos gasolina, armas, comida, un mapa y tal vez una mujer. Digo-.
Henry tiene su local de venta de armas en el segundo piso, recuerdo que tuve una misión con él, fue la última vez que lo vi. Teníamos que trasladar personas por el canal de Panamá antes de llegar a Colombia, Henry era el alcohol en esa misión, yo era el centinela de las personas, cualquier disparo que se hiciera tenía que responder de forma rápida pero casi salía mal esa misión. Henry lo tomaron por sorpresas mientras que nosotros éramos atacados por militares panameños logramos matarlos pero él estaba herido tuvo suerte de que lo pudimos curar a tiempo.
Desde entonces no lo veo, llego a su local y parece que está durmiendo, toco la campana que tiene, me ve y se pone feliz.
- Vaya, el grandioso Zack. Dice-.
- Hola. Digo serio-.
- Veo que necesitas más armas. Dice-.
- Más bien que me ayudes a cometer una locura. Digo-.
- ¿Qué clase de locura? Pregunta-.
- Cruzar el muro. Digo-.
- Estás loco. Dice-.
Sé que suena a una locura pero ya me propuse salir de este lugar en donde no puedes vivir tranquilo, en donde tienes que delinquir para poder sobrevivir.
- Tienes lo necesario. Digo-.
- No puedo acompañarte. Dice-.
- Dame una razón o algo que lo justifique. Exijo-.
- Me dieron un balazo en una misión en la frontera con Honduras. Dice-.
Se levanta la manga de la pierna izquierda y me muestra los puntos en donde lo operaron, parece doloroso, la peor sensación que tiene un humano que sentir.
- Aun así, necesito que me des equipo. Digo-.
Sin queja alguna me da una mochila, claro la registro para saber que contiene, pero tiene lo esencial y si tengo lo que necesito. Me da un bote con gasolina, espero que sea del tipo diesel, la camioneta la necesitara.
- Henry, ven. Digo-.
- Lo siento pero no quiero que estés lidiando con un paralitico. Dice-.
Me largo de su local y me dirijo a mi nuevo destino, Los Ángeles. Estados Unidos tiene la suerte de haber construido un muro que los divide con México, escuche rumores que tanques y militares custodian todo el perímetro del país para que nadie pueda pasar a contaminar el resto, lo mismo ocurre en Colombia.
No subimos al coche y partimos a Cobán, la cabecera departamental de Alta Verapaz, conozco una pequeña ruta que nos puede llevar directo a la frontera con México.
Ahora comienza el traspaso de una nueva vida.
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Editado: 11.03.2018