Travesía Celestial

DOS

Me encontraba recostado boca arriba en mi cama, reflexionando. Intentando descifrar un acertijo que un chico de la escuela presumió haber resuelto y pensando en como cambiar mi miserable y poco productiva vida. Cuando de repente, comienzan a escucharse unos pasos fuera de mi habitación. Para mi sorpresa, esos pasos eran de mis tías, quienes se dirigían hacia mi mientras se decían cosas en voz baja.

- ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! - Rugía con furia la puerta de madera, hinchada por la constante humedad.

- Jack, somos tus tías, ¡abre la puerta! - Si, así es, eran muy totalitarias y mandonas con respecto a mis cuidados, pero como dije antes, ya me había acostumbrado a todo.

- ¿Qué hice ahora? - Dije en tono sarcástico, creyéndome que sabía lo que iba a pasar. Seguramente iban a gritarme por algo que se había roto en la casa aunque yo no tenga nada que ver, pero como yo era inferior a ellas, la culpa siempre era mía.

- ¡Nada, estúpido! Tenemos un paquete con tu nombre. Y si no nos abres en este instante se convertirá en alimento para las ratas. - Me gritó Anna desde afuera de la habitación, ya impaciente.

Cuando abrí la puerta admito que me llevé una gran sorpresa al ver a mis dos tías, quienes siempre me habían maltratado y odiado, con un paquete que aparentaba ser un regalo. Aunque no lo crean, estaba realmente emocionado.

Sorprendido y a la vez confundido por el buen gesto, estuve a punto de saltar de mi cama y darles las gracias a mis tías, cuando Anna me dijo:

- Toma, encontramos este pedazo de basura con tu nombre en la entrada, seguro que es un regalo de uno de tus amigos gays de la escuela.

- Sí, espero que lo disfrutes mucho, Jack. Con amor, tu novio. - Agregó Laura.

Patética combinación de frases "humorísticas" sin sentido por la que ambas comenzaron a reír a carcajadas. Por suerte, la vejez y sus cuerpos a punto de reventar, no les permitieron seguir con las burlas y tuvieron que correr al baño para dejar de toser y no ahogarse con su propia saliva. Por lo que dejaron caer el paquete al piso y, entre risas, por fin salieron de mi habitación y me dejaron tranquilo. Todavía no estoy muy seguro de por que me dejaron el paquete en lugar de tirarlo a la basura o dárselo de alimento a los animales del bosque como seguramente habían planeado hacer cuando vieron mi nombre en él. Pero no creo que haya sido porque tuvieron un poco de compasión conmigo ni nada por el estilo, supongo que simplemente no les importó y cuando vieron la oportunidad de burlarse, la aprovecharon.

Observé el paquete por un largo rato, como si fuera que para abrirlo tendría que descifrar una especie de código secreto.

Me llamó la atención su aspecto lúgubre y antiguo, era muy pequeño y entraba perfecto en la palma de mi mano, y estaba cubierto por algo muy similar al algodón, pero mucho más suave.

Estaba muy emocionado y ansioso, no solo por el hecho de que esa diminuta caja blanca tenía un aspecto lo bastante curioso como para dudar un poco antes de abrirlo, sino por el hecho de que alguien, por primera vez en toda mi vida, se había preocupado por mí! y no solo eso, sino que se había tomado el trabajo de llevarlo hasta mi casa.
Así que, como un famoso crítico que está a punto de degustar el último bocado de uno de los mejores platos de Ratatouille que probó en toda su vida, esperé unos diez, once y doce segundos antes de abrirlo.

Lo abrí con cuidado para tratar de romper la envoltura lo menos posible. Para mi sorpresa, no había nada de "valor" dentro de la caja. Allí se encontraba una piedra, pero no una piedra corriente como cualquiera, como las que estaba acostumbrado a ver en el pueblo. Era de un color arcoíris. Sí, así tal cual, no encuentro mejor forma de describirla. Un intenso color arcoíris unido a una sólida cadena de oro puro bañada en varias capas de algún líquido negro.

Pero los únicos que sabían la dirección de la casa, eran unos pocos vecinos del pueblo, ¿quién podría haber sido? Pero lo que más me intrigaba no era el "quién", sino el "por qué".

Estuve tanto tiempo pensando sobre posibles remitentes y contemplando esa maravillosa piedra, que no me percaté que debajo de ella el misterio todavía se mantenía en pie. Una carta se encontraba debajo, doblada en cuatro partes exactas y escrita en un arrugado pedazo de papel pergamino con una caligrafía casi perfecta.

Tomé la carta, el papel estaba conservado a la perfección, como si fuera una fotografía que merecía ser recordada en un museo. Y la tinta, con la que se le había dado significado al papel, era más roja que la sangre y más clara que el agua, y todavía estaba fresca.

"¡Hola, Jack!

Yo soy Phill. Junto con mis amigos, Alicia y Thomas, hemos decidido llevarte a vivir con nosotros al cielo, solo si quieres, por supuesto.

Solo debes colocar el collar que te regalamos al sol durante una hora y cincuenta y nueve minutos en un día par y podrás subir hasta nosotros.

¡Te esperamos!"



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En el texto hay: fantasia, magia, seressobrenaturales

Editado: 24.09.2018

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