Sinb se levantó sobando sus ojos saliendo de la cama en la madrugada. Unos pequeños llamados resonaban desde el baño.
— ¿Qué pasa, Yerin? —Sinb preguntó entre sueños echada sobre la puerta del baño.
—Eunbi... —Yerin titubeó antes de hablar. —Necesito una toalla.
—Hay una toalla al lado de la ducha, si no te gusta el color puedes usar una bata. —Sinb aún con los ojos cerrados se dispuso a retirarse del lugar.
—Sinb. —Yerin se quedó un momento callada pensando en cómo decirle la verdad, era algo incómodo para ella. —No son esas toallas las que necesito.
— ¿Qué? —Sinb caminó regresando al lugar.
—Sinb, se me adelantó mi periodo.
—Puta madre. —Sinb pasó una mano por su cabello haciendo que el sueño se vaya de ella. —Detrás del espejo creo que hay algunas toallas.
—Ya me fijé, no hay por ningún lado.
Sinb maldijo internamente, había olvidado comprar paquetes de toallas desde su último periodo ya que ella solía comprar dos días antes. Ventaja de mujeres regulares.
Se dirigió de nuevo a su cuarto acercándose a su cama para buscar sus zapatos. Notó la distinguida mancha roja en las sábanas y se dispuso a cambiarlas. Mientras se ponía un saco y quitaba las sábanas de la cama para introducirlas en la lavadora, tomó su celular para preguntar por alguna tienda abierta a las cuatro y media de la madrugada.
¡Bingo! Hoy era el día de suerte de Sinb. Había una abierta a cinco cuadras de su departamento. Esta solo gruñó para salir del lugar y comprar lo requerido para su futura novia.
—Vuelvo en cinco minutos, iré a comprar.
—No tardes mucho, por favor.
Sinb salió del lugar dirigiéndose al estacionamiento del edificio y saliendo con su auto en busca de aquella tienda.
Tardó más de cinco minutos en llegar al lugar y supuso que obtendría una queja de Yerin por eso.
— ¿Tiene toallas higiénicas? —Preguntó Sinb al llegar al mostrador.
—Sí, ¿Cuál desea? —Respondió una señora de al parecer sesenta y siete años.
—Rayos. —Sinb había olvidado preguntarle a Yerin cuál era la marca que usaba. Trato de recordar la marca que usaba cuando ambas estaban juntas pero aquella marca la habían sacado del mercado hace dos años. —Deme las nocturnas, las diarias, las invisibles, las extra protección, un paquete de tampones, el plus y la de alas tela gel.
La señora la miró con ojos extraños por aquel pedido, seguramente habrá pensado que Sinb estaba sangrando como si de una regadera habláramos.
Pagó y salió del lugar, sabía que había hecho una compra un poco grande, pero si Yerin no usaba todo tendría para ella misma. Aunque solo usara los tampones.
Estacionó el auto luego de un camino de regreso junto a las canciones inigualables de The Weekend. Subió al ascensor rogando que fuera lo más rápido posible hasta que por fin pudo llegar al lugar donde estaba Yerin.
Cinco minutos después Yerin pudo salir del baño.
—Discúlpame por incomodarte, se supone que mi periodo llegaba en cinco días, se me adelantó. —Se disculpó Yerin llegando al lado de Sinb.
—No te preocupes, preciosa. Ambas somos mujeres y te comprendo completamente. Quizás la única duda fue cual paquete comprar, había olvidado preguntarte.
—Invisibles. Son muy cómodas y no se notan.
—Tienes que comenzar a usar tampones.
—No, gracias. No me gustan.
—Son muy cómodas, te puedo ayudar a ponértelas si no sabes cómo usarlas.
—Muy graciosita, Hwang Eunbi. —Yerin se acercó a la cama notando el cambio de sábanas. — ¿Estaban sucias?
—Sí, pero ya las metí a la lavadora. Solo échate a descansar que ya me está entrando el sueño de nuevo.
Yerin solo asintió y se echó al lado de Sinb.
Al día siguiente unas patadas en la espalda de Sinb la despertaron completamente. Sus ojos se abrieron estando ya en el piso; se había caído de la cama. ¿Razón? Jung Yerin. La mujer se presionaba el estómago con ambos brazos mientras parecía que agonizaba en la cama.
— ¿Cólicos? —Preguntó Sinb al verla en aquella posición.
—Sí, y son jodidos.
Hwang Eunbi había olvidado cuan duro eran los cólicos. Ella usualmente tomaba pastillas ante estos molestos síntomas, pero teníamos a Yerin, a ella no le gustaban los medicamentos químicos.
—Te prepararé una limonada caliente con miel, ¿Está bien?
—Está bien, Eunbi. —Yerin le dio una sonrisa forzada por el dolor en su vientre mientras la veía desaparecer del cuarto.
Pasaron tan solo unos minutos los cuales para Yerin parecían años, pero llegó. Una tasa caliente en su boca bajando hacia su estómago comenzó a calmarla.
— ¿Mejor?
—Sí, mucho mejor.
Ambas se dieron una sonrisa para poder terminar en un beso, por obvias razones no podían subir a más, aunque Yerin quisiera ya que en esos días eran los que estaba más sensible y tenía un apetito sexual voraz.
—Yerin. —Eunbi que estaba en la sala junto a su laptop y unos documentos la llamó. —Me están llamando de la empresa para recoger unos papeles, estaré ahí unas horas. ¿Puedes ir en tres horas?
— ¿Quieres que valla a tu oficina?
—Sí, por favor. Saldremos en cuanto llegues, tengo que mostrarte algo. —La media sonrisa de Sinb la convenció.
—Está bien. ¿Puedo ver Netflix en tu ausencia?
—Sí, por mí no hay problema. Solo no toques mi colección de la casa de papel. Necesito saber qué pasó con Tokio.
—No lo haré, no me gusta esa serie. Prefiero las películas.
—Está bien, "buscando a Nemo". —Sinb se dirigió a la salida del departamento con su laptop. —Te amo. —Se despidió antes de salir.
El sonrojo y la sonrisa en el rostro de Yerin tenía nombre y apellido: Hwang Eunbi.
Una llamada inesperada la hizo salir de su mundo de ensueño.
— ¡Yerin! —Contestó al tercer timbre.
—Hola, Yuna.
—Disculpa por colgarte de esa forma ayer, estaba ocupada y no quería ser regañada por mi superior.