La pequeña humana estaba dormida en la habitación que utilizaba cuando venía a casa de los Záitsev, la enorme cama la hacía diminuta. Su cabello ahora estaba limpio, de un color que quizá en el futuro sería oscuro. Su hermosa piel, como crema. Respiraba apaciblemente, me vi forzado a ponerla bajo compulsión para que pudiera descansar.
Unos golpes en la puerta atrajeron mi atención a la realidad, me puse de pie pasando mis manos por mi rostro y abrí la puerta.
-Mi padre me dijo que trajiste a una pequeña.
-Cross, buen día, ¿Cómo has estado?-. Dije con sarcasmo. -Modales chucho, algún día serás Alfa.
-¿Por qué tan sensible Lobo?
-Grigori-. Murmure apretando el puente de mi nariz.
-Bien, bien.... Buen día señor Cross, ¿Cómo se encuentra? Mi padre me ha mencionado que usted ha traído a una niña humana.... ¿Mejor?
-Eres incorregible... Si, ella es un oráculo humano.
-¡Mierda!
-Esa boca, la pequeña podría escucharte.
-¡Esta dormida!
-Grigori.
-Bien, bien... ¿Mi padre lo sabe?
-Sí, él me dijo que la trajera aquí, que este sería su refugio.
Grigori volvió su mirada a la pequeña, por su expresión supe que pensaba lo mismo que yo.
-Es tan frágil.
-Y ha visto muerte toda su vida.
-La manda cambiara eso-. Dijo con una convicción que me hizo creer que así seria.
-Dejémosla descansar.
-Sobreprotector como siempre.
Reí ante el tono sarcástico de su voz, salimos de la habitación. Fui por comida para mí y la pequeña, regrese a la habitación. Cuando entre me di cuenta de que estaba teniendo un pesadilla, su frente estaba perlada de sudor, sus puños y su ojos estaban apretados, y temblaba. Deje la charola sobre la mesa que está a un lado de la cama y me acerque a ella.
-Verona despierta.
Pero ella no despertó, ni siquiera cuando rompí la compulsión del sueño. Tome su mano y sentí una corriente eléctrica tan intensa, que casi hace que la suelte. Ese algo casi hizo que me pusiera de rodillas, frente a la pequeña, pero por el momento tenía que despertarla.
-Escucha Verona, aquí estoy... estoy a tu lado, no voy a dejarte. Necesito que luches cariño, lucha por ti, lucha por mí por nosotros... vuelve a mí.
Apreté su mano, tratando de hacerle saber que no estaba sola, que allí estaba yo frente a ella esperando, diciéndole lo que alguien que la amara le diría, sintiendo cada palabra salir desde el fondo de mi corazón. Verla con sus ojos serrados, su frente perlada, sus mejillas rojas, temblando de miedo.
Trece años, para los estándares humanos ya era adulta. Para los de mi raza, era un cachorrito con mucho por vivir, y su vida será un suspiro debido a su don. Así como la sostenía hoy de la mano, el día de mañana estaría sepultándola. Me molesto la fragilidad humana, ellos son tan frágiles, pero a su vez tan fuerte, tal como lo era Verona... Mi Verona.
Esa línea de pensamiento me aterró, no podía dejarla entrar... ella era humana, una frágil y mortal humana y yo... yo era un maldito Lobo, que apenas comenzaba a ser adulto. Tenía que olvidarme de ella, de lo que representaba.
Sin embargo, no solté su mano, me quede allí hasta que su respiración comenzó a estabilizarse y sus enormes ojos se abrieron. Pude notar el temor en ellos, como si no supiera donde estaba. Cosa que era normal después del trauma que había pasado, de pronto suspiro.
-No pude evitarlo-. Murmuro con su voz pastosa.
-¿Qué no evitaste cariño?
-Ver lo mismo desde que estoy aquí.
-¿Te refieres al futuro?
-Si... no puedo evitarlo.
-Ese es tu don cariño, no debes pelear con él, debes aceptarlo, abrazarlo y amarlo. Porque es lo que tú eres, una mujer con un don único.
-Una maldición que solo me ha traído muerte.
-Eso es porque la oscuridad es más fácil de recordar que la luz.
Se quedó en silencio, meditando mis palabras.
-Toda la gente que había a mí alrededor, siempre me tuvo miedo... menos mis padres, ellos me amaban y ahora no están. ¿Cómo podría ser un don y no una maldición?
-Por qué... los humanos temen a lo que no entiende, y lo destruyen por temor. Nosotros somos de la naturaleza, de la magia, por ello es que amamos y entendemos lo que tú eres.
-Creo que nací en la raza equivocada.
-Pero, ahora estas aquí, con la raza correcta.
Ella se incorporó y me abrazo, rodeando mi cuello con sus brazos. Estaba helada, pese a estar bajo las frazadas. La rodeé con mis brazos y la escuche suspirar, después se quedó dormida nuevamente. La recosté y la cubrí de nuevo. Pero, esta vez me quite mi chamarra de pieles y se la puse encima, el aroma la reconfortaría.
Salí de la habitación y me dirigí a la cocina de la casa, de donde un aroma a cordero asado me llego a la nariz. Eso quería decir que los gemelos Slavik habían llegado de su viaje, a donde sea que Záitsev padre los había enviado. Al entrar en la cocina me encontré con varios de los cachorros con los que crecí, todos riendo, todos felices.
-Vamos perro testarudo, deberías de cortejar a una de las hijas de Boren.
-¿Quieres que ese pulgoso me arranque las pelotas de un mordisco?
-Eres perverso Adrik, mandando a tu hermano a la boca del Lobo-. Le regaño Gregori.
-Solo quiere quitarlo del camino, para quedarse con Shohana-. Intervine en la broma.
-¡Lobezno!-. Me grito Adrik.
-¿Qué? ¿Di que miento?
-Solo creo que la hija de Boren es más linda.
-Entonces cortéjala tú, pulgoso-. Le riño Aleck
Pase el resto de la noche con ellos, eran como mis hermanos. Algún día Grigori seria Alfa, y los gemelos y yo estaríamos allí para apoyarlo en lo que fuera que necesitara. No pude evitar pensar en la pequeña humana que dormía en mi habitación, tenía el presentimiento de que ella cambiaria mi vida sin que yo pudiera evitarlo.
Editado: 24.02.2021