Tras despedirse, la chica guía a Umi hasta el final del pasaje donde observan con curiosidad los jardines y caminan algunas calles antes de notar un lago pequeño, cercano a una plaza… Es entonces, cuando reaccionan en que no reconocen el sector.
—¿Cómo llegamos aquí? —La suave voz de Tsuki se escucha como un murmullo mientras observa el cielo, intentando reconocer los puntos cardinales.
—No lo sé, tú has estado guiando.
—¿Yo?
—Claro…
—Genial —Tsuki posa ambas manos en sus caderas antes de mirar alrededor y hablar—. Le informo princesa, con la venia que me concede… Que nos encontramos perdidas. —El sarcasmo y la mueca de disconformidad no logran ofender a la princesa. Saber que están perdidas ya es suficiente.
—¿Me trajiste a cualquier lado?
—Yo solo te seguía a ti.
—¿No sabes dónde estamos?
—Tú has venido más seguido a este pueblo que yo.
—Tu eres quien tiene buena orientación.
—Bueno, tendremos que caminar hasta reconocer algo… —Tsuki se toma el pelo como cada vez que necesita concentrarse y pensar.
—¿Quieres que yo camine por allí sin sentido? —Umi la mira como si le pidiera que baile sobre el agua.
Se miran en silencio un minuto, Tsuki frunce el ceño molesta por su actitud, pero claro… Umi es una princesa, jamás da caminatas muy largas y siempre lleva escolta. “Mimada” piensa para si la chica.
—Ya. Puedes quedarte aquí SOLA. YO caminaré hasta encontrar el palacio y llegando les digo que estás perdida y vengan a buscarte. —Con sarcasmo y casi amenazante ofrece una solución.
—Bien, me sentaré por aquí y esperaré. —Agradece la princesa, aliviada y buscando donde sentarse.
Muda, la guerrera alza una ceja. Busca la mejor forma de explicarle que no hablaba en serio, una forma educada… pero obviamente debió pensarlo un poco más.
—¿Eres tonta? —Puede que su sangre noble le impida ser más respetuosa con la hija de los reyes, o tal vez sea porque sus padres no solo fueron primos, sino que, mejores amigos— Ponte de pie, no puedo dejarte aquí aunque quisiera.
—Pero dijisite…
—Si vuelvo sin ti me cortan la cabeza. —Regaña.
Varios minutos caminaron sin sentido, Umi quejándose mientras avanzaban y Tsuki ignorándola. Lograron llegar al mercado, pero el carruaje en que habían llegado ya no estaba ahí. Tsuki decidió que lo mejor sería comer algo, compartieron en un puesto de panecillos, recién en ese momento la princesa reaccionó en que la mano de Tsuki seguía lastimada, y usó uno de sus pañuelos para cubrirle la herida quejándose de que la chica insistiera en no pedir ayuda ni se quejara.
—Soy un soldado. No es la respuesta a todo, Tsu. —reprochó, un poco culpable de no haberse dado cuenta antes.
Al pasar la tarde, no evitaron notar que la gente del pueblo las observaba con curiosidad al notar sus atuendos elegantes. Principalmente los de Umi, unos pocos nobles que paseaban en el lugar la reconocieron y reverenciaron, pero, ellas no se atrevieron a pedir ayuda. Avergonzada de haber perdido a sus superiores, Tsuki estaba decidida a llevarla de vuelta a casa por las suyas. O al menos mantenerla viva.
Cuando más de una luna se apodera del cielo y este poco a poco se llena de estrellas, ya no se ven cortesanos por el pueblo y los pocos que aún pasean por las calles las observan curiosos, tanto como ellas a un hombre de mejillas coloradas que se tambalea de un lado a otro antes de extender sus manos al cielo grita exaltado: ¡Ha vuelto! ¡Ha vuelto el rey Stevenson!
El hombre estaba sucio, claramente se había revolcado en el suelo, mientras más se acerca más esconde Tsuki a la princesa tras su espalda, el hombre lanza todo su aliento alcohólico sobre el rostro de la niña al pasar frente a ellas e insistir en sus dichos: Ha venido a vengarse, ¡veeeengaaarse!
El adulto sigue su camino tambaleante, observado con desdén por las pocas personas que lo ven.
—¿El rey Stevenson? —Dice Umi, sujetando los hombros de su amiga.
—No le hagas caso, esa una tonta leyenda. Ha de estar ebrio. —Le calma.
Aunque en su rostro sigue mostrándose su frustración, no lleva un año como guardia oficial del reino y ya ha dejado que la princesa se pierda. “Soy un asco” Piensa con una sonrisa torcida, era su primer trabajo fuera de los muros y lo ha estropeado. Podría jurar que no volverían a confiarle nada.
—¿Y cuál es esa leyenda?
—¿No la conoces? Deberías escuchar más a tus pueblerinos… —Se burla antes de contar—. La historia cuenta sobre un viejo rey, el rey Stevenson, quién murió en la gran guerra por los reinos. Obviamente es rey de uno de los reinos que desapareció creo que estamos en sus tierras y bueno. Dice que por sus ardientes deseos de venganza quedó atrapado entre la vida y la muerte, esperando que un descendiente de los culpables de su fracaso pase cerca de su tumba, para matarlo. Ya sabes, lo obvio.
—Espera, ¿hablas de mi familia?
—Bueno, era rey de un reino que no existe, y quien ganó fue un Nevada. O sea, tu tataratataratatara….