Tres Secretos

2: El Karma

La tercera clase iba por la mitad cuando sacudí la pierna por instinto, sentí que algo me subía así que la moví bruscamente pensando que algún insecto estaba ahí, pero no había nada. Solo fue una sensación.

Algunos de mis compañeros me voltearon a ver, yo volví a ver hacia abajo porque aún tenía ese cosquilleo raro pero seguro es un efecto que se produce por el material de estos pantalones sueltos contra mi piel, no estoy acostumbrada a usarlos a menos que esté haciendo ejercicio.

—Por favor únanse con alguien y me entregan la investigación la próxima semana, recuerden que tendrán que presentarla frente a sus compañeros —nos indica el profesor Carl, de historia.

No tengo idea de que habla, no he estado prestando atención.

— ¿Podemos leer o tener material de ayuda? —Pregunta un chico en medio, él está en el equipo de baloncesto, se llama Patrick— la historia es difícil, tantas fechas y eso.

Algunos ríen, el profesor asiente. —Les dejaré leer fechas y nombres pero nada más —junta sus manos—. Ahora por favor escojan un compañero, siéntense juntos y trabajen en silencio —indica.

Yo bajo la cabeza, no creo que nadie se acerque para trabajar conmigo y tampoco quiero hacer nada. Odio los trabajos en grupo o en parejas, aunque antes no era así, ahora sí. ¿Por qué no puedo simplemente hacerlo sola? Bueno, ni siquiera sé que hay que hacer.

Cierro los ojos y si me meto en problemas no me importa, me han dejado de importar muchas cosas tan rápidamente.

Escucho zapatos dando pasos, voces, risas y sillas moviéndose. Todos están sentándose al lado de alguien, todos están preocupados en sus trabajos y a nadie le interesa que yo esté aquí, sola y sin ánimos.

Mejor así, detesto dar lástima.

Siento algo en mi hombro, ¿otro insecto imaginario? Suspiro y lo dejo pasar, seguramente no es nada. Vuelvo a sentirlo así que me muevo para ver qué es y me encuentro con una mano que está unida a un brazo, que está unida a un chico.

Y ese chico es el hippie Dylan.

Ruedo los ojos, definitivamente no es un buen momento para que se me acerque, no puedo creer que después de meses de recibir mis malos tratos y mis comentarios despectivos él tenga ganas de acercase si quiera un poco.

Aunque… tal vez está aquí para burlarse de mí. Tal vez solo quiere recordarme que la gran Bryn ha muerto y ahora solo quedó un fantasma con ojeras y el cabello despeinado.

Dylan sonríe. — ¿Trabajamos juntos? —Se sienta en el asiento vacío a mi lado, ni siquiera me acordaba que él estuviera en esta clase—. ¿Tienes sueño?

No sé si lo pregunta por mi cara cansada o porque me la he pasado recostada sobre el escritorio. Suspiro y me reincorporo. —No quiero hacer nada ahora, busca alguien más.

Dylan se encoje de hombros. —No hay nadie más, todos están con alguien y eres la única que no tiene a nadie.

Eso es cierto.

—Ni siquiera sé que hay que hacer —respondo sintiendo la necesidad de pararme y solo alejarme de él y de todos.

Dylan asiente, se acerca con la silla y coloca sus brazos sobre mi escritorio. Nunca había tenido los brazos de Dylan tan cerca así que es la primera vez que noto sus cabellitos rubios, pareciera que no tiene bellos en el brazo pero sí, ahí están.

Rasco mi cabeza, he caído tan bajo que el chico que yo consideraba un tonto ahora está tan cerca como para que yo note estas cosas. Pero me recuerdo que él sigue siendo un tonto y ahora es amigo de mi ex novio, mi estúpido ex novio.

No quiero estar relacionada con William de ninguna forma.

—No importa, yo te explico —y lo hace, me empieza a decir todo lo que hay que hacer. Básicamente el profesor nos repartió temas a todos, incluyéndome pero ni siquiera recuerdo haber escuchado mi nombre, son sobre guerras civiles en países de todo el mundo.

No entiendo, si cada uno tiene su tema, ¿Por qué hay que hacerlo con una pareja? Creo que Dylan me escuchó los pensamientos porque sigue con su detallada explicación y me indica que ambos tenemos que hablar de las dos guerras civiles.

—Odio las guerras —digo sacando una goma de mascar de mi bolsillo derecho y llevándola a mi boca. Es de menta y me gusta ese sabor, la goma de mascar se volvió mi aleada desde que comencé a visitar ese lugar y me sentía más y más nerviosa.

Dylan se ríe. —Yo también, lo hippie no es solo externo —responde.

Sí, yo llegué a llamarlo hippie varias veces y me fastidiaba que no se ofendiera. Detesto que nada le afecte, ni siquiera todas mis burlas. —No hay que ser hippie para odiar las guerras.

Vuelvo a sentir la sensación en mi pierna, esto me está desesperando. Estiro mis piernas del otro lado y muevo en círculos mis tobillos, regreso las piernas a como estaban. Dylan me mira en silencio, debe pensar que soy una loca o algo.

—Entonces, ¿Nos vemos esta tarde para empezar? —me pregunta él.

¿Esta tarde? ¿Tenemos que rehuirnos después de la escuela para hacer esto? De todas formas no puedo hoy así que niego. —No puedo esta tarde —tengo que ir con mamá a ese lugar.

Él asiente. —Bien, entonces —sube sus ojos azules al techo—. Déjame pensar, ¿El jueves? Mañana tengo práctica con la banda.

La banda. Almas Sublimes siguen con su popularidad, quizás ahora un poco más que hace unos meses luego que otro video alcanzara un par de millones de vistas y están atrayendo más atención.

Espero que no se vuelvan famosos, será una tortura escuchar la voz de William por todos lados o ver su cara en muchos lugares, sentiré irá y el rencor me tentará con contar lo que sé de él.

Me encojo de hombros. —Me da igual —si no podemos hacer el tonto trabajo, no me interesa.

Nada me interesa ahora.

Él pasa su mano por el cabello, lo lleva un poco más largo que el promedio de chicos, es tan largo que puede acomodar un lado detrás de su oreja aunque no le pasa de la barbilla. —En realidad, creo que es mala idea —afirma—. Mejor mañana, si no, nos vamos a atrasar mucho.



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En el texto hay: secretos, amor, amor adolescente

Editado: 06.12.2022

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