Jalmer despidió a los últimos soarfres que vinieron a ayudarla para la reunión de Silma después de algunos días; pagaba con abundantes metales y piedras preciosas por la labor en los tiempos de reuniones. Los objetos que les eran indiferentes, aunque eran esenciales para vivir en aquellos que llegaban a Tilus Motfals. No es que fuese alguna filántropa, solo no quería que el trabajo fuese menospreciado y contribuir con ayuda económica; por eso todo comerciante que se hospedándose tenía la oportunidad de vender un objeto de lo que ofrezca, siempre que sea del agrado de los recientes.
Antes que llegase el comercio como era conocido desde que estaban los lileiquerras; el nacimiento económico se dio por el trueque en los pueblos de Miriar. Los lileinalas cambiaban muchos objetos de primera necesidad por otros pocos, pero durable, como las armas o prendas y de apoco fueron acuñando pequeñas piezas de metal que juntando cierta cantidad se podía ir a cambiar en un edificio aliquenil por piedras preciosas o metal más valioso; fue así como aparecieron las primeras monedas o lirlos y cuando mejor era el metal que las componía se podía adquirir objetos más valiosos. Fue así como los lileimunil aprendiendo que el comercio también era importante para mantener a todos alimentados y en armonía, manteniendo el tratado leiya de Aromels Yims dónde se tenía la obligación de cazar o criar animales solo para la subsistencia de la comunidad —los lileimunil evitaron las muertes innecesarias de cualquier creación del Mimilti, por eso los mutgones siempre fueron mirados con desprecio por ellos—. También vieron que era necesario aprender de los nuevos pueblos como los faralas que comerciaban con cuestiones nunca antes vista, como la venta de conocimiento, de artes o de construcción. Ese nuevo Eorgilmunil que pudieron ver los leiyas les hizo feliz. Los pueblos habían logrado a través del comercio, comunión, hermandad, respeto y saciar con recompensa el trabajo duro de cada uno.
—¿No han bajado todavía? —pregunto Jalmer, acercándose por el camino rojo.
—No, mi señora —dijo sonriendo el anciano Ialu Parnil. En ese momento salió Silma con su camisa, pantalón y sandalias habituales, el cabello con una coleta y la cara bien lavada.
—Ya estoy lista Curan —dijo y cuando miro a Jalmer, no pudo resistirse en ir a despedirse con un abrazo, había crecido tanto que casi ya tenían la misma estatura.
—Tranquila, ahora puedes venir cuando tengas tiempo libre de tus estudios.
—Si me lo dijo Ialu Parnil ayer —se escuchó un ruido de ollas en la cocina y todos los animalitos que estaban en Taiyims huyeron despavoridos.
—Disculpen, quería comer algo antes de irnos —dijo Melmones que salía con sus sandalias en la mano y sin peinarse la melena droxirraru. El resto suspiro viendo que casi ya era el mediodía.
—Muy bien ya estamos todos subamos.
Una mañana los leiyas vieron llegar a los lileinalas de las aguas; eran unos cuantos, de cada raza, criaturas libres de malicia y carentes de conocimientos sobre el jardín. Los lileimunil los protegieron celosamente como hermanos menores, les enseñaron el vauial que todavía sigue siendo su lengua; y teniendo muy presente el daño que provocaban los mutgones, también creyeron necesario el enseñarles el manejo del mirtra. Pasaron los kafkuls y los nalas aumentaron en número y conocimiento; en algún momento tomaron de decisión de abandonar la protección de los lileimunil para encontrar su propio lugar donde crecer como hijos del Mimilti. Fue triste el día que los lileililian concibieron su deseo y los llevaron lejos en tierras vírgenes llamada Miriar. A partir de ahí crecieron bajo una misma influencia. Su historia no fue muy distinta a la de los dueños de Korunda. En sus inicios tuvieron que pelear con los mutgones para abrirse camino en el continente, pero más allá de las batallas por territorios, eran muy conscientes de su poder y su identidad lo que les hacían unos pueblos extremadamente legislados, quizás por ese motivo sus economías eran sustentables y los soarfres vivían en una aparente seguridad social. Los lileinalas eran conscientes que no eran rivales para los lileimunil, quizás por eso se mantenía unidos y alerta, idea que se reforzó con la guerra de Fasmira.
La caravana kerrien dionte cruzo la región de Guillar en Oleilian e ingresaron a la provincia de Emin en Carñaf; una vez que estuvieron en la provincia de Kualaf, viajaron hasta el puerto de Ordoñas y desde ahí tomaron el transmimbar Kaf Gul Kif rumbo a Karnataros la ciudad capital de Garumeial reino eglon. El viaje fue muy lento a lo que estaban acostumbradas; Silma no tuvo tiempo de respirar, tenía que aprender un montón de luhecos selecciono de la biblioteca de Tilus Motfals para el viaje por Ialu Parnil y al llegar la tarde se sentaban a repasar lo aprendido; el viaje duraría semanas, pero cada tanto ella podía ir donde quisiera como tiempo de ocio.
Los barcos que se dedicaban a cruzar los océanos en Eorgilmunil no podían ser pequeño o con velas por las grandes bestias marinas que lo habitaban. Los grandes constructores de navíos eran los karquentarines y vualayines; aunque eran menos de cien los que se usaban hasta el momento, todos eran colosales, tenían capacidad para una tripulación de dos mil kerrielfes —marineros— y siete mil pasajeros. Era importante el tamaño del barco porque garantizaba que las bestias si lo embestían no lo dañaran completamente o que unas fauces se los tragara de un bocado; también así podían atravesar tormentas con mayor seguridad. Por lo general tenían entre doce y quince pisos, dónde se distribuía en los primeros pisos la sala de máquina y bodegas de mercancía, después seguían los establos dónde viajaban los animales y sus cuidadores, eran prácticamente jardines artificiales, luego estaban la cocina y lavanderías. El hospedaje de la tripulación le continuaban en los siguientes pisos y solo a partir del séptimo piso podían estar los viajeros, siendo los últimos pisos reservados para los aliqueniles. El motor del barco tenía una íntima relación con el tipo de mirtra que debía tener un kerrielf; estaban hecho de una gran ingeniería conjunta entre iloris y iergiles; las hélices eran impulsadas por un enorme engranaje que consumía energía de una esfera que se recargaba con mirtra cada día. El cuarto de la esfera era hermético, solo podía entrar un galgoue para recargar la esfera y cuando estás se quebraban eran reemplazadas por otras. Entonces los kerrielfes galgoues se dedican al manejo del motor, los vunief y ciaoles al escuadrón de exploración, los meiudis, mantieoles en la cubierta y los faulfilum en la sala de mando. Aunque en la práctica los únicos que eran imprescindible para el trabajo eran los exploradores. Estos grandes barcos eran hermosos parecían una hoja de metal y madera sobre el agua y durante las noches las luces brillaban armoniosamente. En buen tiempo el viaje transoceánico solo tomaba un par de semanas si no tenían alguna contingencia.
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un amor verdadero e incondicional, un mundo distinto al nuestro, un amor que duele
Editado: 23.07.2021