—¡Dion, reduce el campo de tiempo para retenerlo unos segundos más!— pidió Phoenix.
Dion asintió y con un leve movimiento de su dedo índice redujo el campo de tiempo impuesto alrededor de ellos.
—Tymon, Dion y yo nos encargaremos de ello, ustedes regresen a la residencia— ordenó Phoenix.
—¿Y si regresan?— indagó Deo.
—Se los haremos saber, pero por el momento regresen.
Leander, Deo y Myron asintieron sin convicción, pero aun así siguieron la orden de Phoenix.
La gran ola se ralentizó y en conjunto intentaron regresarla hacia el mar.
Mientras Tymon y Dion detenían su avance y la impulsaban hacia atrás, Phoenix se deshacía del agua que había logrado llegar hasta la superficie.
Luego de unos tensos minutos, lograron devolver la ola.
—¿Están dementes?— se quejó Tymon.
—Ojalá solo fuera eso— respondió Phoenix—Regresen a la residencia, yo iré hacia el complejo J, hay algo que debo hablar con mi padre.
Ambos asintieron y regresaron hacia la residencia, mientras que Phoenix se dirigió hacia el complejo J.
Al llegar a la mansión, abrió las puertas de la entrada principal y fue en busca del señor Zahinos.
Un residente de la mansión le indicó en donde se encontraba el señor Zahinos y Phoenix se encaminó hacia allí, hacia la Cámara de Yosodeul.
Ingresó su huella sobre el lector de seguridad y estas se abrieron una vez comprobada su identidad.
El señor Zahinos lo observó con indiferencia.
—Supongo que no has venido de visita— comentó volviendo la vista hacia el libro que traía entre manos.
—¿Hasta cuando tendremos que aguantar que los Dambaes nos ataquen? ¡Casi ponen en peligro a los residentes del complejo E!
—¿Qué esperas que haga?, ¿qué se rompa el pacto de paz?, sabes cuanto tiempo tomó para que finalmente estemos en paz.
—¿Prefieres tu pacto de paz ante que la vida de los elegidos?, que te recuerdo, tu hijo es parte de ellos— respondió con molestia—Por cierto, tu infiltrado se ha estado tomando muy en serio lo de no ser descubierto, porque no ha evitado que estemos en peligro. ¡Ni siquiera te ha informado que vendrían a atacarnos!
—Su trabajo no es protegerlos o evitar enfrentamientos. Su única orden es informarme acerca de lo que los Dambaes saben sobre del elemento Trece.
—¿Entonces no harás nada?, bien, despídete de la ilusión de deshacerme de la maldición y ser "normal".
Phoenix se retiró de la mansión y dirigió hacia el complejo E, pero no iría de regreso a la residencia.
Cuando llegó a la parte oscura del complejo, fue en busca de Phoe, pero había olvidado que habían sido transportados directamente hacia el sótano de donde habitaba Phoe y nunca había recorrido aquella parte de la ciudad, por lo que se encontraba totalmente perdido.
Sintió las miradas fijas de los residentes impuestas en él, tenía claro que era un extraño, pero estaba lejos de sentirse bienvenido.
—¿Qué haces aquí?— oyó una voz masculina a sus espaldas mientras era atraído hacia atrás.
Al girar observó a Pólux con una manta, cubriendo la mayor parte de su rostro como el resto de los habitantes.
—¿Pólux?— indagó Phoenix desatinado.
—¿Qué haces tú aquí?— cuestionó en un susurro.
—Claramente, he venido a ver a Phoe. ¿Qué hay de ti?
—Acabo de encontrarme con ella.
—¿Por qué?
—Hablemos en otro lugar, aquí solo vamos a lograr que nos descubran.
Phoenix tomó del brazo a Phoenix y lo guio hasta un callejón con una única puerta ubicada en uno de los muros.
—¿Por qué este lugar es tan tétrico?— indagó Phoenix con temor.
—Son los exentos de los exentos. No esperes menos— respondió Pólux en tono bajo.
Pólux señaló la única puerta a su alrededor.
—Esa es la entrada hacia la vivienda de Phoe, pero para ingresar debes pasar desapercibido.
Pólux se deshizo de la manta que traía y la acomodó alrededor del rostro de Phoenix.
—¿Qué hay de ti?
—Está bien, los residentes saben quien soy.
—¿Saben quien eres?
—Saben que soy un vástago de los Lincer.
Phoenix lo observó con confusión hasta lograr entender lo que Pólux acababa de confesarle.
—¿Tus padres están aquí?— indagó aún sabiendo la respuesta.
—Cuando me dejaron a cargo de los Dambaes, sabían que no iban a poder regresar con los Jountugi, es por eso que se exiliaron hacia aquí— hizo una pausa y continuó—Cierto día alguien fue a buscarme para informarme acerca del paradero de mis padres. Alguien que iba a ser capaz de ingresar y salir del complejo sin ser descubierta.
Y la expresión de desconcierto regresó al rostro de Phoenix.
—¿Phoe?
Pólux asintió.
—¿Entonces que fue eso de aquel día en el parque?
Pólux largó un suspiro.
—Phoe me había informado que había sido descubierta por ti y estabas teniendo dificultades a causa de ello, por eso me pidió que apareciera aquel día en el parque y que hablarían del elemento trece y yo fingiría que oiría de ello en ese momento, así estarías un poco más aliviado, más aún porque sé que confías en mí y ahora has comprobado que confío en ti porque podría haberte dado cualquier excusa acerca del porqué estoy aquí, pero decidí hablarte con la verdad.
—¿También sabías que debía morir?
Pólux asintió.
—Era por eso que en cuanto su padre oyó acerca de ello, logró escapar del Primer Mundo y bajó al Medio Mundo para ocultar "El cofre de los Trece", el cofre en el que debemos depositar nuestros elementos durante la ceremonia de Liberación.
Phoenix intentaba procesar las palabras de Pólux.
—Entonces, por más que los Dambaes descubran quién es el elemento trece, ¿No van a poder realizar la ceremonia sin el cofre?
Pólux nuevamente asintió.
—Después de todo no fue una venganza perfecta, ¿Verdad?-comentó Pólux con una sonrisa de esperanza.